Génesis registra el nacimiento del universo, el mundo, el sol, la luna, etc. En los primeros capítulos, aparecen muchas cosas "primeras": el primer hombre, la primera mujer, el primer mandamiento de Dios, el primer matrimonio, el primer hogar, el primer pecado, el primer sacrificio, la primera adoración, el primer asesinato.
Es seguro que Eva se regocijó cuando nació su primer hijo. El niño era el primogénito de la humanidad. En sus brazos estaba el primer bebé. Para ella era más importante que toda la Creación. Era suyo. El amor de madre se activó de inmediato. ¡Ese chico era su tesoro! Era en él donde ella iba a encontrar su todo, y por eso lo llamó Caín, o “posesión”.
Pronto disminuyeron sus esperanzas de felicidad en su “posesión”. El nombre que le puso a su segundo hijo es casi una decepción, lo llamó Abel o “vanidad”. Su posesión, nunca llegó a ser lo que ella, imaginó y predijo. Caín resultó ser una posesión, diferente de lo que su madre pensó cuando lo nombró. Su vida fue oscura en todo momento. A partir de los atisbos que tenemos de su carácter, podemos intuir que era altivo, obstinado, orgulloso y rebelde.
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Existen muchas cosas en la vida sobre las que tú NO puedes decidir.
La actividad más importante de la vida SI está dentro de aquellas que tú puedes controlar. Y me refiero a que tú SI puedes escoger en qué piensas. Tú decides qué ideas entran en tu pensamiento y que ideas no lo van a hacer. Eres tú el que establece los patrones y filtros de lo que quieres que entre y defina tu forma de pensar.
El arma más eficaz que tenemos contra la ansiedad y la preocupación es nuestro cerebro.
¡Piensa en lo que piensas!
“Por lo demás, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo honesto, en todo lo justo, en todo lo puro, en todo lo amable, en todo lo que es digno de alabanza; si hay en ello alguna virtud, si hay algo que admirar, piensen en ello”. Fil. 4:8 RVC
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Jesús les dijo a sus discípulos que hay una paz que se halla a su alcance en todo tiempo, y que es capaz de calmar su corazón en medio de cualquier tormenta que haya en su vida.
“La paz les dejo, mi paz les doy; yo no la doy como el mundo la da. No dejen que su corazón se turbe y tenga miedo”. Jn. 14:27 RVC
“Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo”. Jn. 16:33 RVC
Jesús sabía que en pocas horas más, Él iba a pasar por la prueba de su muerte en la cruz; y con ello la vida de sus discípulos quedaría afectada. A pesar de ello, les dijo que ellos podían tener paz en medio de ese trauma … una paz interior que nos da seguridad y estabilidad.
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Cuando Jesús les enseñó cómo orar a sus discípulos, Él les dio una lista de principios como guía, mismos que se encuentran en lo que comúnmente llamamos la oración del “Padre Nuestro”. Esta oración es un gran ejemplo que nos enseña a qué cosas debemos poner mayor atención y afecto cuando oramos. La lección más importante que tenemos que aprender es que el Reino de Dios se manifiesta por medio de la oración.
Por eso, ustedes deben orar así:
“Padre nuestro, que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre.
Venga tu reino.
Hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
Perdónanos nuestras deudas,
como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
No nos metas en tentación,
sino líbranos del mal.”
[Porque tuyo es el reino,
el poder, y la gloria,
por todos los siglos. Amén.]
Mt. 6:9-13 RVC
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