En el Antiguo Testamento, el Espíritu Santo aún no moraba en el pueblo de Dios, y era mucho más fácil ser influenciado hacia el mal que ser influenciado hacia el bien. Cuando el Espíritu Santo mora en las personas, este provoca un cambio en la naturaleza de dichas personas. Esta nueva naturaleza provoca que la persona se incline hacia la justicia y la búsqueda de la rectitud. Tal fue el caso de Salomón cuando trató de construir un reino de paz. Pero, la paz a cualquier precio ya no es paz.
Cuando Dios genera la paz, esta se basa en la presencia del Príncipe de Paz. Esa paz provoca múltiples efectos, entre ellos: “Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies…” Ro. 16:20. En el Reino de Dios, la paz tiene que ver con la Presencia de Dios, mientras que fuera del Reino tiene ver con la ausencia de algo o alguien.
David, conforme al anhelo de su corazón de edificar un Templo al Señor, hizo el acopio de materiales necesarios y dijo en una ocasión: Salomón mi hijo es muchacho y de tierna edad, y la casa que se ha de edificar a Jehová ha de ser magnífica por excelencia, para renombre y honra en todas las tierras; ahora, pues, yo le prepararé lo necesario.
“Llamó entonces David a Salomón su hijo, y le mandó que edificase casa a Jehová Dios de Israel. Y dijo David a Salomón: Hijo mío, en mi corazón tuve el edificar templo al nombre de Jehová mi Dios. Mas vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Tú has derramado mucha sangre, y has hecho grandes guerras; no edificarás casa a mi nombre, porque has derramado mucha sangre en la tierra delante de mí”. 1 Cr. 22:6-8
Salomón creció conociendo su llamado y propósito en la vida. Él fue preparado para ser rey, y su reinado fue definido proféticamente. Y a diferencia de David, que vivió una vida de guerra, Salomón reinaría en paz.
David desarrolló una comunidad basada en la presencia de Dios. Su liderazgo y los valores que sostenía como hombre hicieron de la presencia de Dios su objetivo. Todo esto estaba conectado con su enfoque en la manifestación del rostro de Dios entre Su pueblo.
A lo largo de la historia, se captan ciertos vislumbres del cielo, y este es un ámbito que David lo entendió con claridad. En el cielo, la presencia de Dios mismo es el valor supremo.
Cuando el Antiguo Testamento menciona la presencia de Dios, casi siempre está hablando de SU rostro. Por ejemplo, en el Tabernáculo de Moisés, estaba el pan de la proposición, el que literalmente, es el pan de SU rostro. El cielo valora SU rostro por encima de todo; nada es más grande que Dios mismo. Él es el cielo, tanto que no hay sombras. Él está en todas partes al mismo tiempo, brillando. Y cada vez que el pueblo de Dios adopta ese sistema de valores, estamos reflejando el cielo mismo. Es en parte un cumplimiento de la oración "así en la tierra como en el cielo".
David no pudo construir el templo que anhelaba por ser hombre de guerra. Sin embargo, preparó la mayor parte de los materiales necesarios, y desarrolló los planos. Hizo esto para ayudar a su hijo a tener éxito en la construcción del edificio más grande de todos los tiempos. Los costos que iba a demandar dicha construcción eran alucinantes. Sólo la plata y el oro costarían a precios actuales alrededor de $ 200 mil millones de dólares. Además del costo de todos los demás materiales utilizados, así como de la mano de obra y su respectivo sustento, dado que alrededor de 140.000 personas trabajaron durante siete años en el proyecto. La magnitud del costo es realmente alucinante.
Un aspecto interesante de resaltar se suscita cuando el rey Salomón escribió una carta al rey Hiram pidiéndole ayuda en el suministro de madera, oro y trabajadores para la construcción del Templo. Hiram fue amigo del rey David.
Cambiar nuestro pensamiento nos proporciona una visión sobrenatural de las cosas naturales y a la vez una visión natural del reino sobrenatural. En el Reino de Dios estos trabajan juntos, cada reino complementa al otro.
El pueblo de Israel no trabajó por el pan en el desierto. Dios proveyó maná sobrenaturalmente para ellos. También ÉL se aseguró de que su ropa no se gastara. Incluso les mantuvo en una comodidad razonable ya que la nube los protegía del calor del desierto durante el día y el fuego los protegía del frío durante la noche. Dios los cuidó y protegió. Los milagros que experimentaron en el desierto los mantuvieron con vida. Los milagros que experimentaron en la Tierra Prometida les dieron un adelanto para tomar la tierra que Dios les estaba dando como herencia.
La mejor forma en que las personas están convencidas de la verdad es mediante el Espíritu Santo. La verdad se libera cuando el pueblo de Dios dice lo que dice el Padre.
Una forma de expresar la verdad se da cuando hablamos con sabiduría, entonces liberamos la presencia del Espíritu Santo en la atmósfera para trabajar en los corazones de los oyentes. Es por eso que tenemos una gran necesidad de la sabiduría que se basa en tener un oído que oiga.
Es la capacidad de escuchar a Dios lo que hace que la transformación tenga lugar cuando declaramos Sus palabras.
Dar honor es vital. Dios lo hace.
Para servir bien, necesitamos hacer algunos ajustes en nuestra forma de pensar y actuar. Esto afectará la forma en que servimos.
Esto comienza con la forma en que nosotros vemos a las personas.
En amor, Dios llamó a Gedeón un hombre esforzado y valiente, a pesar de que se estaba escondiendo de los madianitas.
Jesús llamó a Simón y le cambió el nombre por Pedro que significa roca, aunque vivió más como alguien inestable y a veces inseguro.
La reina de Saba viajó una distancia increíble para ver y oír la sabiduría de Salomón. Ella fue esperando ser impresionada y se regresó reconociendo que ni siquiera le había sido dicha la mitad de lo que era el esplendor de la sabiduría de Salomón. Ella llegó a la conclusión que un sirviente en la casa de Salomón estaba mejor que un rey en otro lugar. Ese es un asombroso resumen de lo que vio, oyó, y experimentó.
La reina llevó a Salomón sus preguntas más difíciles. Es para imaginar que sus preguntas tenían que ver con la creación, el propósito de la vida y cómo deberían funcionar las cosas en el diseño de Dios. Es seguro que también había preguntas personales en su corazón que nunca pasarían por nuestras mentes. Sin embargo, Salomón respondió a cada una con tanta facilidad y gracia que ella se quedó sorprendida, también impresionada por la vida que lo rodeaba
Es interesante ver lo que se destacó para esta reina como cosas que revelaron el gran genio creativo de Salomón, puesto que así se mostraba su sabiduría.
Dios nunca ha tenido necesidades, ÉL sólo tiene deseos y anhelos. ÉL conoce de primera mano el poder del deseo; ya que toda la creación llegó a existir debido a SU deseo. Y eso nos incluye a nosotros, los seres humanos.
Aun en el Jardín del Edén, Dios dejó espacio para una expresión creativa más. Le dio a la primera pareja la responsabilidad de ser fructíferos, multiplicarse y sojuzgar la tierra. Un mandato para que fueran productivos, dejando una marca incluso en el Huerto, siendo partícipes de la belleza que Dios estaba buscando. Dios quería su participación. Ese es el corazón de un Padre que anhela ver la expresión plena de Sus hijos en lo que Él ha hecho.
“¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará; No estará delante de los de baja condición”. Pro. 22:29
La sabiduría testifica que la belleza proviene de Dios. Todo lo que se hizo en la Creación, se hizo a partir de la influencia de la sabiduría, produciendo una belleza indescriptible como expresión de excelencia.
La belleza está en todas partes y anda desplegada por todo lado. Porque la belleza es la marca de Dios sobre la vida misma.
La belleza está en todas partes donde ha estado la sabiduría. Ayudó a definir las múltiples facetas de la creación. Incluso ahora, después de tantos años de abuso por parte de la humanidad, la tierra y todo lo que contiene irradian una gloria y una belleza que apuntan a lo maravilloso que es Dios y todo lo que ÉL hace. Recordemos que el diseño siempre refleja la naturaleza del diseñador.