¿Por qué razón, el pueblo de Dios se perdió la hora de la visitación del Mesías? ¿Acaso no estaban advertidos de ello? ¿No deberían haberlo sabido?¿Cómo podrían perderse algo tan importante para su fe y supervivencia? Respuesta de múltiples aristas. Una respuesta es que fueron traicionados por sus maestros. Jesús le dijo a Nicodemo, “… ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?” Jn. 3:10
Nuestros pecados se hacen más evidentes cuando consideramos la magnitud del mandato original que Jesús dio respecto al Espíritu Santo.
“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber”. Jn. 16:13-15
Él tomará lo que Jesús tiene y nos lo mostrará. No podemos aprenderlo fuera de Él. Él es el general de nuestro alcance al mundo. Le corresponde a Él guiarnos, capacitarnos, empoderarnos y equiparnos.
Aquello que quebranta la paz es el pecado. Hasta que el pecado sea eliminado mediante la justificación no puede haber una paz verdadera. Si no hay paz para con Dios, no hay una verdadera paz para con nosotros mismos.
Hablemos un poco más acerca de lo que es la paz interior, la paz de la conciencia.
Está claro que la conciencia de culpa y de ira llevan al alma a una agitación, mientras que la paz trae serenidad al alma. Podemos decir que la paz es la estabilización de la mente.