Según la Biblia, el hombre ha recibido dones espirituales de origen sobrenatural.
Creer o no creer en milagros es espiritual. Estos ocurren ya sea que los reconozcas o no.
La mayor parte de las personas que creen que los milagros ocurren tienen una actitud de “esperar y ver”, pero ellos no saben cuándo, cómo o por qué suceden. Ellos simplemente se sientan, oran, y esperan, porque creen que los milagros solo ocurren en lo sobrenatural, con explosiones de fuego en los cielos debido a la intervención divina de Dios. Otros creen que los milagros solo ocurrieron en el pasado y ya no ocurren más.
A diario suceden milagros, a nuestro alrededor y en todo el mundo. Esos milagros son acciones simples o palabras que han entrado a nuestras vidas y las han cambiado para que sean unas mejores vidas.
Estas interacciones pueden parecer comunes y ordinarias, pero a través del tiempo tú puedes ver como ellas han cambiado completamente la trayectoria de tu vida. Como han producido resultados que no se hubieran logrado nunca si no se hubiese dado una “intervención milagrosa”. Estos son los milagros que nosotros podemos crear. Dios los ha puesto en el fuero interior de cada uno de nosotros, y están esperando ser liberados.
Jesús es el más exitoso Hacedor de Milagros. En la Biblia se cuentan 37 diferentes intervenciones de Jesús en las que hizo milagros. Hay sanidades, liberaciones de demonios, El incluso convirtió agua en vino, y resucitó a Lázaro. Todos aquellos que tuvieron contacto con Jesús percibieron su poder para hacer milagros. Jn. 21:25 “Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir.”
La mayoría de la gente vive como si no tuviera derecho a ningún milagro, actúan como si estos fueren hechos para otras personas, pero nunca para ellos. No es así, Jesús afirma en Jn. 14:12 “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre.” ¿Parece eso imposible? No lo es.
Tenemos la evidencia de los milagros de Dios, grandes y pequeños ocurriendo en las vidas. Cada milagro es el resultado de una decisión o de un hecho intencional, ya sea un acto directo de Dios o un acto que Dios nos permite hacer y se convierte en un milagro.
Para poder hacer un viaje al mundo de lo milagroso, tenemos que desbloquear todo nuestro potencial para hacer milagros y entender que vamos a realizar hechos intencionales.
- Creer en Milagros. Los milagros son reales y existen. Son planeados, actos intencionales de Dios para resaltar SU PODER y SU AMOR y para hacer que este mundo sea mejor.
- Ver el Milagro. Dios está trabajando en tu vida. Él ha cambiado el curso de tu vida muchas veces, y ha usado a otras personas, que continuamente te han guiado, bendecido e instruido. Para ser un hacedor de milagros, primero tienes que reconocer todos los milagros asombrosos en tu propia vida.
- Ser el Milagro. Los milagros no suceden accidentalmente. Dios puede dar el paso en cualquier momento y usarte para bendecir a alguien.
Una vez que tú reconoces que los milagros existen y has empezado a ver como Dios movió montañas en tu propia vida, vas a desarrollar un hambre insaciable para ser ese catalizador en la vida de alguien más. Cada milagro crea un sentimiento de unidad y cooperación con Dios, y es verdaderamente uno de los sentimientos más apasionantes que tú has experimentado.
Para que te conviertas en hacedor de milagros, solo tienes que decidir ser uno de ellos. Y cuando lo hagas, Dios va a proveer. EL va a llenar tu corazón con lo que necesitas para cada esfuerzo. Cuando tu creas y actives los milagros en tu vida, tú le estas diciendo a tu destino y al propósito para el cual fuiste creado. SI estoy dispuesto. No te conformes con otra cosa.
La mentalidad de milagros cambia la forma en como ves el mundo. Cuando llenas tu mente y tu espíritu con la creencia que Dios quiere hacer milagros en ti y a través de ti. Todo tu ser se alinea y fija el curso de tu vida en una trayectoria de hacedor de milagros.
Pr. Rafael Vargas Salgueiro