1 Cor 13:4-8 4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. En pocas palabras “El amor no es posesivo”.
Un rasgo de la personalidad se lleva el premio para el funcionamiento de las relaciones más que cualquier otro. Es una característica encontrada en algún grado en cada uno de nosotros, pero cuando se va de las manos, esta es siempre destructiva y aleja a las personas. Me estoy refiriendo a la tendencia a controlar a otros. Este villano con frecuencia se hace pasar como amor. Pero el efecto es para sofocar, y yo nunca he conocido una persona que no trate de huir de los manipuladores.
La mejor parte de la vida de un buen hombre, está conformada por sus pequeños, no recordados, actos de bondad y amor. Las pequeñas cosas de la vida, esas que pasan en momentos de gran intensidad, las que se convierten en baluartes de nuestra amistad. Las mejores amistades se construyen como un fino acabado laqueado, con la acumulación de capas de muchos actos de bondad.
La regla número 4 para mejorar nuestras relaciones es: Aprende los gestos del amor.
Las personas que tienen amistades prolongadas y profundas pueden ser introvertidas, extrovertidas, acogedoras, etc. pero la característica que siempre van a tener en común es transparencia, la cual permite ver que hay en sus corazones. La 2da. regla para profundizar tu amistad: Ser transparente.
Aquellos quienes son transparentes siempre están en posición para tener relaciones significativas.