En Romanos capítulos 7 y 8, Pablo explicó su frustración y confusión a medida que estaba tratando de comprender qué era lo que estaba ocurriendo dentro de él. Cuando los nacidos de nuevo venimos a Cristo no entendemos del todo lo que está pasando en nuestro ser interior. Pablo estaba pasando por las frustraciones de tratar de caminar con Dios en su propio razonamiento y comprensión.
Cuando te pasas al árbol del conocimiento del bien y el mal, en el cual funciona la mayoría de los que se dicen creyentes, simplemente nunca funcionas correctamente. Apenas determinas hacer algo para Dios y verdaderamente caminas con Dios, parece ser que todo se viene contra ti. Pablo dice: Ro. 7:18 “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo”. Pablo quería hacer el bien pero tenía problemas para hacerlo. “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago”. Ro. 7:19. ¿Te parece algo familiar?
Si entras a una situación donde estás tratando de hacer algo para Dios, terminarás haciendo precisamente lo que no querías hacer. Esta es la presión y el poder de la vieja naturaleza de Adán y el reino de oscuridad. Es muy fuerte en nosotros porque hemos funcionado en ella desde que nacimos. Muchos de nosotros hemos continuado funcionando en esa naturaleza a pesar de ser salvos. La única diferencia es que ahora estás tratando de ser bueno en vez de malo, pero siempre andas fallando.
¡El problema es que no has cambiado de árboles! No tienes que seguir viviendo en el árbol del conocimiento del bien y el mal. No tienes que tratar de vivir para Dios en tu naturaleza carnal, Él te dio una nueva naturaleza que ama vivir para Él, que se deleita en obedecer a Dios.
Tratar de caminar en el Espíritu mientras estás en la vieja naturaleza es imposible. A esta solo le interesa hacer lo que quiere hacer, no le importa lo que Dios dice. Cualquier obra que no es hecha en obediencia a Dios, es una obra muerta.
La nueva naturaleza siempre descansa en paz y ama hacer las cosas que Dios dice. Te guía a la verdad. El Espíritu Santo que mora en ti, ama hacer lo que Dios dice que se haga.
Nuestro problema como creyentes es que tenemos un cuerpo alojando dos naturalezas distintas, una contraria a la otra, y ambas viven en constante disputa. La vieja naturaleza no se va a ir, y no va dejar de obstaculizarte cuando trates de obedecer a Dios, va a seguir causando que tropieces en los años por venir si no tratas con ella.
Dios ha provisto de algo para que puedas sojuzgar esa naturaleza. Puedes edificar la nueva naturaleza hasta que tenga tal fuerza que la vieja naturaleza deje de tener influencia sobre ti. Puedes llegar a tal punto en que te deleitaras en hacer lo que Dios dice que hagas.
El Espíritu Santo no se contenta en cohabitar con tu vieja naturaleza. Dios se opondrá a esta, cada vez que camines en tu vieja naturaleza, Dios hará que pierdas tu paz. Tu vieja naturaleza siempre resistirá a Dios. Dios no quiere que tengas una vida miserable, y sabe que la única manera de resolver el problema es venciendo a la vieja naturaleza. Dios no va a cambiar. Si tú lo aceptaste como Señor, tienes que deshacerte del anterior señor. No hay lugar para dos señores.
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Ro. 8:1
No puedes caminar en el Espíritu y andar pecando. Antes de pecar, tienes que pasarte a la naturaleza de la carne para hacerlo. Si la vieja naturaleza no está viva, no tienes otro lugar a donde ir más que al Espíritu.
“Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu”. Ro. 8:5.
Tú no puedes agradar a Dios mientras estés en la carne. Hagas lo que hagas, sea bueno o malo. El Espíritu nunca aceptará tu carne. La única manera de tener una relación franca y fluida con Dios será cuando permitas que el Espíritu de Dios dirija tu vida.
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”. Ga. 5:16
¿Por qué el grueso de los creyentes no son más maduros espiritualmente 20 o 30 años después de que fueron salvos? No hay cambio porque nunca cambiaron de árbol. Siguen viviendo en el árbol del conocimiento del bien y el mal. La única manera de acabar con ese árbol en tu vida es cortando la raíz que es el orgullo. El orgullo, está allí porque tú eres tu propio señor. Para cortar la raíz, lo que tienes que hacer es humillarte Y así te pasarás al otro árbol. Esto corta la raíz de la vieja naturaleza. Solo pásate al árbol de la vida humillándote a ti mismo y rechaza ser tu propio señor.
Muchos creyentes luchan contra los deseos carnales; se pasan todo el tiempo pensando en estas cosas. Pero si estoy en el árbol correcto, estos deseos no tienen influencia sobre mis decisiones; yo solo quiero hacer lo que Dios dice, no me dejo manejar por estas cosas.
Cuando eres humilde, Jesús es Señor. Cuando estás en el orgullo, tú eres señor. Hablar con humildad significa decir lo que Dios dice que digas. La humildad no es una apariencia externa, es lo opuesto al orgullo.
Después de que Pablo aprendió que uno tiene que pasarse al Espíritu para obedecer a Dios, él dijo esto:
“Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, 27 sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”. 1 Co. 9:26-27.
Pablo aprendió a pelear, y puso a su propio cuerpo bajo sujeción, y así obtuvo la victoria sobre su carne.
Hay algunas cosas básicas que tienen que hacerse para entrar y permanecer en el Espíritu. Por ej. Cuando vas a la iglesia y te pones a alabar a Dios; generalmente te olvidas de otras cosas. Al confesar a Jesús como Señor y al hacer que tus ojos dejen de estar puestos sobre ti mismo, en ese preciso instante dejas de ser tu propio señor. Te introduces en la atmósfera correcta y puedes ser reunido con el Espíritu, sin que realmente entiendas cómo llegaste allí.
Lo primero que tienes que hacer para caminar con Dios es humillarte.
“Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”. Stgo. 4:6
Uno de los problemas más comunes entre creyentes es que tienen miedo de ser honestos consigo mismos. Es porque saben que están llenos de pecado. Actúan como si Dios no supiera que es lo que está mal si ellos no lo admiten, pero Él sabe más de lo que tú has hecho mal que lo que tú mismo sabes. Dios lo sabe todo y aun así te ama. Si quieres caminar con Dios, conocerlo y entenderlo; tienes que purificar tu corazón y no ser de doble ánimo. Si tú eres amigo del mundo, entonces eres enemigo de Dios. O Él es el Señor de todo, o no es señor de nada. Si tú eres señor, Él está fuera de escena. Cuando funciones en tu razonamiento y comprensión, Dios no te dirigirá. Si Él es Señor, Él es responsable de hablarte y dirigirte.
Necesitas ser honesto contigo mismo y conocer tu propio corazón. Cuando tú te humilles, Dios se acercará a ti y te dará gracia, un favor inmerecido de Dios. Cuando la gracia está funcionando puedes hacer cualquier cosa. La gracia llenará lo que me falta en habilidad. Si Dios va a recibir la gloria, Él tiene que hacerlo. Él tiene que darte la revelación, unción, provisión, fuerza y todo lo demás que necesitas.
Si yo me paso al orgullo y trato de hacerlo por mí mismo, pierdo la gracia. Entonces me encuentro frustrado porque no puedo hacerlo. Si no puedes hacer lo que Dios dice que hagas, es porque no tienes gracia. Si no tienes gracia es porque estás en el árbol equivocado. La gracia la obtienes en el árbol de la vida y obtienes la oposición de Dios cuando estás en el orgullo. Cuando estás en el árbol equivocado solo puedes confiar en ti mismo, aparte de que Dios te estará resistiendo. Esa es la diferencia entre el reino de oscuridad y el Reino de Luz. ¿Si Dios es por mí, quien está contra mí? No existe nada que yo no pueda hacer si Dios está de mi parte.
Si tú eres señor, Dios se opone. Si Él es Señor, Dios ayuda. Dios no va a cambiar. Si las cosas van a funcionar con fluidez, tendré que cambiar yo. Cuando Él es Señor, yo tengo todo lo que necesito.
Pr. Rafael Vargas