Muchas personas piensan que todo lo que sucede en la vida es la voluntad de Dios. Dicen: "Si no fuera la voluntad de Dios, no habría sucedido". Esa forma de pensar es devastadora para los propósitos de Dios en la tierra. Asume que debido a que Dios no impidió que algo sucediera, entonces fue SU voluntad, o que al menos Él la aprobó. Esa forma de pensar, junto con el lenguaje utilizado para describirla, ha infectado más corazones con incredulidad que cualquier otra cosa en la que uno pueda pensar.

La Biblia dice que Dios no se complace con la muerte de los impíos y que quiere que todos los seres humanos lleguen al arrepentimiento.  

¿Quiero yo la muerte del impío? dice Jehová el Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos?,… Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis”. Eze. 18:23,32

 “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. 2 P. 3:9 

¡Esa es Su voluntad! Todo lo que sucede de manera diferente ha sucedido por una razón distinta a SU voluntad

La realidad con la que vivimos es que los problemas que enfrentamos muchas veces están rodeados de muchas cosas que aún no sabemos cómo descifrar. Por lo que, etiquetar algo que es malo como proveniente de Dios es atribuir el mal a Dios. En cambio, guardo lo que no conozco a plenitud y lo que no puedo explicar en una alacena mental. Eso es  más seguro que atribuir el mal a Dios.

El error de lógica que la gente suele cometer es que malinterpretan la capacidad de Dios de convertir cualquier cosa que suceda en algo bueno como una señal de que un problema originalmente vino de Él. Por ejemplo, cuando la persecución toma lugar, ¿es la voluntad de Dios? Si lo fuera, ¿por qué nos habría dado instrucciones sobre cómo vivir una vida llena de paz?

 “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”.  1 Ti. 2:1-4 

Es cierto que Dios ha probado una y otra vez que Él puede convertir la oposición al Evangelio en un medio para lograr la promoción del propio evangelio, promover las movidas de Dios y de las personas perseguidas. Sin embargo, no podemos pensar erróneamente que esto significa que la persecución fue su voluntad desde el principio.

Si la enfermedad es la voluntad de Dios, ¿por qué Él proporcionó la oración de fe para la sanidad? Atribuir todo lo que sucede a Dios es una manera espiritualmente floja de pensar. Él revela Su voluntad para que sepamos por qué luchar.

¿Por qué Jesús resucitó a la hija de Jairo, al hijo de la viuda de Naín, y a su amigo Lázaro de entre los muertos? Porque no todos murieron en el tiempo de Dios. Jesús reprendió a la tormenta porque detrás había un poder espiritual. La idea de que Dios envió la tormenta para que Jesús pudiera reprenderla es, en el mejor de los casos, una tontería. Hay suficiente drama en la vida sin que nuestro Padre celestial cree más para mantenernos ocupados.

Fuimos colocados en medio de una guerra espiritual, con la tarea asignada de ver venir el reino "en la tierra como en el cielo". Cuando Jesús dijo que habría guerras y rumores de guerra, no nos estaba dando una promesa. Lo que estaba haciendo era  revelar las condiciones a las que estaba enviando al ejército de SU último día. 

Por qué tantos creyentes pueden citar los versículos que tratan del juicio de Dios en los últimos días, pero no saben nada de las promesas de bendición. No es que debamos olvidar las cosas difíciles. Es que necesitamos recordar algunas cosas que nos ayudarán a definir nuestro propósito.

Is. 60:1-2 (LBLA) es un gran ejemplo de esto:  “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. 2 Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; más sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria”. El contraste está ahí. En medio de los oscuros acontecimientos es donde realmente encontramos nuestro lugar. Y desde allí vamos a tener pleno efecto sobre las naciones.

Pr. Rafael Vargas

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