En medio de todo lo que un ser humano posee, nada es tan impredecible y peligroso como su lengua Stgo. 3:8 “pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal”. Ningún ser humano por sus propias fuerzas puede domar su lengua. Pero el ser humano es un diseño de Dios; ÉL hizo la obra, ÉL creó la lengua, Él tiene que saber cómo domarla.
IHablando Dios con Moisés Ex. 4:11-12 “…Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar”. Una promesa a Moisés. Podemos someter nuestra lengua al imperio de Dios, de manera que sea ÉL quien la dome.
Con qué frecuencia pensamos acerca de todo el daño que se hace por medio de la lengua?
Is. 59:1-3 “He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; 2 pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír. 3 Porque vuestras manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos de iniquidad; vuestros labios pronuncian mentira, habla maldad vuestra lengua”. Ustedes están pasando por estos problemas porque sus pecados les han separado del poder y de las bendiciones de Dios y aquí esta la lista de pecados: A la par de asesinatos, vemos “labios que pronuncian mentira” y “lenguas que hablan maldad”. Los pecados de la lengua tienen el efecto de cortar nuestra conexión con el poder de Dios y nuestra capacidad de vencer problemas y la tribulación en el aquí y ahora.
El poder de la lengua descansa en la habilidad de producir palabras.El apóstol Santiago, enfatiza el poder de la lengua y la necesidad de usar las palabras con sabiduría.
Expone cuatro verdades sobre la lengua: 1. Tremendamente poderosa. 2. Inherentemente mala. 3. Humanamente indomable. 4. Produce cosas contradictorias.
1 Cr. 12:32…Aquellos que tienen entendimiento de los tiempos y las estaciones del Espíritu de Dios saben lo que Dios quiere hacer y le responderán con sabiduría.
Jesús explicó esto en Lc. 12:54-56 “Decía también a la multitud: Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: Agua viene; y así sucede. Y cuando sopla el viento del sur, decís: Hará calor; y lo hace. ¡Hipócritas! Sabéis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra; ¿y cómo no distinguís este tiempo?”