En Lucas 15  dice la Biblia que un padre pierde a uno de sus hijos, y cuenta toda la experiencia que vive este muchacho. Concentremos nuestro recuerdo en lo que este padre hace cuando encuentra a su hijo.

Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse”. Lc: 15:22-24

El padre hizo una gran fiesta por haber encontrado a su hijo que se había perdido. La fiesta incluía a sus familiares y siervos. Lo que este padre está diciendo es: ¡Alégrense conmigo! ¡Quiero que sientan lo que yo siento!

Cuando una persona se convierte hay tanto gozo en el  corazón de Dios que el ejemplo humano que más se le acerca es una fiesta donde NO solo una persona se goza sino que todos celebran porque todos comparten el gozo. El gozo que experimenta el padre es tan grande, que NO puede dejar de compartirlo. Pero, ¿qué es lo que inicia la gran fiesta celestial? Jesús lo dejó establecido así: “Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento”. Lc. 15:7.

El Señor comienza la fiesta, por el gozo que siente cuando se convierte una persona. Basta la conversión de una sola persona. ¿Podemos apreciar el valor que le da Dios a la conversión de una sola persona? ¿Podemos ver el desborde de alegría que causa en Dios una conversión? ¿Nos imaginamos así a Dios? ÉL quiere que nos alegremos juntos, quiere que sintamos el gozo que ÉL siente.

“Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó”. Lc. 15:20 

El hijo venía andrajoso, seguramente maloliente por el largo tiempo de no bañarse, con el pelo endurecido y grasiento. Así y todo su padre corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.

Así es nuestro Padre celestial. Es un Dios que tiene enorme placer en abrazar a un pecador arrepentido, donde sus emociones y gozo están tan estimulados que no duda en besarlo y gozarse con él. El gozo que siente el Señor, es el gozo que quiere compartir contigo. Hay una faceta de la felicidad de Dios que se siente cuando alguien se convierte; la cual solo podrás sentir cuando lleves a alguien a los pies de Jesús. Hay un rasgo del corazón de Dios que jamás podrás experimentar a menos que evangelices o pastorees. Porque no conoces el gozo que se experimenta cuando has sido usado por Dios para salvar una vida. Escucha el llamado de quien te dice Sígueme y haré de ti un pescador de hombres.

…Más bienaventurado es dar que recibir”. Hch. 20:35.  

¿Por qué una persona es más feliz cuando da que cuando recibe? ¿Qué tiene el dar que no tenga el recibir? 

Si Jesús no nos hubiera mostrado ciertos aspectos de cómo es el corazón del Padre, no podríamos saber que Dios tiene un corazón de siervo.

“se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido”. 

 Jn. 13:4-5  

Este pasaje de la vida de Jesús nos muestra que Dios encuentra placer en servir

Qué viene a ser la oración, ¿acaso no es un pedido para que el Rey nos sirva y nos conceda lo que le pedimos?¿Qué hace el Señor al responder a nuestra peticiones? ¡EL nos sirve! Además nos instruye que oremos. Nos pide que le pidamos

“Pedid y se os dará... porque todo aquel que pide, recibe…” Mt. 7:7-8  

“Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré… Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré”. Jn. 14:13,14

 “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros…”  Jn. 15:11  

El corazón de Dios encuentra placer en servir. Y cómo ÉL quiere que seamos como ÉL es, tenemos que es Más bienaventurado es dar que recibir.Porque “dar” te hace ser parecido a Dios. Dar te permite sentir lo que ÉL siente cuando ÉL lo hace. Pocas cosas nos hacen parecernos más a Dios que servir a otros. Y definitivamente, pocas cosas nos hacen experimentar más a Dios y sentir el gozo del Señor como el servir. Dios quiere que nos gocemos como ÉL se goza.  Quiere que al predicar nos gocemos, quiere que al servir a otros nos gocemos. Quiere que experimentemos lo que ÉL experimenta.

Pr. Rafael Vargas

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