Dios ha dado instrucciones específicas acerca del enfoque de vida que debemos tener así como de los resultados que espera que nosotros consigamos. Por ello, debemos vivir conscientes del tipo de impacto que debemos hacer aún antes de verlo con nuestros propios ojos.

Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento. 4 Alza tus ojos alrededor y mira, todos éstos se han juntado, vinieron a ti; tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas serán llevadas en brazos. Entonces verás, y resplandecerás; se maravillará y ensanchará tu corazón, porque se haya vuelto a ti la multitud del mar, y las riquezas de las naciones hayan venido a ti. Is. 60:1-5

Cuando nuestra gloria es usada para traer gloria a Dios, cuando nuestros propósitos se rinden a los propósitos de nuestro Padre Celestial, quiere decir que estamos colaborando con Cristo, entonces el Señor nos respalda cuando nosotros brillamos para Dios. La gloria de Dios es liberada como una marca suya sobre un pueblo que brilla como ÉL pidió que lo hiciera.

El alcance de esta profecía  abarca mucho más que cualquiera de nuestros sueños y visiones. Las naciones y los líderes de esas naciones serían transformados; y la riqueza de las naciones serían dadas a la Iglesia para ser usadas en los propósitos del Reino de Dios. Pero todo el fruto, los logros provistos en esta palabra profética están subordinados a una cosa: la manifestación de la Presencia de Dios sobre su Iglesia. Esa es la manifestación de su gloria.

La Gloria de Dios

Tenemos un reto, se nos ha instruido levantarnos y brillar en medio de una profunda oscuridad depresiva, la cual cubre a aquellos quienes nos rodean. Y al nosotros ser obedientes a SU mandato, ÉL libera Su gloria. Nuestro resplandor, nuestro brillo atrae SU gloria. Y la gloria liberada de Dios es la que trae la más grande transformación a las vidas, a las ciudades y a las naciones. 

Moisés obedeció las instrucciones del Señor para construir el Tabernáculo y cuando estuvo listo:

Entonces una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo…” Ex. 40:34-35.

Algo similar sucedió con el Templo de Salomón, el cual fue construido conforme a las instrucciones de Dios y el día de la dedicación del mismo:

Cuando Salomón acabó de orar, descendió fuego de los cielos, y consumió el holocausto y las víctimas; y la gloria de Jehová llenó la casa…” 2 Cr. 7:1-2

En ambos casos Dios dio las instrucciones como el hombre tenía que construir el Tabernáculo y el Templo. Hoy día, es el Padre quien está construyendo su Iglesia, su hogar de morada eterna. ¡Si ÉL llenó con su gloria, las casas que el hombre construyó para ÉL, ¿Cuánto más va a llenar de gloria la casa que ÉL mismo está construyendo?

¿Cómo sabemos que eso es para este tiempo? Sucede que en la Escritura esto acontece cuando una oscuridad profunda se cierne sobre el pueblo de Dios; tal como sucede hoy en nuestros días.

Conclusión

El derrame de su gloria es prometido al grupo de individuos que tiene la capacidad de levantarse y resplandecer con un propósito divino. Por ello es que sólo puede pasarle al pueblo de Dios, a ese que ha recibido la luz del Salvador.

A Israel se le concedió la tierra que Dios le prometió, tuvieron provisión de milagros y victorias militares; pero algo que no se debe pasar por alto es el cuidado, la provisión, la guía y la protección diaria que les prodigo Dios a través de su Presencia permanente en la nube y en la columna de fuego. Todo esto sucedió bajo un pacto inferior al que hoy tenemos vigente con Dios. Por ello podemos preguntarnos: Si Dios hizo esto por ellos, ¿Cuánto más hará por nosotros

Pr. Rafael Vargas

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