La mayoría de  los seres humanos tenemos deseos y anhelos que incubamos en nuestros pensamientos y guardamos en nuestras memorias a lo largo de nuestras vidas. En cuanto a los creyentes nacidos de nuevo, es difícil comprender que alguno de ellos no tenga el anhelo particular de estar delante de la Presencia de Dios y sostener una relación fluida con ÉL, recibir su guianza y deleitarse en su santidad, su gloria y la manifestación de su poder transformador.

La vida es  diferente cuando existe una interrelación con ÉL. En su Presencia se disipan las tinieblas y brilla el resplandor de la verdad y el amor. La caminata con ÉL se hace una necesidad de vida, llena de regocijo y fortaleza. El entendimiento de la vida surge a partir de su sabiduría y empezamos a comprender la belleza de nuestro Señor.

¿Quién de nosotros no quiere que Dios aparezca y nos bendiga, nos conceda el cumplimiento de nuestros deseos y nos dé una dirección clara para nuestras vidas? Es difícil imaginar a una persona viva que no quisiera el tipo de favor y bendición que tuvo Salomón.  Muchas veces Dios se revela a las personas según la medida del “hambre”, del ferviente deseo que tengamos por ello y de nuestra capacidad de obediencia. 

Cuando se apareció a Salomón dos veces, lo puso en una categoría que casi nadie experimentó. Al hacerlo, habilitó a Salomón para convertirse en un reformador, en un constructor del pensamiento, y en un desarrollador de la revelación de Dios; misma que se llevó a cabo en el propósito de ser de su ciudad y su nación. Pero así, tan grande como fue Salomón, así también, tan grande fue su colapso.

 1 R. 11:9  “Y se enojó Jehová contra Salomón, por cuanto su corazón se había apartado de Jehová Dios de Israel”, que se le había aparecido dos veces. Esta declaración de parte de Dios es fuerte. La vida de Salomón, fue una vida llena de bendición, prosperidad, sabiduría y recibe esta declaración de parte de Dios. Es un final triste, luego de haber experimentado semejante nivel de favor y bendición de Dios…. y el versículo señala algo más cuando dice que Jehová se le había aparecido dos veces. Como para que no quede duda del nivel de favor que gozó Salomón. Y al final de sus días, Salomón, experimenta el colapso.

La angustia de Dios por Salomón debe haber sido enorme. Ya que esta es una de las mayores traiciones de la historia. A nadie se le ha concedido jamás el favor y la bendición que le fueron dados a Salomón. Entonces, ¿qué hay de que nos convirtamos en un pueblo bendecido, más bendecido de lo que ya somos? ¿Cuál es la intención de Dios? Estoy convencido de que nos disciplina para que sus bendiciones no nos terminen destruyendo. El deseo de Dios, nuestro Padre, de llenar nuestras vidas con favor y bendiciones es mucho mayor que todos nuestros deseos por estas cosas juntas. Pero la pregunta permanece: ¿Podemos sobrevivir a sus bendiciones?

El apóstol Pablo nos dio su visión sobre este asunto en Fil. 4:12-13Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

El punto de vista de Pablo es este: la fuerza que necesitamos cuando estamos pasando por pruebas y enfrentando carencias es la misma fuerza que necesitamos cuando abundamos en bendiciones. Las bendiciones nunca deben reemplazar nuestra confianza en Dios. Pero las bendiciones que coexisten con la confianza se convierten en la plataforma para el tipo de crecimiento que solo Dios puede traer: es el tipo de bendición que no causa tristeza. Pro. 10:22La bendición de Jehová es la que enriquece, Y no añade tristeza con ella

Desarrollar una relación con Dios que no cambie ni en bendición ni en prueba es uno de los desafíos más importantes que enfrentamos como creyentes.

Pr. Rafael Vargas

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