Una de las principales tareas como pastor es enseñar a los creyentes a descubrir y utilizar su herencia como hijos de Dios. Para que aprendamos a usar las promesas ilimitadas que Dios nos ha dado para lograr una manifestación de su dominio en beneficio de la humanidad.
Para entender nuestra herencia, primero hay que descubrir el propósito de nuestra salvación. Muchos creyentes permanecen inmaduros porque nunca van más allá de la revelación de que son pecadores salvados por gracia. Los creyentes que maduran son los que entienden que el propósito más elevado de Dios para la cruz no fue simplemente perdonarnos el pecado. Fue para que, al perdonarnos sobre la base de la sangre de Cristo, pudiera invitarnos a una relación familiar con nuestro Padre Celestial.
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