Examina tu corazón y asegúrate que las Escrituras que vamos a mencionar sean parte de tu caminar diario, no solamente una parte de tu conocimiento acerca de Dios. Hay una gran diferencia entre tener un conocimiento de algo y tener ese algo como una parte vital que funciona en tu vida. Tú puedes creer algo con tu mente y en realidad que ese algo que crees no gobierne tu vida. Lo que tú crees en tu corazón y en tu espíritu eso es lo que te rige a ti
Hay escrituras fundamentales que tienen que estar “encendidas” en tu vida, para que tengas una comunión diaria con el Señor.
“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”. Ro. 8:14.
Cualquier hijo de Dios califica para convivir con Él y ser guiado por su Espíritu. Esto funciona por FE. Caminar con Dios y convivir con Él no es posible sin tener fe. Tienes que creerle a Dios y confiar en Él.
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En Romanos capítulos 7 y 8, Pablo explicó su frustración y confusión a medida que estaba tratando de comprender qué era lo que estaba ocurriendo dentro de él. Cuando los nacidos de nuevo venimos a Cristo no entendemos del todo lo que está pasando en nuestro ser interior. Pablo estaba pasando por las frustraciones de tratar de caminar con Dios en su propio razonamiento y comprensión.
Cuando te pasas al árbol del conocimiento del bien y el mal, en el cual funciona la mayoría de los que se dicen creyentes, simplemente nunca funcionas correctamente. Apenas determinas hacer algo para Dios y verdaderamente caminas con Dios, parece ser que todo se viene contra ti. Pablo dice: Ro. 7:18 “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo”. Pablo quería hacer el bien pero tenía problemas para hacerlo. “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago”. Ro. 7:19. ¿Te parece algo familiar?
Si entras a una situación donde estás tratando de hacer algo para Dios, terminarás haciendo precisamente lo que no querías hacer. Esta es la presión y el poder de la vieja naturaleza de Adán y el reino de oscuridad. Es muy fuerte en nosotros porque hemos funcionado en ella desde que nacimos. Muchos de nosotros hemos continuado funcionando en esa naturaleza a pesar de ser salvos. La única diferencia es que ahora estás tratando de ser bueno en vez de malo, pero siempre andas fallando.
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Para desarrollar una relación de familiaridad e intimidad con el Señor tenemos que hacer lo siguiente:
Estar dispuesto a renunciar a todo lo que tienes para ser discípulo de Jesús.
Decidir de una vez por todas que Jesús es tu Señor, que ÉL está al mando y tú le debes obediencia a Él.
Una ilustración sobre los árboles del centro del Jardín del Edén:
La naturaleza de Adán es el árbol del conocimiento del bien y el mal. La naturaleza de Cristo es el árbol de la vida. Cuando vinimos a Cristo obtuvimos la nueva naturaleza. Necesitamos entender las características de estas dos naturalezas y como reconocer en qué espíritu estamos.
Muchos tratan de ser buenos, sin embargo, “bueno” en la naturaleza carnal es tan equivocado como ser malo; ambos NO son del agrado de Dios. Muchas personas estarán ante Cristo y dirán que han hecho muchas cosas en su nombre; pero el Señor dirá que nunca los conoció. Estos son los que han estado funcionando en el árbol del conocimiento del bien y el mal. Tú puedes llegar a un punto donde adquieres el suficiente conocimiento que puedes elegir ser una ¨buena¨ persona; pero aunque es difícil comprenderlo, hay gente ¨buena¨ en el mundo que está perdida.
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“Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?…. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo…” Lc. 14:28-35
Tienes que estar dispuesto a renunciar a todo lo que tienes para ser discípulo de Jesús.
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame…” Mt. 16:24-25
Para seguir a Cristo, debes negarte a ti mismo; tomar tu cruz y seguirlo. Entonces, asegúrate que tienes una determinación para mantener tu voluntad rendida a la de Dios. Hasta que no estés decidido a renunciar a tu propio señorío y Jesús se convierta en tu vida, no caminarás en comunión firme con Dios.
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