Jesús enseñó que los valores son un tema del corazón. Mt. 6:21 EL delineo los seis valores universales del hombre Mt. 6:24-25 “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?” Nos mostró tres pares de contrastes: 1. Dios y el dinero. 2. Vida y alimento y 3. Cuerpo y vestido.
Dios es infinitamente más valioso que el dinero, la vida es más valiosa que el alimento y nuestros cuerpos son más valiosos que nuestros vestidos. También nos enseña que nuestra preocupación proviene de una jerarquía imperfecta acerca de que es valioso.
Dios es lo más valioso. Él es el estándar de todo aquello que es valioso. Los valores solo pueden ser estimados cuando son medidos contra un estándar. Equivocarse al valorar basado en un estándar no apropiado daría como resultado una evaluación errada de todo lo demás que tenga valor. Si una persona falla en reconocer que Dios y la vida son lo más valioso, probablemente tendría una valoración errada de casi todo lo demás.
¿Qué tan bueno es el dinero si no tenemos vida? Pregúntele a un enfermo terminal de cáncer, en que comida piensa, o de que marca quiere sus pantalones. Cuando nos diagnostican que nos queda poco tiempo de vida; nuestros activos, inclinaciones políticas, la situación económica y todo el resto de nuestras preocupaciones pasan a ocupar un lugar sin importancia, nada nos interesa más que Dios, la vida y la salud.
Nuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo. Eso significa que este cuerpo debería ser considerado digno de respeto y reverencia. El humanismo en su proceso de desacralización ha envuelto de mentiras culturales nuestros conceptos acerca del cuerpo, todas fluyen del hecho que este cuerpo se convierte en la morada de Dios. Nuestro mundo sería un lugar diferente si comprendiéramos este privilegio soberano.
Ser espiritual y vivir la vida puede ser desafiante cuando mi cuerpo no está sano.
Juan el discípulo amado, escribió en una de sus cartas una oración relacionada con la salud física de los discípulos. 3 Jn. 2 “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.” Acá vemos que en nuestras vidas se entretejen lo espiritual con lo natural. No podríamos leer la Biblia ni ir a la iglesia, si no tuviéramos nuestros cuerpos. No podríamos correr una maratón sin nuestros espíritus. Nuestros cuerpos son definitivamente importantes.
Mt. 6:26 “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” Somos valiosos porque Dios, que es el más valioso, nos valora.
En el mundo que nos rodea, el valor se incrementa dependiendo de la demanda de cierto producto o servicio. El valor también se incrementa debido a quien lo demanda. Por ejemplo el arte, hay ciertos multimillonarios que pagan precios exorbitantes por ciertas obras de arte porque dicen que cierto artista es sublime. El mundo funciona de esta manera porque es nuestra falta de habilidad para valorar correctamente lo que generalmente nos mete en problemas.
En realidad, nada de valor es gratis. Si es gratis, o no tiene valor real o alguien pago el precio. La salvación es gratuita y valiosa porque Dios pagó por nuestros pecados.
En cada interacción de Jesús con las personas, lo vemos haciendo discípulos. Asistió a bodas, visitó amigos, jugó con niños y asistió a funerales. Habló sobre agricultura, construcción, educación, vestidos, salud y hasta sobre el vino. Entendió el mundo financiero y la riqueza, la política y el poder, la religión y la cultura. El usó toda esta información para enganchar y enseñar. La Biblia también dice que EL durmió, comió, oró, trabajó y fue a la sinagoga. Él vivió su vida mientras construía relaciones y hacia discípulos. El diseñó y modeló la idea de ir y hacer discípulos cada día.
Jesús fue provisto de poder para hacer discípulos. Ese es nuestro objetivo como discípulos de Jesús y como discipuladores, después de enganchar, establecer y equipar nuevos discípulos, debemos darles poder para que equipen más discípulos.
Principio #4 Dar poder a todos los creyentes para que hagan discípulos.
Conforme vamos: a trabajar, al colegio, a jugar, a la tienda, a la peluquería, a cenar, en viaje de negocios, a la iglesia, a las clases de gimnasia, en el Facebook…, conforme vivimos en este cuerpo cada día vamos a hacer discípulos. Hch. 1:4-5.
Pr. Rafael Vargas Salgueiro