“Yo me postré a sus pies para adorarlo, pero él me dijo: ¡No hagas eso! yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios. Pues el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”. Ap. 19:10 RVC.
Este versículo tiene implicaciones aún más poderosas que VEN más allá del contexto del encuentro de Juan.
El testimonio y la profecía siempre han sido elementos importantes de la vida cristiana.
La profecía puede hacer dos cosas: 1) hablar del futuro o 2) causar un cambio en el presente.
Un testimonio puede provocar o aumentar la velocidad de la capacidad de cambiar la atmósfera en el presente, abriendo espacio para una manifestación sobrenatural. Si Dios ha hecho esta cosa grande por él, también lo puede hacer por otro y al dar el testimonio este es el vehículo por el que esta promesa será transmitida a otros en necesidad.
La Biblia dice que Dios es el mismo ayer, hoy y por siempre y que Él no hace acepción de personas.
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Cuando Jesús comisionó a los 12 discípulos para que vayan al mundo y hagan discípulos a las naciones, Él les estaba instruyendo que hagan lo imposible. Muchos creyentes, creen erróneamente que algunos mandatos de Cristo son posibles de ser hechos, mientras que otros son imposibles. La verdad es que todos los mandatos de Cristo son imposibles de ser hechos separados de Su gracia y el poder sobrenatural a través del Espíritu Santo.
Nuestro deseo de obedecer todo lo que Él dice nos coloca en el lugar de vivir según la promesa:
Jesús le dijo: ¿Cómo que “si puedes”? Para quien cree, todo le es posible. Mr. 9:23 RVC.
Nuestra fe nos da acceso a todos los recursos del Cielo. ¡Por eso Cristo nos encargó hacer lo imposible!
Como hijos/as de Dios, estamos destinados a dar a conocer a nuestro Padre al mundo al ser semejantes a Él. Lo hacemos como lo hizo Cristo, comunicándonos con el Padre, andando en la unción del Espíritu Santo y trayendo el Reino de los Cielos a la tierra mediante demostraciones de poder y autoridad, todo ello mostrando el amor de Dios.
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Una de las principales tareas como pastor es enseñar a los creyentes a descubrir y utilizar su herencia como hijos de Dios. Para que aprendamos a usar las promesas ilimitadas que Dios nos ha dado para lograr una manifestación de su dominio en beneficio de la humanidad.
Para entender nuestra herencia, primero hay que descubrir el propósito de nuestra salvación. Muchos creyentes permanecen inmaduros porque nunca van más allá de la revelación de que son pecadores salvados por gracia. Los creyentes que maduran son los que entienden que el propósito más elevado de Dios para la cruz no fue simplemente perdonarnos el pecado. Fue para que, al perdonarnos sobre la base de la sangre de Cristo, pudiera invitarnos a una relación familiar con nuestro Padre Celestial.
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