A pesar de que Jesús hizo el milagro de multiplicar unos cuantos panes y peces y dio de comer milagrosamente a una multitud. Es bueno dejar establecido que  Jesús no vino a esta tierra para alimentar a la gente con pan físico. Él vino para salvar almas y dar vida eterna.

Al no hallarlo en el lugar del milagro, cruzaron el lago con dirección a Cafarnaúm.  

“Cuando lo hallaron al otro lado del lago, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? Jesús les respondió: De cierto, de cierto les digo que ustedes no me buscan por haber visto señales, sino porque comieron el pan y quedaron satisfechos. Y luego, Jesús dijo: Trabajen, pero no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna, la cual el Hijo del Hombre les dará; porque a éste señaló Dios el Padre. Jn. 6:25-27 RVC

“Entonces le dijeron: ¿Y qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Jesús les respondió: Esta es la obra de Dios: que crean en aquel que él ha enviado. Jn. 6:28-29 RVC.

Jesús les está diciendo:  “Ustedes buscan comida que perece y la comerán. Pero en unas horas más, volverán a tener hambre”. Él dice: “Soy el pan de vida, soy para tu espíritu lo que el pan es para tu cuerpo. ¡Necesitas ver más allá del milagro!”. Estas personas lo seguían porque Él las alimentaba. Lo que les daba de comer determinaba su devoción. Esto es lo que llamamos el evangelio social. La humanidad necesita salvación. No digo que no debamos cuidar de los pobres. Debemos hacerlo, pero ¿qué importa si alimentas a un hombre y este muere y se va al infierno? 

Qué lástima que algunos no hayan comprendido la verdadera razón del milagro. Cuando Jesús comenzó a hablarles sobre la realidad espiritual, sobre comer su carne y beber su sangre, lo abandonaron. Si no tenemos cuidado, podemos tener conciertos, campamentos, cenas, obras de teatro, etc. en la iglesia que atraigan a la gente, pero si eso es todo lo que les damos sin Jesús, nos hemos perdido todo. No hay sustituto para el Evangelio de Jesucristo. Cristo vino como el Pan de vida, para que las personas sean salvas. 

“Le dijeron entonces: Pero ¿qué señal haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué es lo que haces?”  Jn. 6:30 RVC 

Acababa de alimentar a 5.000. ¡Ahora piden otra señal! Este es el problema de los milagros. Los milagros por sí solos nunca satisfacen. Nunca satisfacen la necesidad más profunda de la vida de una persona. Jesús dice: "¡Necesitan creer en mí! ¡Me necesitan!". Ellos dicen: "Bueno, dennos una señal". 

Aquí están estos “demandantes” que quieren señales y milagros. 

“Nuestros padres comieron el maná en el desierto, tal y como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto les digo, que no fue Moisés quien les dio el pan del cielo, sino que es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo. Y el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. Entonces 34 le dijeron: Señor, danos siempre de este pan. Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida…” Jn. 6:31-35 RVC.

Este es el significado del milagro. Jesús dijo “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. Pero yo les he dicho que, aunque me han visto, no creen”. vs. 35-36. Jesús es pan sobrenatural. Lo que no entendían era que él era el Mesías. Él era el Hijo de Dios.

Decían: “Moisés nos dio el pan”. Y Jesús dijo: “Moisés no les dio. Fue Dios quien les dio. Y yo he venido del Padre. Soy el verdadero pan de vida”. El maná del Antiguo Testamento sólo representaba, y profetizaba a Jesús. El maná bajó del cielo como Jesús bajó del cielo. Cayó sobre la tierra, lo cual habla de la humildad y la humanidad del Señor Jesús. Era redondo, lo cual hablaba de su eternidad. Era blanco, lo cual hablaba de su pureza. Tenía sabor a miel; eso hablaba de la dulzura de su vida. Tenía sabor a aceite; eso hablaba del Espíritu Santo que estaba sobre él. Tenía que ser alcanzado y tomado, y eso demuestra que Jesús debe ser apropiado y alimentado. Los sostuvo físicamente, y Jesús nos sostiene espiritualmente. Todo eso en el Antiguo Testamento fue una ilustración del Señor Jesucristo. 

Es a Jesús a quien necesitan. Tienen hambre en su corazón. Él es el pan del cielo. Necesitan alimentarse de Jesús, quien es el pan de vida. Jesús es pan espiritual, pan sobrenatural y es pan que satisface. 

Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, nunca tendrá sed”. Jn. 6:35  

¿De qué hambre está hablando? ¿Se refiere al hambre física? ¿Cuántos cristianos han pasado hambre y sed? No dice que si te salvas, nunca volverás a pasar hambre. Jesús es lo que necesitamos. Jesús es todo lo que este mundo necesita hoy.

Lo que la gente anhela, lo sepan o no, es a Jesús. Él, y solo Él, puede satisfacer el anhelo más profundo de nuestros corazones. Los hombres buscan satisfacción por todas partes. ¡Nunca la encontrarán hasta que la encuentren en el Señor Jesús! ¿Para qué te creó Dios? Dios te creó para amarlo. Dios es amor, y de qué sirve el amor si no se demuestra, si no se recibe. Dios nos creó para tener comunión con nosotros, para amarnos.

Fuimos creados para conocerlo y amarlo.  Dios te creó para conocerlo, amarlo y adorarlo, y hasta que lo hagas, serás como un ave en el mar y como un pez en el aire, estarás fuera de tu elemento. Tu elemento es Jesús. En Él vivimos, nos movemos y existimos. Fuiste creado para conocerlo, amarlo y adorarlo.

¿Qué debería hacer este mundo? Debe buscar el alimento que perdure para vida eterna. Necesitamos buscar al Señor por encima de todo. El hombre natural busca fama, fortuna, amigos y bienestar. 

“Por lo tanto, busquen  primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas”. Mt. 6: 33 RVC

Jesús dijo: «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia». La mayoría de la gente tiene hambre y sed de bienaventuranza. “Bendíceme, Señor. Quiero una bendición”. No, deja de buscar la bendición y empieza a buscar la justicia. ¿Quién es la justicia? Cristo es nuestra justicia. Debes buscar al Señor Jesús como un hambriento busca el pan, y debes buscarlo a Él primero. Busca primero el reino de Dios y su justicia.

Las personas más miserables de la tierra son las que buscan solo la satisfacción. Nunca la encontrarán. ¿Por qué? Porque esa insatisfacción que tienen es simplemente un síntoma de una enfermedad que es el pecado, y la respuesta a esa enfermedad es la rectitud. Jesús dijo que debes tener hambre y sed de justicia. Él es el pan del cielo para tu hambre. Cuando te alimentas del Señor Jesucristo, mirarás atrás y verás que eres bendecido.

Debemos buscarlo con propósito. Él dice: “Trabajen por esta comida”. Cuando un hombre tiene hambre física ¿qué busca? ¡Pan! A ese hombre no le interesa nada. Si un hombre tiene hambre, solo le interesa una cosa: la comida. Y si se muere de hambre, saca comida de la basura. ¿No es cierto? Una persona hambrienta es una persona humilde, y una persona humilde dice: "¡Pobre alma mía! Hay que alimentarla". Y el problema con muchos de nosotros es que estamos tan hartos del pan de este mundo que no tenemos apetito por el Señor Jesucristo.

Jesús dijo: "Me siguen por los peces y los panes". Trabajen por la comida que a vida eterna permanece. Debemos buscar a Jesús con preeminencia, con propósito; con todo el corazón, alma y todo lo que tengan, ¡busquen al Señor!

Jesús dijo: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.  Cuando Jesús realizó este milagro, ¡quedaron saciados! Tenían todo lo que querían. ¿Volvieron a tener hambre? Sí. Cuando te alimentas del Señor Jesucristo, ¿significa que solo comes una vez y paras? No. ¿Sabes lo que Dios ha hecho? Dios nos ha dado apetito perpetuo para que estemos eternamente satisfechos.

Ahora apliquemos esto al Reino espiritual. Debes agradecer a Dios por tu apetito, porque es lo que demuestra que tienes salud espiritual. Dios te creó para que estés satisfecho, tengas hambre y vuelvas a sentirte satisfecho. Dios nos creó para siempre, con un apetito para que estemos continuamente satisfechos.

Mira más allá del milagro. Mira más allá del pan físico, ¡mira a Jesús! Lo que nuestro corazón anhela, lo que necesitamos, lo que queremos es encontrar satisfacción en el Señor Jesucristo. Solo Él es la respuesta de Dios a tu hambre más profunda. Solo Jesús puede quitar el dolor de la vida, el aguijón del pecado, la tristeza de la tumba y dar una esperanza firme y segura.

Pr. Rafael Vargas

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