Hay cosas que a veces nos cuesta aceptar porque tenemos moldes de pensamiento que hemos construido conforme a nuestros propios parámetros. Una de las cosas a la que a veces es difícil acostumbrarse es que al Señor le encanta bendecir tanto al creyente, así como también al que no es creyente. 

Nosotros, celebramos cuando Él permite conocer algo extraordinario a un creyente. Ya sea que ese conocimiento sirva para curar una enfermedad, o haga posible un nuevo invento para servir a toda la humanidad o traiga paz entre naciones en conflicto a través de sus amados hacedores de paz, a todos nos anima escucharlo. Dios está afirmando el llamado y los dones de sus siervos, y está utilizándolos para incrementar el número de personas que atestiguan acerca de su corazón bondadoso por las personas. También debemos reconocer que a veces Él elige hacer lo mismo a través de personas que son NO creyentes, que por momentos llevan un estilo de vida incorrecto, e incluso puede que sus propósitos no sean los mejores. Y nos preguntamos ¿Qué está haciendo el Señor al cederle tal tesoro a quienes no son sus hijos? ¿Incluso si son malvados? 

Un ejemplo acerca de este tema es el del rey Herodes. Él dio un discurso ante una multitud: 

“La gente gritaba: !Voz de un dios, no de hombre! Al instante, un ángel del Señor lo hirió, porque no le había dado la gloria a Dios; y Herodes murió comido por gusanos”. Hch. 12:22-23 NVI. 

Herodes fue muerto por no haberle dado la gloria al Señor por su habilidad de impactar a la multitud con su discurso. Eso implica que la gracia de Dios estaba sobre él  para decir algo significativo. El Señor lo ungió. Esto es especialmente difícil de reconocer para la Iglesia en estos tiempos.

Hay mucha tensión política y si alguien no confiesa con valor haber nacido de nuevo en Cristo y luego no se convierte en un modelo de cristiano maduro, es muy probable que la Iglesia lo critique y rechace. Se ha vuelto muy difícil para nosotros la tarea de reconocer la unción que reposa en alguien que no es creyente, en especial si la persona no reúne las características que nosotros creemos necesarias para liderar. Si esta persona cometió desaciertos morales y políticos en el pasado, hay muy pocas probabilidades de que la Iglesia vea la mano de Dios sobre dicha persona en el momento señalado. Necesitamos ver a través de los ojos  de un Padre perfecto, que siempre tiene propósitos de redención en todo lo que hace.

La cuestión central es que la unción del Señor puede reposar en personas NO creyentes para propósitos divinos. Lo vemos una vez más con Caifás en el evangelio de Juan:

“Uno de ellos, llamado Caifás, que ese año era el sumo sacerdote, les dijo: ¡Ustedes no saben nada en absoluto! No entienden que les conviene más que muera un solo hombre por el pueblo y no que perezca toda la nación. Pero esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que como era sumo sacerdote ese año profetizó que Jesús moriría por la nación judía y no solo por esa nación, también por los hijos de Dios que estaban dispersos, para congregarlos y unificarlos”. Jn. 11:49-52 NVI

Caifás profetizó acerca de la crucifixión de Jesucristo y el efecto que iba a tener en la nación de Israel. Declaró la Palabra de Dios, no desde su relación con Él sino por el puesto que tenía. A veces el Señor reposa en la vida de una persona enteramente para el bien de esta; es la tarjeta de presentación de la bendición. Y otras veces esa gracia recae sobre una persona para servir o influenciar  a otros, como en el caso de Caifás. Si queremos ver el efecto que su tarjeta de presentación causa en la sociedad, es nuestro deber reconocer esto.

En el Sermón del Monte, Jesús nos enseñó a amar a nuestros enemigos:

“... Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en los cielos. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos”. Mt. 5:44-45 NVI. 

Dios quiere mostrar favor y bendición a todos. Si queremos imitar a este Padre maravilloso, y probar que somos sus hijos, debemos amar a quienes no lo merecen. Este es el corazón del Padre. 

Demuestra que es una parte vital para entender el funcionamiento del Reino. Si Él desea mostrar su favor al más malvado entre nosotros, ¿quién soy yo para condenar y rechazar? Debo bendecir lo que el Padre bendice, sabiendo que Él está dejando en el corazón de las personas su marca de la manera que Él elige y sabe que es mejor.

Es gratificante escuchar historias de personas que han experimentado un favor inusual que cambió sus vidas para siempre. Los ojos se llenan de lágrimas al escuchar cómo Dios ha marcado una vida con su favor antes de que ésta pudiera ganárselo. Casi siempre estas historias incluyen una coincidencia inusual. 

En realidad, es el Señor dejando su sello en ellos, ese sello que revela su bondad, para que puedan conocerlo como el Padre de todo lo que está bien en este mundo. De esta manera, Él convoca a las personas a un destino de eterno deleite; la condición es preocuparse lo suficiente como para desacelerar el paso, reconocer la fuente, y decirle “si” al único que tiene derecho a gobernar nuestras vidas. Y verdaderamente, Él gobierna; y nos lleva a una libertad inimaginable.

Dios es Dios y siempre va a hacer lo que le complace. 

Él no está sujeto a nosotros y no nos debe ninguna explicación, aunque se da a nosotros sin reservas una y otra vez. Teniendo el cabal entendimiento de la bondad de Dios, eso va a hacer que pase lo que pase nunca voy a cuestionar su bondad. Puede que nunca comprenda cómo o por qué suceden las cosas. No sacrificaré mi conocimiento de la bondad del Señor en el altar del razonamiento humano para hallar la explicación a una tragedia. Pero una cosa es segura: Dios es bueno, y siempre es más bueno de lo que pienso.

Pr. Rafael Vargas

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