Pr. 2:1-6 “Hijo mío, si recibieres mis palabras, Y mis mandamientos guardares dentro de ti, Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; Si inclinares tu corazón a la prudencia, Si clamares a la inteligencia, Y a la prudencia dieres tu voz; Si como a la plata la buscares, Y la escudriñares como a tesoros, Entonces entenderás el temor de Jehová, Y hallarás el conocimiento de Dios. Porque Jehová da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia”.
Al leer esta porción de la Biblia podemos captar la importancia que Salomón le daba a usar el concepto de oír la voz de Dios.
Atravesamos un periodo de tiempo muy particular experimentando diversos problemas en la ciudad, el país y el mundo, que se traducen en dolor, desesperanza, frustración, enojo, impotencia y mayor afectación a la economía de las personas y de la mayoría de las organizaciones.
Definitivamente la carga que tenemos que llevar todos es realmente cada vez más pesada en todo orden de cosas.
Hemos de evitar las actitudes de egoísmo y de juicio al prójimo; así como cuidamos nuestra salud física con medidas de bioseguridad tenemos que cuidar la salud de nuestra alma.
No hemos sido llamados a ser jueces del prójimo, así como tampoco a maldecir a nuestros vecinos por sus hábitos o decisiones. No hablemos mal para la ciudad, ni para sus habitantes, ni para quienes están en función de autoridad. Levantemos nuestros ojos al cielo, busquemos al Señor que es de ÉL de quien viene nuestro socorro.
La vida del rey David es motivo para hacer un estudio interesante. La combinación de dones en su vida fue extremadamente diversa. Su pasión como músico marcó la pauta en las Escrituras, pero al mismo tiempo era considerado un gran guerrero. David, reformó la adoración, y lo hizo trayendo la música a la expresión de la adoración; mientras entrenaba a una generación para que valorara la presencia de Dios por encima de todo lo demás. Su ejemplo de adoración se convirtió en el prototipo de adoración en la Iglesia del Nuevo Testamento.
El mayor descubrimiento de David fue sobre la presencia de Dios. Su gran descubrimiento tuvo que ver con la respuesta de Dios a su alabanza. David se dio cuenta de que la presencia de Dios habitaría en su alabanza.
En pocas palabras, Dios establecería Su trono sobre las alabanzas de David, mostrándole el tipo de sacrificios que realmente deleitaban a Dios. Y esto lo cambiaría todo.
David descubrió en el corazón de Dios que nunca se trató de la sangre de animales; sino que se trataba del corazón rendido. Esta entrega del corazón se convertiría en el modelo que David estableció para la adoración en el Tabernáculo.