El estudio del testimonio es un estudio de la historia. Para entender el poder del testimonio, necesitamos saber qué contiene la historia.
La historia es mucho más que una serie de eventos. Es un relato con trama, personajes, tema y desenlace. Tiene un principio, un desarrollo y un final. Puede haber miles de opiniones diferentes sobre lo que significa la historia, pero solo hay una opinión que es verdadera. Es por eso que la perspectiva divina es absolutamente necesaria para que comprendamos la historia, así como nuestro propósito en el presente.
Como un testimonio, la historia trata verdaderamente de Dios, el Autor de tu historia y de la mía. Si bien Él no escribió para que la tragedia y las crisis llenaran nuestras vidas, sí dispuso que Sus soluciones estuvieran siempre a mano. Por esta razón, la historia misma es un testimonio, compuesto por los testimonios colectivos de Dios.
Los miembros de la realeza estudian y repasan el registro de sus antepasados porque es su conexión con ese pasado lo que les da su identidad y propósito para su vida. Les impone la responsabilidad de hacer algo significativo durante su reinado para transmitir el legado a la siguiente generación. Si una generación no logra vivir de una manera que honre su historia familiar o no logra transmitir esa historia a la siguiente generación, esa línea se rompe y la herencia se pierde potencialmente.
Esa realidad no es menos cierta para nosotros, que hemos sido adoptados en la familia real de Dios. Cuando Cristo Jesús nos compró mediante un pago con sangre y nos trajo de la muerte a la vida, nuestra historia cambió. Estábamos en camino al infierno. Pero después de que le dijimos sí a Jesús, todo nuestro pasado, presente y futuro fueron incluidos en la historia de Dios y su pueblo.
La cruz tiene el poder de transformarnos y redimirnos completamente y nuestro pasado pecaminoso se convierte en un testimonio del poder de Dios, dándole gloria.
No estoy hablando de estudiar las vidas de los creyentes del pasado, o incluso de estudiar las Escrituras, porque esas actividades son ciertamente importantes. Pero son importantes porque nos enseñan la versión de Dios de la historia y nos ayudan a obtener perspectivas de la realidad desde Su perspectiva, lo que nos permite vivir sobrenaturalmente. Las Escrituras llaman a este proceso de entrenamiento renovar la mente.
El poder es uno de los primeros recursos celestiales que te vienen a la mente cuando consideras lo que necesitas para cumplir tu destino de hacer lo imposible. El poder es una parte importante de tu herencia, pero el camino para caminar en poder no puede separarse del encuentro personal con Dios.
Los testimonios de Dios son la clave para caminar en poder porque, al revelar quién es Dios, enseñan a los creyentes a buscar una relación con Él más que dones o respuestas a las oraciones. Dios anhela que encuentren Su increíble amor para que estén motivados por la pasión más que por el deber. Entonces Él puede confiarles Su poder.
La unción que nos capacita para ser como Cristo y hacer buenas obras no es una fuerza impersonal. La unción es una Persona. Es el Espíritu Santo, y Él está apasionado por lograr algo específico en nosotros: conformarnos a la imagen de Cristo. Él es quien revela lo que el Padre está haciendo y diciendo y luego nos capacita para hacerlo y decirlo.
La comunicación con el Espíritu fue el secreto del ministerio de Cristo y es el secreto del nuestro. Los testimonios de Dios nos enseñan cómo es el Espíritu Santo y cómo movernos con Él.
Sin una conciencia constante de Dios y de los testimonios que hablan de su naturaleza, inevitablemente reduciremos nuestra visión y ministerio a lo que podamos lograr con nuestros dones y nuestra fuerza.
Dios es quien nos dio estos dones, pero son como las velas de un barco, diseñadas para atrapar su viento. Sin el viento del Espíritu Santo que las llena, no tienen ningún propósito eterno. Él viene a dirigir su curso más allá del alcance de la posibilidad humana. Sin Dios, estas habilidades no tienen ningún efecto en la eternidad.
Pr. Rafael Vargas