Dios nunca ha tenido necesidades, ÉL sólo tiene deseos y anhelos. ÉL conoce de primera mano el poder del deseo; ya que toda la creación llegó a existir debido a SU deseo. Y eso nos incluye a nosotros, los seres humanos.

Aun en el Jardín del Edén, Dios dejó espacio para una expresión creativa más. Le dio a la primera pareja la responsabilidad de ser fructíferos, multiplicarse y sojuzgar la tierra. Un mandato para que fueran productivos, dejando una marca incluso en el Huerto, siendo partícipes de  la belleza que Dios estaba buscando. Dios quería su participación. Ese es el corazón de un Padre que anhela ver la expresión plena de Sus hijos en lo que Él ha hecho.

¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará; No estará delante de los de baja condición”. Pro. 22:29 

El valor de la excelencia perteneció a Dios antes de que fuera impartido a los reyes terrenales. La belleza es una de las expresiones de excelencia. En otras palabras, Dios le da un valor extremadamente alto a la belleza.

Dios crea por deseo, no por necesidad. Los que tenemos necesidades somos los seres humanos. Él es más que capaz de atender nuestras necesidades. La redención es un ejemplo perfecto. Necesitamos que alguien sin pecado muera en nuestro lugar, asumiendo nuestro castigo por el pecado. Esto no es algo que podamos lograr por nosotros mismos. Jesús se hizo hombre, vivió una vida sin pecado y murió por nosotros. Por lo que  “La deuda fue pagada”. 

Pero fue para algo, para un propósito que va más allá de nuestra adopción en la familia de Dios. Por glorioso que sea, hay más. 

Dios tiene grandes deseos, sueños, pasiones y anhelos. Y aunque puede hacer todo lo que quiera, sus sueños están conectados con cosas que no llegarán a existir sin nuestra cooperación. Somos colaboradores en este proceso, así lo determinó el Todopoderoso. La separación para Dios de nuestra voluntad  ilustra maravillosamente SUS propósitos. Esta expresión de su naturaleza es lo que quiere lanzar al mundo que ÉL creó.

Hemos sido creados a la imagen de Dios, y tener deseos es parte de SU naturaleza en nosotros. El crea, construye, restaura y sueña. 

Fuimos creados con su habilidad para desear. 

Ésta es una gracia única e invaluable que Él da a aquellos que fueron hechos a Su semejanza. Tenemos este don porque Él es un padre que satisface los deseos, Él es quien recompensa a quienes lo buscan

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. He. 11: 6

Esta combinación de soñadores empoderados que desean expresar el corazón de Dios y el Padre que anhela cumplir los deseos de sus hijos, es una poderosa efusión del conocimiento de la gloria de Dios, que revela a la humanidad la mayor verdad que falta en la conciencia de la humanidad: Dios es un Padre y Él es bueno.

De muchas maneras, la vida de Salomón ilustra lo que es posible a través de este acercamiento a Dios, un Padre que en todos los sentidos nos satisface y completa. Salomón tuvo éxito usando la gracia que le fue dada por el bien de quienes lo rodeaban: 

Cuando Salomón hubo acabado la obra de la casa de Jehová, y la casa real, y todo lo que Salomón quiso hacer, Jehová apareció a Salomón la segunda vez, como le había aparecido en Gabaón”. 1 R. 9:1-2

Después de que se cumplió cada clamor del corazón de Salomón, Dios se le apareció de nuevo. No hay nada como un encuentro profundo con Dios para aumentar los ardientes deseos de nuestro corazón por lo que es correcto y posible en nuestra vida. Aquí hay una pregunta simple: ¿Cómo sería llegar al final de nuestras vidas y preguntarnos: ¿Todo lo que vino a nuestros corazones se cumplió?

Les recuerdo que la gratificación egoísta es lo opuesto a lo que Dios quiere con esta invitación que nos da para expresarnos creativamente. Si podemos tener éxito en esta oportunidad dada por Dios, ilustraremos correctamente el corazón de Dios para las personas de una manera que sea tangible y atractiva. Imagínese una expresión perfecta de la naturaleza de Dios como se ve a través de los deseos cumplidos de su pueblo. Jesús enseñó sobre esto a lo largo de Juan 14-16; como muestra:

Jn. 14:12  De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre”.

Jn. 14:21 El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”. 

Jn. 15:7-8  Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”.

Jn. 16:23-24  ... De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido”. 

Colaboramos con Dios al tener nuestros deseos que expresan Su naturaleza y voluntad cumplidos.

Uno de los grandes conceptos erróneos acerca de Dios es que Él está comprometido a satisfacer nuestras necesidades, pero no nuestros deseos. Ese concepto surge como reacción a aquellos que han tomado el Evangelio y lo han convertido en un estilo de vida en el que usamos el nombre de Dios y  Sus principios, para obtener lo que queremos. 

Si bien ese es un trágico mal uso de las Escrituras, también lo es el concepto de que Dios solo se preocupa por nuestras necesidades. Nuestro Dios NO es el director de un orfanato que nos garantiza tres comidas al día y una cama para dormir por la noche. Es un Padre que se deleita en Sus hijos al involucrarse en sus sueños. Él cumple sueños y deseos fuera de Su naturaleza. El es el gran “Yo soy el que soy”. Un Padre bueno.

Pr. Rafael Vargas

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