En nuestra calidad de creyentes, como gente común, surge una pregunta. ¿Cómo la gente común puede destruir el mal? El mal y la maldad que rodea su vida, su familia, su entorno, la ciudad donde vive.
Para dar una respuesta, mucho tiene que ver cómo nos vemos a nosotros mismos. Qué pensamos de nosotros mismos, de que estamos convencidos. ¿Comprendemos cuál es nuestro propósito de vida? ¿La tarea que estamos llamados a ejecutar?
“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes”. Ef. 6:10-13
El apóstol usa términos militares, “vístanse como soldados del ejército de Dios”. ¿Por qué razón nos dice que usemos la armadura de Dios? La respuesta es simple hay una guerra espiritual que afecta todo. Una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal. Y debemos estar preparados para las batallas que nos toque lidiar.
Volvamos a la pregunta inicial. ¿Cómo la gente común destruye el mal? La respuesta es haciendo uso de las armas y municiones adecuadas para erradicarlo.
La definición para este concepto en términos militares es conocida como Potencia de Fuego. Este es un concepto que ha llegado a significar mucho más durante estos días oscuros. Para apreciar la potencia de fuego, debemos ir más allá de su definición militar.
Dicho de forma simple, son tres aspectos los que componen la Potencia de Fuego en términos militares:
- El número de armas y municiones de tu arsenal.
- La cantidad de destrucción que esas armas y municiones pueden infligir al enemigo.
- El nivel de habilidad de tu ejército para implementar el uso de dichas armas y municiones.
Para el ejército de Dios significa aún más. El versículo para definir nuestra potencia de fuego es: “Porque las armas de nuestra milicia no son físicas no son armas de carne y sangre, sino poderosas delante de Dios para la destrucción de fortalezas, Puesto que refutamos argumentos y teorías y razonamientos y toda cosa soberbia y altanera que se levanta contra el verdadero conocimiento de Dios; y llevamos cautivo todo pensamiento y propósito a la obediencia de Cristo (el Ungido)”. 2 Co. 10:4-5 (AMPC - Biblia Ampliada, Edición Clásica)
En este par de versículos se puede apreciar con claridad la potencia de fuego en términos espirituales:
- En el poder de las armas mismas, ya que son armas de destrucción.
- Su poder es a través de Dios. Eso significa energía y suministro ilimitados.
- Dice, “llevamos cada pensamiento y propósito cautivo hacia la obediencia de Cristo”. Esto habla de un nivel de habilidad asombroso.
Si analizamos la realidad presente con total honestidad, podemos concluir que algo está faltando desesperadamente en la Iglesia en general; porque el cristianismo está constantemente perdiendo terreno frente al enemigo. No estamos haciéndole suficiente daño a las obras del diablo.
Tienen que haber piezas faltantes para alcanzar la efectividad deseada, las partes faltantes que entorpecen nuestra capacidad de hacer retroceder el mal. ¿Cómo llegamos de nuestra situación actual a utilizar la máxima potencia de fuego disponible?
Es sorprendente la frecuencia con la que el primer paso para cualquier victoria comienza con aclarar nuestra condición actual. A través de un auto-examen concienzudo de nuestra situación presente. Cada uno de nosotros debe tomar decisiones de vida y cambios permanentes. Debe preguntarse a sí mismo: ¿Qué es lo que no haré jamás? y ¿Qué es lo que nunca dejaré de hacer?
El correcto curso de acción solo se hace posible si hay un alto nivel de urgencia. Por ello, necesitamos saber qué es lo que está en juego.
Esther nos muestra que cumplir con tu deber no es tan peligroso como no cumplir con él. “Entonces dijo Mardoqueo que respondiesen a Ester: No pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío. Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; más tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino? Y Ester dijo que respondiesen a Mardoqueo: Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca”. Ester 4:13-16.
Ahora centrémonos en entender Romanos 13 acerca de la desobediencia de un cristiano a una autoridad.
“Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo”. Ro. 13:1-4
Ahora puedes ver como esas autoridades que vienen de Dios NO son una amenaza para las buenas obras. Por lo que podemos concluir que cualquier gobierno que aterroriza al inocente obviamente NO es de Dios. ¿Crees que Hitler fue la voluntad de Dios para Alemania? Hitler y otros tiranos son de hecho los que están siendo advertidos de que había gobiernos designados por Dios que los destruirían, “pero si haces lo malo, teme, porque no en vano lleva la espada; porque es ministro de Dios, vengador para castigar al que practica el mal.” Por eso los poderes justos del mundo se levantaron y destruyeron a los nazis.
Ellos alaban las buenas obras. Las autoridades respaldadas por Dios no odian ni se oponen a la actividad cristiana. Aunque no sean cristianos, no insultan la tarea de ganar almas ni son hostiles a la obra de Dios. Se alegran de que los jóvenes y los niños estén saliendo de los malos caminos, las pandillas, las drogas, y de toda clase de maldad.
¿Qué harías si expulsan a tu hija de la escuela por ser cristiana? Y si esa expulsión no tuviera nada que ver con su comportamiento. Seguramente irrumpirías en la oficina del director y exigirías tus derechos como padre y ciudadano.
También podrías entender que tu hermano creyente haga lo mismo si esto le sucediera a uno de sus hijos. Una cosa que no harías es acusar a tu prójimo de ser crítico o de “no andar en amor”.
Muchos cristianos piensan que el hecho de hablar en contra de las decisiones de quienes ejercen posiciones de autoridad, ya sea de los políticos nacionales o locales es “diferente” a que los padres protejan a sus hijos de las escuelas coercitivas.
Si no podemos limpiar nuestros espíritus de la flojera. Dios no nos dará el poder de fuego para hacer retroceder a la maldad y así salvar a nuestra nación de un mayor deterioro.
Recuerda, nosotros no activamos los dones de poder. El Espíritu Santo nos purifica y los imparte como ÉL quiere. Y solo aquellos con un corazón para la lucha y la batalla serán considerados para activar el poder de fuego espiritual que Dios ha puesto a nuestra disposición. No hay esperanza de que alguna vez tengas armas poderosas hasta que comprendas que estás inmerso como actor de estas batallas. Solo aquellos que admiten que son soldados de Cristo, que están en una guerra, serán considerados para las poderosas armas de Dios.
De ti depende recibir el arsenal que necesitas para cumplir tu misión. Depende del hambre de justicia que tengas y del grado de indignación que hay en tu hombre interior. ¡Dios te bendiga!
Pr. Rafael Vargas