En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad. No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Fil. 4:10-13

Pablo escribe a los creyentes en Filipo para agradecerles por una ofrenda que ellos le enviaron. En el vs. 11 les dice que ha aprendido a contentarse en cualquier situación, ya sea que tenga o no tenga para comer. Cualquiera que sea su situación, Cristo lo fortalece.

Si analizamos este pasaje desde una óptica meramente material podemos sacar conclusiones erróneas. Pablo no está hablando de que el Señor le da la capacidad de no comer por varios días, Pablo está hablando del corazón. Lo que él está diciendo es que “Al tener a Cristo está absolutamente feliz, contento, lleno y satisfecho”. Nos está diciendo que ha llegado a descubrir el secreto de que teniendo a Cristo tiene todo lo que necesita.

Anteriormente les había dicho que para mí el vivir es Cristo y también les dijo “aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”. Esto es mucho más que simplemente poder manejar bien una situación de abundancia o de necesidad. Pablo está hablando de un cambio radical en aquello que es el propósito y fuente de vida. 

¿Cómo aprendió Pablo a vivir así?  

La respuesta está en el versículo 12: “...en todo y por todo estoy enseñado…”  Es algo aprendido en el transcurso de la vida. Las circunstancias buenas y malas han sido maestros en su vida espiritual para aprender el gran secreto de que Cristo es el único que puede traer contentamiento a tu vida. Nada de lo creado tiene el poder para llenar el corazón del hombre. 

La verdadera vida no está en hacer lo que quiero, sino que la verdadera vida está escondida en Cristo

Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”. Col. 3:1-3

Nada, ni nadie tiene el poder para robarte tu gozo, si tu gozo se encuentra en la persona de Jesús. Sin ÉL, aun teniéndolo todo, no tengo nada.

Experimentar contentamiento en Cristo, es algo que se aprende. Dios usa tus luchas, tus circunstancias actuales, tu falta de gozo y  aprecio por Dios como un medio para cambiarte y llenarte de ÉL.

Veamos cómo Dios usa nuestras circunstancias para llevarnos a ÉL. Ana era una mujer estéril, lo que era muy vergonzoso para una mujer casada. Ana vivía realmente insatisfecha, conflictuada y amargada.  1 S. 1:5-8 “Pero a Ana daba una parte escogida; porque amaba a Ana, aunque Jehová no le había concedido tener hijos. Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos. Así hacía cada año; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba así; por lo cual Ana lloraba, y no comía. Y Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿por qué no comes? ¿y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?” 

Ana estaba tan mal que no era capaz de disfrutar el amor de su esposo. En esa su desesperación Ana se pone a orar a Dios. Derrama su corazón delante del Señor diciéndole lo desesperada que ella estaba por concebir un hijo...Y Dios le dio lo que tanto anhelaba. Dios usa el deseo insatisfecho de Ana para llevarla a ÉL, para mostrarnos a ella y a nosotros que estamos viviendo para algo incorrecto. De una forma vivencial, tenemos en el caso de Ana un ejemplo para apreciar cómo el Espíritu Santo intercede por nosotros y “transforma” nuestras oraciones en algo mejor.

 “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Ro. 8:26-28

Ana ora por un bebé y ¡Dios se lo da!, pero Dios le da algo mucho mejor, Dios le regala estar satisfecha con ÉL.  1 S. 1:18 dice que después de orar “Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste”. ¿Cuándo dejó Ana de estar triste? ¿Cuándo obtuvo lo que quiso? ¡Claro que no! Ella no podía saber si iba a tener un hijo o no. Ella dejó de estar triste porque tuvo un encuentro con Dios en la oración.

“Y levantándose de mañana, adoraron delante de Jehová, y volvieron y fueron a su casa en Ramá. Y Elcana se llegó a Ana su mujer, y Jehová se acordó de ella. Aconteció que al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová”. 1 S. 1:19-20  

¿Cuál es la evidencia que el corazón de Ana encontró realmente contentamiento en Dios? La prueba se da cuando fue el momento de entregar a su hijo, ella pudo hacerlo con un inexplicable sentido de gozo y alegría

“Después subió el varón Elcana con toda su familia, para ofrecer a Jehová el sacrificio acostumbrado y su voto. Pero Ana no subió, sino dijo a su marido: Yo no subiré hasta que el niño sea destetado, para que lo lleve y sea presentado delante de Jehová, y se quede allá para siempre… Después que lo hubo destetado, lo llevó consigo, con tres becerros, un efa de harina, y una vasija de vino, y lo trajo a la casa de Jehová en Silo; y el niño era pequeño. 25 Y matando el becerro, trajeron el niño a Elí. Y ella dijo: ¡Oh, señor mío! Vive tu alma, señor mío, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti orando a Jehová. Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová”. 1 S. 1:21-28

De inmediato, Ana canta uno de los cantos de adoración a Dios más maravillosos que un ser humano haya compuesto a lo largo de toda la historia. Ana canta inmediatamente después de dejar a su único hijo en casa de un desconocido.  1 S. 2:1-10  “..Mi corazón se regocija en Jehová, Mi poder se exalta en Jehová; Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, Por cuanto me alegré en tu salvación. No hay santo como Jehová; Porque no hay ninguno fuera de ti, Y no hay refugio como el Dios nuestro… Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios, Y sobre ellos tronará desde los cielos; Jehová juzgará los confines de la tierra, Dará poder a su Rey, Y exaltará el poderío de su Ungido”. 

¿Qué pasó con esa mujer depresiva y amargada? Ella fue cambiada por un encuentro con Dios. Dios está usando cada circunstancia de tu vida, aun tus deseos insatisfechos, para que puedas admirarlo a ÉL. ¡Anímate!

Pr. Rafael Vargas

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