En estos días, los guerreros de Dios pueden ser atacados por el desaliento, hacer que se sientan agotados, sin alegría e incluso apocados en su espíritu. Tengamos presente que el guerrero en el espíritu sabe discernir la batalla espiritual.

Lot tenía aflicción mientras vivía en Sodoma. “Porque para este hombre justo, que vivía entre ellos, cada día era un tormento al ver y oír lo que esos malvados hacían”. 2 P. 2:8 RVC. Esto es lo que el pueblo de Dios está sintiendo al presente en nuestra cultura. Muchas personas le atribuyen a la política y sus devaneos los males que hoy vive la sociedad; y eso no necesariamente es cierto. No se trata de política, lo que ahora estamos confrontando es la maldad.

“Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”, 2 Co. 10:4-5.

¡Las armas de la Iglesia no son de este mundo, sino las poderosas armas de Dios, capaces de destruir fortalezas y de desbaratar argumentos.

Pablo despertó a través de estos versículos una esperanza para el pueblo de Dios. Y si los creyentes no podemos derribar fortalezas, el Señor tendría que “achurar” al apóstol Pablo porque nos “la charló”, porque no podemos hacer lo que dice que deberíamos poder hacer. Pero, el objetivo de Pablo era el de provocar a la Iglesia a tomar las poderosas armas de Dios para enfrentar la maldad de sus días.

Nos tenemos que equipar para enfrentar y conquistar el mal, aunque este sea descomunalmente grande, o es que creemos que eso no es posible. 

Dios ha escogido actuar en respuesta a la oración. ÉL espera hasta que su pueblo se levante y tome el lugar que le corresponde en el campo de batalla. Echemos una mirada a la vida de David. Nadie desafió al gigante Goliat,  día tras día, humillaba al ejército de Israel. David no pudo soportarlo y se ofreció, dijo aquí hay alguien dispuesto a quitar la maldad de en medio. La juventud, y la falta de experiencia en batalla hacían de David, un proyecto de sacrificio perfecto para Goliat. Dios está buscando guerreros así, personas que no pueden convivir con el mal, que no pueden soportar la perversión y que se enfurecen al ver que hay quienes traen deshonra a Dios. Dios está buscando a aquellos que ÉL pueda guiar y usar para cambiar el rumbo de la nación.

Cuando Dios ve a alguien tomar las poderosas armas espirituales, guiado por el Espíritu de Dios, en el Nombre de Jesús y va por lo imposible; ÉL se encarga de reunir los recursos del cielo para traer a ese alguien a la victoria total.

Si en el interior de tu ser, el Espíritu está ardiendo con pasión y hay un fuego interior que quema las vacilaciones y que vaporiza las excusas y el miedo. No dudes de que con Dios somos más que suficientes para ser vencedores en esta contienda. Y la única razón para ello, es porque Dios está contigo.

“Así que Jonatán dijo a su escudero: Vamos a cruzar hacia la guarnición de esos paganos. Espero que el Señor nos ayude, pues para ÉL no es difícil salvarnos, ya sea con muchos o con pocos”. 1 S. 14:6 NVI. 

Cuando la maldad es exaltada, Dios busca libertadores. Para que convierta sus voces en voces indestructibles para que restauren la justicia. Dios siempre nos hace triunfar en Cristo. El no nos activa para la acción solo para que terminemos frustrados. Él nos despierta para encender una serie de milagros y revelar su plan.

La ocasión exige acción. Pero no cualquier acción. Exige una vasija llena del Espíritu Santo para hacer cualquier cosa y todo lo que ahora está justificado por el momento que nos ha tocado vivir.

Los creyentes de la Iglesia Primitiva se relacionaron con el Espíritu Santo. Lo veneraban y tenían un sentido claro de su cercanía y su participación en sus acciones diarias. Y además, dichos creyentes por un lado obedecieron y por el otro anticiparon sus instrucciones. 

“Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron. Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre.  Hch. 13:2-4 

Son millones de personas las que están escuchando el mismo llamado: ¡Apártense para Mí!. 

Una nueva y gloriosa obra del Espíritu Santo está a punto de estallar. Dios va a sacudir todo lo que pueda ser sacudido. Y la lluvia tardía será más intensa en gloria que la primera. ¡Gloria a Dios!

Pr. Rafael Vargas

 

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