“Jesús les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? Mas él hablaba del templo de su cuerpo”.  Jn. 2:19-21.

Jesús claramente compara su Cuerpo a un Templo. Ahora nosotros somos el Cuerpo de Cristo y así que la iglesia es el Templo de Dios. Es Jesús quien edifica este Templo y usa los ministerios que Él ha puesto en su Cuerpo para hacer mucho del trabajo de edificación.

Cada miembro del Cuerpo de Cristo es también una piedra viva que debe encontrar su lugar en la estructura del Templo. El propósito de Dios, al darnos tal revelación de su Templo, es que comprendamos, completamente, su intención de reunir al pueblo de Dios para llenarlo con su plenitud. El hecho de que exista un Templo no garantiza que esté allí la Presencia de Dios. En todos los templos construidos en el AT había también un sacerdocio y sacrificios; ya que, mediante éstos, venía la Presencia de Dios.

El oficio de los sacerdotes del NT es presentar sacrificios espirituales agradables a Dios, entre los que podemos señalar los siguientes: sacrificio de alabanza, gozo, acción de gracias, un corazón contrito y humillado, a más de nuestras obras, bienes, tiempo, fruto y nosotros mismos.

Cuando leemos la Biblia y vemos a personas ministrando a Dios, luego hay una respuesta de parte del cielo. No importa a quien le sucedió, esas interacciones con Dios tienen naturaleza eterna. Y eso sucede en la siguiente historia.

2 Cr. 5:13-14 “Cuando sonaban, pues, las trompetas, y cantaban todos a una, para alabar y dar gracias a Jehová: y a medida que alzaban la voz con trompetas y címbalos y otros instrumentos de música, y alababan a Jehová, diciendo: Porque él es bueno, porque su misericordia es para siempre: entonces la casa se llenó de una nube, la casa de Jehová. Y no podían los sacerdotes estar allí para ministrar, por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Dios”. Aunque esto sucedió en el AT, esto es una clara práctica del Nuevo Pacto. Note que los sacerdotes estaban trayendo fruto de labios como ofrenda. He. 13:15 “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre”. 

La ley demandaba que los sacerdotes presentaran sacrificio de animales, no alabanza. Note que los sacerdotes estaban en unidad. Y si vamos a Hch. cap. 1 y 2, resulta que los ciento veinte creyentes estaban en unidad también antes de recibir el derramamiento del Espíritu Santo. Al igual como señala el Sal. 133:1-3 “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! Es como el buen óleo sobre la cabeza, El cual desciende sobre la barba, La barba de Aarón, Y baja hasta el borde de sus vestiduras; Como el rocío de Hermón, Que desciende sobre los montes de Sion; Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna. A ÉL le encanta manifestarse ante su Pueblo cuando se lo conoce por el amor que se tienen entre sí. Vea que ellos adoraban al Señor por su bondad

Una vez más vemos una conexión entre la revelación de su bondad y su presencia manifiesta. Esto es definitivamente maravilloso, ya que antes de que se produzca el fin de la tierra y todas las cosas, la Biblia señala que la Gloria de Dios cubrirá toda la Tierra, tal como las aguas cubren los mares. Hab. 2:14 “Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar”. Dios quiere que sus hijos estemos involucrados en todos estos asuntos. No porque nos necesite. Sino porque desde el principio en su corazón ha estado generado el trabajo en conjunto. Dios con su pueblo.

Hemos de convertirnos en una comunidad que adora en espíritu y en verdad; pero atesora la unidad al hacerlo. Y que en esa atmósfera le ofrecerá al Señor un lugar en el que ÉL querrá habitar: en medio de las alabanzas de SU pueblo. Alabanzas que hablan de SU bondad. Al Señor NO le avergonzaba poner su gloria en lugares físicos que las personas construían en honor a su nombre. ¿Cuánto más depositará su gloria en el lugar que ÉL mismo construyó? Y ese lugar es la Iglesia. Ef. 2:22 “en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu”. 

Para que quede claro, la iglesia se compone de creyentes nacidos de nuevo y que son como piedras vivas, con las cuales se edifica una casa espiritual para llegar a ser un sacerdocio que ofrecerá sacrificios espirituales a Dios, aceptados por medio de Jesús. 1 P. 2:5  “vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo”. 

La gloria puesta en esa iglesia es para manifestar la bondad de Dios. No para ensalzar a hombre ni mujer alguno.

Pr. Rafael Vargas

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