En nuestra calidad de creyentes, como gente común, surge una pregunta. ¿Cómo la gente común puede destruir el mal? El mal y la maldad que rodea su vida, su familia, su entorno, la ciudad donde vive.
Para dar una respuesta, mucho tiene que ver cómo nos vemos a nosotros mismos. Qué pensamos de nosotros mismos, de que estamos convencidos. ¿Comprendemos cuál es nuestro propósito de vida? ¿La tarea que estamos llamados a ejecutar?
“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes”. Ef. 6:10-13
El apóstol usa términos militares, “vístanse como soldados del ejército de Dios”. ¿Por qué razón nos dice que usemos la armadura de Dios? La respuesta es simple hay una guerra espiritual que afecta todo. Una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal. Y debemos estar preparados para las batallas que nos toque lidiar.
Hoy vamos a tener Santa Cena. Jesús mismo nos pidió que lo hiciéramos, y sirve para recordar la obra de nuestro Señor en la cruz.
Hablando en términos militares, un soldado con valentía, pero sin entrenamiento, es un objetivo fácil para un enemigo entrenado. Y haciendo una analogía podemos decir que es igualmente cierto que un creyente entusiasta sin entrenamiento es una presa fácil para el diablo.
¿Cómo puede una iglesia que solo está manteniendo su cabeza a flote recibir entrenamiento para impactar una cultura en depravación? Esto es una triste realidad – la iglesia está absorbiendo más oscuridad del mundo de lo que está alumbrando al mundo con su luz. La falta de poder e influencia en la Iglesia ha disminuido a niveles desastrosos. Y si esta tendencia continua por más tiempo, la Nación se perderá para siempre. Lo que desconcierta es que estamos perdiendo esta guerra espiritual por las razones equivocadas.
Como Iglesia, tenemos el mejor mensaje, tenemos el mejor libro y tenemos el mayor poder. Pero no es así como nos vemos. En el mejor de los casos, el cristianismo es descartado como una reliquia y, en el peor, como un virus que debe ser erradicado.
El que aparta su oído para no oír la ley, Su oración también es abominable. Pr. 28:9
Este versículo nos muestra que Dios NO escucha las oraciones de todos. Este es un planteamiento drástico, hay dos citas que lo confirman:
Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, El Señor no me habría escuchado. Sal. 66:18
El que cierra su oído al clamor del pobre, También él clamará, y no será oído. Pr. 21:13
El silencio que “mata” se da cuando Dios no quiere o no puede escucharte.
Hoy vamos a tener Santa Cena. Jesús mismo nos pidió que lo hiciéramos, y sirve para recordar la obra de nuestro Señor en la cruz.
El Nuevo Pacto fue instituido por el Señor inmediatamente antes de Su muerte en Jerusalén. Fue hecho con los doce apóstoles, quienes representaban a la Casa de Israel y la Casa de Judá, según la carne, pero eran el fundamento de la Iglesia del Nuevo Pacto, siendo los doce apóstoles del Cordero.
El ciclo del Pacto; ciertamente se completa en relación a la nación elegida, en la primera venida del Señor Jesucristo.
La nación escogida de Israel era una nación "a la que pertenece la adopción, la gloria, los pactos, la promulgación de la ley, el servicio de Dios y las promesas; de quién son los padres y de quién en cuanto a la carne vino Cristo, el cual es sobre todos, Dios bendito por los siglos”.
La trágica historia de la nación muestra repetidos fracasos y juicios a pesar de la gracia del pacto de Dios para el pueblo de Su elección. El Señor, nacido de una virgen, como la simiente de la mujer, la simiente de Abraham, Isaac, Jacob y de la casa de David. Vino para traerles la redención del pecado a ellos, así como a todas las demás naciones. Vino a revelarles a Dios el Padre. Él vino como el cumplimiento y el cumplidor de todas las promesas de pacto dadas a sus padres.
¿Quiere descubrir cómo y por qué Dios otorga poder para hacer cosas poderosas y prodigios?
El ser humano ha sido capaz de crear avances tecnológicos alucinantes. Ahora podemos hacer en un instante lo que antes tomó décadas, PERO nunca encontraremos un atajo al poder sobrenatural.
La obra del Espíritu Santo nunca cambia. Su proceso de tomar materia prima y hacer un conducto vivo y respirable de Su poder nunca ha cambiado.
¿Todavía anhela ser usado y quiere poder real? Entonces proceda con precaución.
La razón de nuestra falta de poder y milagros es clara. Simplemente no estamos dispuestos a pagar el precio. Si está dispuesto, el Espíritu Santo lo guiará a través del proceso hacia el poder.
¿Por qué razón, el pueblo de Dios se perdió la hora de la visitación del Mesías? ¿Acaso no estaban advertidos de ello? ¿No deberían haberlo sabido?¿Cómo podrían perderse algo tan importante para su fe y supervivencia? Respuesta de múltiples aristas. Una respuesta es que fueron traicionados por sus maestros. Jesús le dijo a Nicodemo, “… ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?” Jn. 3:10
Nuestros pecados se hacen más evidentes cuando consideramos la magnitud del mandato original que Jesús dio respecto al Espíritu Santo.
“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber”. Jn. 16:13-15
Él tomará lo que Jesús tiene y nos lo mostrará. No podemos aprenderlo fuera de Él. Él es el general de nuestro alcance al mundo. Le corresponde a Él guiarnos, capacitarnos, empoderarnos y equiparnos.
Aquello que quebranta la paz es el pecado. Hasta que el pecado sea eliminado mediante la justificación no puede haber una paz verdadera. Si no hay paz para con Dios, no hay una verdadera paz para con nosotros mismos.
Hablemos un poco más acerca de lo que es la paz interior, la paz de la conciencia.
Está claro que la conciencia de culpa y de ira llevan al alma a una agitación, mientras que la paz trae serenidad al alma. Podemos decir que la paz es la estabilización de la mente.
El ser humano ante la falta de discernimiento espiritual tiende a cometer graves equivocaciones en contra de la voluntad de Dios, misma que ha de ser revelada por el Espíritu Santo.
Jesús nos dijo una misión central del Espíritu Santo: “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” Jn. 16:8. Las correcciones vitales y las advertencias proféticas del Espíritu Santo destinadas a guiar vidas y hasta una nación no deberían ser estorbadas por ningún tipo de conclusión o doctrina humana, en especial referida al pecado, la justicia y la corrección.
Muchos creyentes, líderes y hasta pastores han puesto su opinión por encima de la Palabra de Dios. Sus prioridades han dejado de lado la guía del Espíritu Santo. Han dado oído a lo que el mundo dice que es éxito y con ello a la manera de conseguirlo. Jesús mostró que el verdadero problema de la humanidad radica en la contaminación profunda de la mente, el corazón y la voluntad. Es decir, radica en el alma misma del ser humano.
“… Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es Corbán (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte, y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas”. Mr. 7:9-13
El ser humano ante la falta de discernimiento espiritual tiende a cometer graves equivocaciones en contra de la voluntad de Dios, misma que ha de ser revelada por el Espíritu Santo.
Jesús nos dijo una misión central del Espíritu Santo: “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” Jn. 16:8. Las correcciones vitales y las advertencias proféticas del Espíritu Santo destinadas a guiar vidas y hasta una nación no deberían ser estorbadas por ningún tipo de conclusión o doctrina humana, en especial referida al pecado, la justicia y la corrección.
Muchos creyentes, líderes y hasta pastores han puesto su opinión por encima de la Palabra de Dios. Sus prioridades han dejado de lado la guía del Espíritu Santo. Han dado oído a lo que el mundo dice que es éxito y con ello a la manera de conseguirlo. Jesús mostró que el verdadero problema de la humanidad radica en la contaminación profunda de la mente, el corazón y la voluntad. Es decir, radica en el alma misma del ser humano.
“… Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es Corbán (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte, y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas”. Mr. 7:9-13