“Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?…. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo…” Lc. 14:28-35

Tienes que estar dispuesto a renunciar a todo lo que tienes para ser discípulo de Jesús.

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame…” Mt. 16:24-25

Para seguir a Cristo, debes negarte a ti mismo; tomar tu cruz y seguirlo. Entonces, asegúrate que tienes una determinación para mantener tu voluntad rendida a la de Dios. Hasta que no estés decidido a renunciar a tu propio señorío y Jesús se convierta en tu vida, no caminarás en comunión firme con Dios.

Si tú aún eres el señor de tu propia vida, NO hay manera de comunicarte con familiaridad e intimidad con Dios y ser guiado por su Espíritu. Si piensas que tienes una relación de intimidad con Dios cuando tú diriges tu propia vida, estás engañado. Tal vez estés oyendo una voz que crees que es la voz de Dios y tienes un caminar que crees que es en el Espíritu pero te aseguro, de acuerdo a la Palabra de Dios que estás engañado. Si todavía estás tomando tus propias decisiones y hay pecado evidente en tu vida, NO tienes una relación de intimidad con Dios y NO estás siendo guiado por el Espíritu Santo. Hay mucha gente bajo la apariencia de ser llenos del Espíritu que están engañados. No son guiados para nada por el Espíritu de Dios. Si hay pecado evidente en tu vida y estás consciente de que tú estás tomando las decisiones en vez de dejar que Dios te dirija, y no tienes los frutos del Espíritu funcionando en tu vida – amor, gozo, paz,..- o ninguna paz de espíritu, y aun así dices tener una relación íntima con Dios, entonces estás engañado. Estás caminando en un espíritu falso.

Para establecer el Señorío de Dios en tu vida, debes decidir de una vez por todas que Jesús es tu Señor. Si Él está al mando, estoy bajo su autoridad y obligado a hacer lo que Él me dice que haga. La Biblia dice que lo único que Él aceptará como amor es mi obediencia a Él. Si yo no puedo confiar en el Señor que me salvó de ir al infierno, ¿en quién confiaré? No importa lo que me cueste, yo voy a hacer lo que Él me diga que haga.

Cerciórate orando y comprueba de todas las formas posibles para asegurarte que Dios es quien te está mandando hacer algo. Necesitamos saber que es Dios antes de obedecer, aunque no entendamos lo que nos está diciendo. Solo tenemos que esperar recibir sus instrucciones. Cuando obtenemos la respuesta a nuestras oraciones  y hacemos lo que Él dijo, vas a descubrir que eso es lo que le agrada.

Ilustración acerca del Señorío: En medio del Edén había dos árboles: el árbol de la vida y el árbol de conocimiento del bien y el mal. El árbol prohibido era el árbol de conocimiento del bien y el mal. No solo del mal. En el principio, Dios había prohibido al hombre que tuviera conocimiento del bien o el mal porque Él NO había ordenado al hombre que tomara una decisión sobre eso. Él era Dios y decidiría sobre que era bueno o malo. Él no quería que el hombre se involucrara en eso para nada.

Eso es lo que toda la naturaleza caída es. Pasamos nuestra vida completa funcionando en ese árbol. Algunos de nosotros hemos elegido hacer el bien y tratamos de evitar hacer el mal pero terminamos siendo nuestro propio señor, aun de buenas obras.

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí;  apartaos de mí, hacedores de maldad…” Mt. 7:21-29

Nunca llegarás a conocer realmente a Dios en el árbol del conocimiento del bien y el mal. Todo lo que alguna vez llegarás a saber son tus propios juicios de lo que es bueno o malo. Tú puedes desempeñar el papel de Dios y juzgar lo que es bueno o malo y decidir lo que harás o no harás. Da lo mismo si tú tratas de hacer bien o mal; el hecho de que tu fuiste quien decidió, te convirtió en el señor de tu vida y ESO ES PECADO.

La naturaleza de Adán  es este árbol del conocimiento del bien y el mal y la otra naturaleza es el árbol de la vida, la cual es la naturaleza de Cristo. Esta es la naturaleza que recibimos cuando aceptamos que Jesucristo entre a nuestra vida. Cuando venimos a Cristo obtuvimos la nueva naturaleza. 

Como cristianos tenemos las dos naturalezas, no perdemos la naturaleza de Adán; el Espíritu de Dios que entra y nulifica la maldición de la naturaleza caída y quita todo pecado, nos da el poder para matar la vieja naturaleza y que así podamos funcionar bajo la naturaleza de Cristo.

Hay un proceso a través del cual tenemos que pasar para convertirnos en hijos maduros de Dios. El propósito de los ministerios es perfeccionar a los santos, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta alcanzar la plenitud de la estatura de Cristo. Los ministros del evangelio tienen la responsabilidad de enseñar cómo usar el poder del Espíritu que cada uno tiene para poder cambiar de la vieja naturaleza a la naturaleza de Cristo, y así poder comenzar a caminar en el Espíritu.

Cuando el hombre participó del árbol del conocimiento del bien y el mal, el pecado entró en él por primera vez y lo apartó de Dios. El Señor nos ha provisto de algo para que nosotros tengamos victoria sobre esta vieja naturaleza y que permitamos que la naturaleza de Cristo funcione dentro de nosotros. Por eso, necesitamos entender las características de estas dos naturalezas y como reconocer en qué espíritu estamos.

Pablo dijo que la gente era carnal aunque ellos pensaban que eran espirituales. No sabían en qué espíritu estaban o no entendían la naturaleza que estaba funcionando en sus vidas. Pablo dijo que la iglesia de Corinto no se quedaba atrás de nadie en lo que se refería a los dones del Espíritu, pero eran carnales. Él dijo que deberían estar instruyendo a otros pero ellos eran todavía bebés a quienes se les tenía que alimentar con leche.

¿Por qué no crecían aún cuando tenían todo ese poder funcionando en la iglesia? Eran carnales porque estaban funcionando en su vieja naturaleza, tratando de ser cristianos. Nunca vas a llegar a ninguna parte tratando de ser un cristiano, o eres como Cristo o no eres. Cristiano significa ser como Cristo, no alguien que una vez tomó una decisión y tiene su nombre anotado como miembro de una iglesia.

Si no estás caminando en el Espíritu, tal vez seas salvo pero no eres un cristiano. En otras palabras, no eres como Cristo. Hemos usado incorrectamente la palabra hasta el punto de que la mayoría de la gente en la iglesia no entiende lo que es ser cristiano.

Hoy la mayoría de la gente de la iglesia está siguiendo sus propios deseos carnales y voluntades, tratando de construir sus propios reinos y ser sus propios dioses. Muchos están tratando de ser buenos, sin embargo, “bueno” en la naturaleza carnal es tan equivocado como ser malo; ambos son abominación ante Dios.

Muchas personas estarán ante Cristo y dirán que han hecho muchas cosas en su nombre; pero Cristo dirá que nunca los conoció. Estos son los que han estado funcionando en el árbol del conocimiento del bien y el mal. Tú puedes llegar a un punto donde adquieres el suficiente conocimiento que puedes elegir ser una buena persona; pero aunque es difícil comprenderlo, hay gente buena en el mundo que está perdida.

No hay uno de ustedes que no conozca a alguien que sea de buen corazón y que siempre está ayudando a la gente; sin embargo, admiten que nunca han tenido un encuentro personal con Jesucristo, no son cristianos. También tenemos aquellos que se han pervertido y harían cualquier cosa despreciable, y colocamos a estos grupos de gente en dos categorías distintas. Fracasamos en comprender que los dos están en el mismo barco; ambos han rechazado a Cristo y están buscando un camino diferente en sus vidas. Uno está buscando llegar al cielo por buenas obras, pero NO hay otro camino excepto Jesús, ÉL es el camino. Cualquiera que trata de llegar al Padre por otro camino, es un ladrón y salteador.

No existe ninguna diferencia en qué tan buenos seamos; todo lo que estamos haciendo es edificar nuestra propia justicia. La Palabra de Dios dice que todas nuestras justicias, todo buen acto que yo haría de mí mismo estando en este árbol del conocimiento del bien y el mal, son como trapos de inmundicia.

No hay ni uno de nosotros que sea justo, ni siquiera uno. Todos hemos pecado y nos hemos quedado destituidos de la gloria de Dios. 

Ro. 3:23 “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Asegúrate de ser guiado por el Espíritu Santo.Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”. Ro. 8:14.

Pr. Rafael Vargas

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