Una forma práctica para que el creyente acceda a la autoridad y el poder de la cruz es por medio de participar de la Santa Cena.
El hecho de participar de la Santa Cena nos introduce a experimentar una realidad espiritual poderosa. La Santa Cena es un muy buen ejemplo de la conexión de lo físico con lo espiritual, y al mismo tiempo te permite la plena participación en los logros de la cruz.
La Santa Cena es participar de la evocación de una gran bendición.
“La copa de bendición por la cual damos gracias, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?” 1 Co. 10:16 RVC
La Santa Cena no solo es para apropiarnos de las bendiciones asociadas con la muerte y resurrección de Cristo, es también una oportunidad para asomarnos al infierno y recordarle al enemigo que ya no tiene autoridad sobre nosotros.
“Por lo tanto, siempre que coman este pan, y beban esta copa, proclaman la muerte del Señor, hasta que él venga”. 1 Co. 11:26 RVC
La pregunta que surge es: ¿A quién proclamamos la muerte del Señor? Proclamar algo es como predicarlo. Pablo explica que cuando tú tomas el pan y el vino, estas predicando. Tu estás predicando un mensaje.
“Antes, ustedes estaban muertos en sus pecados; aún no se habían despojado de su naturaleza pecaminosa. Pero ahora, Dios les ha dado vida juntamente con él, y les ha perdonado todos sus pecados. Ha anulado el acta de los decretos que había contra nosotros y que nos era adversa; la quitó de en medio y la clavó en la cruz, Desarmó además a los poderes y las potestades, y los exhibió públicamente al triunfar sobre ellos en la cruz”. Col. 2 13-15 RVC.
Este pasaje bíblico nos dice lo que Jesús logró en la cruz: el diablo fue derrotado y desarmado.
Ahora bien, el diablo todavía tiene más poder que tú y yo, pero esta es la clave para entender la victoria espiritual en cualquier esfera, o en cualquier área, tú tienes que reconocer que el poder no significa nada sin la autoridad para usarlo. En la cruz, el diablo perdió su autoridad. Jesús “desarmó a los poderes y a las potestades”.
La Santa Cena es tu oportunidad para predicar tu mensaje a las potestades malignas y recordarles que han sido derrotados y que tú lo sabes. Es tu turno para notificárselo al infierno.
Como creyente, la Santa Cena es uno de los actos más importantes de FE que tú puedes llevar a cabo. Cuando tomas el pan y el vino, tú puedes decir a Satanás que se vaya al infierno porque, en virtud del pan y del vino, el cuerpo y la sangre de Cristo, tú tienes la capacidad de apoyarte en la autoridad de Cristo sobre Satanás.
¿Por qué necesitas pasarle notificación al infierno sobre tu vida, relaciones, y todo lo demás que tiene que ver contigo? Porque gran parte del caos que atravesamos en la vida proviene de esa esfera. Es esta esfera espiritual del mal la que invade nuestro mundo físico y trata de que no experimentemos las bendiciones de los decretos del Nuevo Pacto. Por tanto, tú necesitas enviar un mensaje al enemigo.
Una de las peores cosas que tú puedes hacer es transformar en ritual aquello que se supone es sagrado. Nunca permitas que la Santa Cena, algo tan profundo, se convierta en algo completamente ordinario.
En el principio, comer del fruto hizo que Adán y Eva perdieran la victoria y la autoridad. En consecuencia, fue su acto de comer el que nos trajo la derrota porque comieron mal. Hoy por medio de la Santa Cena con la sangre y el cuerpo de Cristo, al comer en memoria de Él y de lo que Él logró en la cruz, proclamamos la recuperación de la victoria y la autoridad que se perdió en el principio.
Independientemente de lo que estés experimentando en tu vida, te sugiero que alabes al Señor. Alábale porque Él está sentado por encima de todo principado y potestad. Y en virtud de tu relación con Él, tú estás sentado con Él. Como resultado tienes acceso a su gobierno y autoridad en tu vida.
“y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”. Ef. 2:6
Por eso en Apocalipsis los creyentes fueron capaces de vencer a Satanás.
“Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte”. Ap. 12:10-11.
Cuando la Palabra afirma que ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero, se está refiriendo a la cruz. Los creyentes vencieron a Satanás porque nunca perdieron de vista que aquello que se dedicó a traer el infierno a sus vidas no tenía la última palabra. Nunca perdieron de vista que la cruz de Jesús venció a Satanás, permitiéndoles el acceso a una autoridad muy superior a la de Satanás.
Lo que Dios quiere que sepas es que la cruz de Jesús te ha dado la victoria sobre tus enemigos. Debido a que Jesucristo está sentado sobre todo gobierno y autoridad, tú también estás sentado allí con Él.
“aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús”. Ef. 2:5-7.
Mi hermano(a), tú has sido reubicado espiritualmente. Tal vez te preguntas ¿entonces por qué NO estoy experimentando la victoria? La respuesta es simple, es hasta que te enteres de los beneficios que tienes y accedas a ellos. Si no sabes donde estás sentado y lo que eso significa exactamente, no accedes a la autoridad que es tuya con solo pedirlo. Físicamente tú estás en la tierra, pero espiritualmente te encuentras en lugares celestiales. A menos que te des cuenta de ello y funciones sobre la base de una mentalidad renovada, quedarás limitado a lo que la Tierra tiene para ofrecerte. Tú debes centrarte en tu vida espiritual con el fin de alcanzar la autoridad espiritual.
Si todo lo que ves es lo que ves, nunca verás todo lo que hay para ver. El asiento de la Tierra no te da autoridad, solo el cielo tiene acceso a la autoridad suprema por lo que Jesús logró en la cruz.
Cuando aprendes a funcionar en relación con la autoridad divina, eso lo cambia todo.
Cuando vives en la luz de la autoridad de Cristo, ganada para ti en la cruz, eso va a cambiar tu manera de andar, hablar y pensar. Eso va a cambiar todo tu enfoque y actitud en la vida, porque te das cuenta de la diferencia entre poder y autoridad. Te das cuenta de que lo que parece tener el control de tu vida no tiene el control supremo. Lo que parece tener algo que decir en tus finanzas, emociones, salud, familia, o en otra esfera, no tiene, en realidad, la última palabra.
Levanta la vista, fija tus ojos en Jesús y ve que estás sentado con Él en lugares celestiales. Alégrate porque se te ha concedido tener acceso completo a su gobierno y autoridad, de acuerdo con el poder de Dios que obra en ti.
Pr. Rafael Vargas