“Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida”. Pro. 4:23 NVI
Ante esta recomendación deberíamos asumirla e invertir nuestro tiempo, energía, esfuerzo y creatividad en cuidar nuestro corazón. Al decirnos “por sobre todas las cosas”, nos está señalando que cuidar nuestro corazón es más importante que ir a trabajar, que ganar dinero, que el entretenimiento.
Sobre todo aquello que apreciemos, debe tener prioridad el cuidar nuestro corazón.
¿Por qué esta advertencia está inmersa en la Palabra? Porque todo lo que uno hace esta influenciado por aquello que nuestro corazón valora o ama más.
La cuestión es ¿Cómo cuidar nuestro corazón?
Una manera sería haciendo que nuestro corazón esté inmerso en cosas que nos permitan renovar nuestro amor por Dios y por nuestro prójimo. Y otra manera sería protegiendo nuestro corazón de todo aquello que pudiera seducirlo a vivir para sí mismo.
“En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad. No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Fil. 4:10-13
Pablo escribe a los creyentes en Filipo para agradecerles por una ofrenda que ellos le enviaron. En el vs. 11 les dice que ha aprendido a contentarse en cualquier situación, ya sea que tenga o no tenga para comer. Cualquiera que sea su situación, Cristo lo fortalece.
Si analizamos este pasaje desde una óptica meramente material podemos sacar conclusiones erróneas. Pablo no está hablando de que el Señor le da la capacidad de no comer por varios días, Pablo está hablando del corazón. Lo que él está diciendo es que “Al tener a Cristo está absolutamente feliz, contento, lleno y satisfecho”. Nos está diciendo que ha llegado a descubrir el secreto de que teniendo a Cristo tiene todo lo que necesita.
“Como bebés recién nacidos, deseen con ganas la leche espiritual pura para que crezcan a una experiencia plena de la salvación. Pidan a gritos ese alimento nutritivo ahora que han probado la bondad del Señor”. 1 P. 2:2-3 NTV
Deseamos buscar a Dios, es nuestro objetivo. Pero en el vs. 3 nos dice “ahora que han probado la bondad del Señor”. Entonces, el hecho de haber probado la bondad del Señor, nos lleva a nuestro objetivo que es buscar a Dios. Por ello podemos decir que buscar a Dios es el resultado de haber tenido un encuentro con ÉL.
Aquellos que creemos en la existencia del Dios bíblico, tenemos la inclinación de buscar a Dios para intentar ser aceptados por ÉL, para sentirnos bien con nosotros mismos o para probar nuestra valía. Veamos un ejemplo. ¿Qué se supone que debe hacer un ministro del evangelio cuando se levanta cada mañana? Respuesta: ¡Debería orar!
¿Qué sucede si ese ministro busca a Dios en oración y no lo encuentra? ¿Esta feliz? ¿Se siente aceptado por Dios? ¿Siente que es amado por el Padre con el mismo amor que ÉL ama al Hijo? La verdad es que ese ministro no está feliz, se siente desanimado, está triste, hasta se siente un fracaso. ¿Por qué se siente así? Porque se acerca a Dios para ganar su amor, no se acerca a Dios como resultado de sentirse amado por ÉL. Porque tiene la tendencia de acercarse a Dios para cumplir, para sentirse bien consigo mismo, para no tener ese sentimiento de culpa que proviene de NO haber orado. El orar no es un deleite para ese ministro.
¿Viste alguna vez a alguien muy rico rogándole a una persona sin recursos económicos que le permita servirle?
Estoy seguro que la gran mayoría me responderá que NO.
Veamos que nos tiene que decir la Biblia al respecto:
“Y estaba escuchando cierta mujer llamada Lidia, de la ciudad de Tiatira, vendedora de telas de púrpura, que adoraba a Dios; y el Señor abrió su corazón para que recibiera lo que Pablo decía. Cuando ella y su familia se bautizaron, nos rogó, diciendo: Si juzgáis que soy fiel al Señor, venid a mi casa y quedaos en ella. Y nos persuadió a ir”. Hechos 16:14-15 LBLA
Lidia era una persona con muchos recursos financieros, ella era una vendedora de telas de púrpura, y en aquella época, esas telas se utilizaban para vestir a la gente rica, en especial a la realeza. Lidia les rogó que fueran a su casa y se quedaran en ella. Eso aparenta señalar que en primera instancia Pablo y sus acompañantes no aceptaron la invitación, y por ello Lidia insistió tanto, que ellos terminaron siendo persuadidos.