Existe un principio que tiene mayor efecto sobre el tema de avivamiento. Este es que: “Es primero lo natural, luego lo espiritual”. Nuestra mayordomía de las cosas naturales nos prepara para la mayordomía de lo espiritual. 

La mayordomía en la Iglesia es la responsabilidad de administrar las asignaciones que uno recibe en un llamamiento, o cuidar de todo con lo que Dios nos ha bendecido, como la familia, el prójimo, y aun las bendiciones temporales.

"Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, El mundo y los que en él habitan”. Sal. 24:1 NBLA 

En Mateo 25:14-30, Jesús nos enseña sobre la responsabilidad que tienen los mayordomos al recibir talentos. Asimismo, en Lucas 16:10-13, se subraya la importancia de la fidelidad en las mayordomías terrenales, ya que quien es fiel en lo poco, también lo será en lo mucho. Finalmente, en Lucas 19:11-27, se destaca la necesidad de ser buenos administradores de los recursos que Dios nos ha dado.

Cuando Pablo les estaba enseñando acerca del misterio y la necesidad de la resurrección a la iglesia de Corinto, él dijo esta frase: “el espiritual no es primero, sino el natural; luego el espiritual”. 1 Co. 15:46 NBLA

Para ilustrar este concepto como aparece en la Escritura: Un cordero natural era sacrificado para la expiación del pecado. Jesús, el Cordero de Dios, llegó para cumplir todos los requisitos de la ley a favor nuestro al darse a sí mismo como una ofrenda. Al hacerlo, Él descontinuó los sacrificios animales. Así fue que: Primero fue el cordero natural, luego el cordero espiritual.

Apreciemos otra ocasión. Adán fue el padre de la humanidad. Si él hubiera vivido en justicia, hubiera sido nuestra herencia hasta este día. Pero, pecó y heredamos su pecaminosidad. Jesús vino como el último Adán, llegando a ser el “padre eterno” de toda una nueva clase de personas llamada una raza escogida en 1 P. 2:9 NBLA. De la misma manera en que heredamos la pecaminosidad a través de Adán, así heredamos la justicia de Cristo, el postrer Adán por medio de nuestra entrega total a Él. Primero el Adán natural, luego el Adán espiritual.

Jesús enseñó este principio. Él usó el concepto en lo que respecta al dinero.

Por tanto, si no han sido fieles en el uso de las riquezas injustas, ¿quién les confiará las riquezas verdaderas? Y si no han sido fieles en el uso de lo ajeno, ¿quién les dará lo que es de ustedes?” Lc. 16:11-12 NBLA.

Riquezas verdaderas” no significa más dinero. No te está enseñando cómo incrementar tus ingresos o mejorar en cuanto a tu seguridad financiera. Hay lugares en la Biblia que nos dan una percepción en cuanto a cómo traer incremento a nuestras vidas en general, ya sea en finanzas, o el uso de dones, o amistades, etc. Aquí dice, que el nivel de nuestra fidelidad en cuanto al dinero injusto determina la medida de las riquezas verdaderas que disfrutaremos. Las riquezas verdaderas no son de este mundo. Se refieren a la esfera del Reino de Dios, manifestado sobre nuestras vidas, que es el toque culminante de nuestra mayordomía fiel de dinero.  

“Las riquezas verdaderas” abordan el tema del avivamiento, ya sea este personal o corporativo. Y esto porque la presencia manifiesta de Dios, su gloria y el derramamiento del Espíritu Santo son el ejemplo máximo de verdaderas riquezas. El derramamiento del Espíritu Santo es la riqueza más grande del cielo. No sé si podríamos imaginarnos un mayor ejemplo de riquezas que el Espíritu Santo mismo. No podemos comprar sanidad, ni paz espiritual, ni derramamiento del Espíritu de ninguna manera. 

Hay dos cosas que Jesús quería que experimentáramos como resultado de seguir su enseñanza. Una es que aumentaríamos en verdaderas riquezas. La verdadera riqueza es la realidad del mundo invisible funcionando en nuestras vidas de una manera que glorifica a Dios y nos establece aún más en identidad y propósito. El mundo invisible es superior en todo sentido a lo que vemos en lo natural. Sin embargo, es nuestro cuidado y mayordomía sobre lo natural lo que nos prepara para lo invisible. 

La segunda parte de este pasaje es otro enfoque: lo que es de ustedes. Jesús nunca dijo que el dinero era la raíz de todo mal. Es el amor al dinero lo que es la raíz de todo mal. Jesús nunca dijo que las cosas materiales son malas, o que poseerlas es malo. Él prometió traer aumento a esas áreas si eres fiel

“Jesús respondió: En verdad les digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos, o tierras por causa de Mí y por causa del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas, y hermanos, y hermanas, y madres, e hijos, y tierras junto con persecuciones; y en el siglo venidero, la vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos, y los últimos, primeros”. Mr. 10:29-31 NBLA.

Pero el objetivo es que se manifieste la realidad del Cielo en la Tierra. Las verdaderas riquezas.

Pr. Rafael Vargas

TOP
Shopping cart0
Aún no agregaste productos.
Seguir viendo
Abrir chat
Hola 👋🏻 ¿En qué podemos servirte?