Cuando Dios nos da una promesa es como que ÉL visualizó el futuro y nos trae la palabra necesaria para llevarnos a donde ÉL quiere que estemos. Esto sucede con las siguientes dos promesas que el Señor le dio a su pueblo acerca de los últimos días.

“Después ellos se arrepentirán y buscarán nuevamente al Señor su Dios, y a David, su rey. En los últimos días acudirán con temor reverente al Señor y a sus bondades”. Os. 3:5 NVI 

Existe una conexión entre buscar a Dios, su bondad, el temor reverente de su Pueblo y los últimos días, mismos que conforman el escenario necesario para el cumplimiento de esta promesa. Necesitamos hacer uso de nuestra fe para creer lo que el Señor nos prometió en este versículo.

Jer. 33:9 NVI “Jerusalén será para mí motivo de gozo, alabanza y gloria a la vista de todas las naciones de la tierra. Se enterarán de todo el bien que yo le hago; también temerán y temblarán por todo el bienestar y toda la paz que yo ofrezco. La promesa es muy clara: La bondad del Señor estará sobre su Pueblo

La herramienta más utilizada con propósitos evangelísticos es: la bendición del Señor sobre nuestras vidas.

La Biblia dice que los demás verán SU bondad y como consecuencia de ello temerán al Señor. ¿Qué tan impactante tendría que ser esa manifestación de la bondad de Dios para que alguien que la vea, empiece a experimentar temor? 

Es muy difícil imaginar cómo podría darse esto; cómo la bondad de Dios manifestada de forma casual o accidental pudiera generar un resultado que genere temor y temblor en las personas. Tendría que ser algo tan evidente, que no quede la duda que se trata de una manifestación de Dios, para que las personas tiemblen con temor.

Existe un antecedente de una situación de relacionamiento entre Dios y su pueblo que generó temor y temblor en el pueblo de Dios. Estando Israel al pie del Sinaí, el Señor ordenó que su pueblo se santificara y purificara porque iba a descender para hablar con ellos. Ex. 19:16-19 “Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento. Y Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte. Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera. El sonido de la bocina iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz tronante”. Luego que Dios le diera los 10 mandamientos a Moisés leemos en Ex. 20:18-20  “Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos. Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos. Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis”.

Vivimos en un tiempo donde la maldad y el pecado abundan y campean sobre la faz de la Tierra. La oposición que tiene el Pueblo de Dios es cada vez mayor en todo tipo de ámbito. La necesidad que tiene la sociedad es cada vez mayor en materia espiritual. Y algo que debemos comprender y tener presente es que la bendición del Señor nos aparta de los demás. Entonces, resulta fundamental saber cómo debemos administrar estas cosas para cumplir la Gran Comisión especialmente el deseo del Señor de discipular a las naciones.

El Salmo 67 es un cántico con matiz profético. Sal. 67:1-7 NVI  “Dios tenga compasión de nosotros, y nos bendiga; Dios haga resplandecer su rostro sobre nosotros, Selah  2 Para que en la tierra sea conocido tu camino y en todas las naciones, tu salvación. 3 ¡Que te alaben, oh Dios, los pueblos; que todos los pueblos te alaben! 4 Alégrense y canten con júbilo las naciones, porque tú las juzgas con rectitud, y guías a las naciones de la tierra. Selah 5 ¡Que te alaben, oh Dios, los pueblos; que todos los pueblos te alaben! 6 La tierra dará entonces su fruto, y Dios, nuestro Dios nos bendecirá. 7 Dios nos bendecirá y le temerán todos los confines de la tierra”. En los vs. 2, 4 y 7 se mencionan a naciones que vienen a Cristo. Eso nos muestra que estas declaraciones tienen naturaleza evangelística. Y eso es maravilloso porque esto coincide con el corazón de Dios revelado en la Gran Comisión cuando dice que debemos discipular a las naciones. Mt. 28:19 NVI. ¿Qué hizo que se convirtieran las naciones de este salmo profético?  La conclusión es que temían al Señor y experimentaron su salvación.

¿Qué fue lo que hizo que ellos pudieran ver el corazón de Dios y su naturaleza al punto de tener convicción de pecados y que se volvieran a ÉL en arrepentimiento? Fueron las bendiciones. Las bendiciones fueron el precedente para que las naciones se rindieran a Cristo.  Su pueblo imploró por la compasión y sus bendiciones. Dios tenga compasión de nosotros, y nos bendiga; Dios haga resplandecer su rostro sobre nosotros  2 Para que en la tierra sea conocido tu camino y en todas las naciones, tu salvación.

No hay la más mínima duda del por qué el diablo se esfuerza tanto para destruir nuestra confianza absoluta en la bondad de Dios. Cómo nunca antes, se ha vuelto tan necesario entrar a conocer el ámbito de la bondad del Señor.

Pr. Rafael Vargas

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