Para desarrollar una relación de familiaridad e intimidad con el Señor tenemos que hacer lo siguiente:

  1. Estar dispuesto a renunciar a todo lo que tienes para ser discípulo de Jesús.
  2. Decidir de una vez por todas que Jesús es tu Señor, que ÉL está al mando y tú le debes obediencia a Él.

Una ilustración sobre los árboles del centro del Jardín del Edén: 

La naturaleza de Adán es el árbol del conocimiento del bien y el mal. La naturaleza de Cristo es el árbol de la vida. Cuando vinimos a Cristo obtuvimos la nueva naturaleza. Necesitamos entender las características de estas dos naturalezas y como reconocer en qué espíritu estamos.

Muchos tratan de ser buenos, sin embargo, “bueno” en la naturaleza carnal es tan equivocado como ser malo; ambos NO son del agrado de Dios. Muchas personas estarán ante Cristo y dirán que han hecho muchas cosas en su nombre; pero el Señor dirá que nunca los conoció. Estos son los que han estado funcionando en el árbol del conocimiento del bien y el mal. Tú puedes llegar a un punto donde adquieres el suficiente conocimiento que puedes elegir ser una ¨buena¨ persona; pero aunque es difícil comprenderlo, hay gente ¨buena¨ en el mundo que está perdida.

Todos nosotros conocemos a alguien que es de buen corazón y que siempre está ayudando a la gente; sin embargo, admiten que nunca han tenido un encuentro personal con Cristo, no son nacidos de nuevo. También hay aquellos que se han pervertido y harían cualquier cosa despreciable, y colocamos a estos grupos de gente en dos categorías distintas. Fracasamos en comprender que los dos están en el mismo barco; ambos han rechazado a Cristo y están buscando un camino diferente en sus vidas. Uno está buscando llegar al cielo por buenas obras, pero no hay otro camino excepto Jesús, ÉL es el camino.

No existe ninguna diferencia en qué tan buenos seamos; todo lo que estamos haciendo es edificar nuestra propia justicia. La Biblia dice que todas nuestras justicias, todo buen acto que yo haría de mí mismo estando en este árbol del conocimiento del bien y el mal, son como trapos de inmundicia. Lo único que tiene un valor eterno, NO es lo que hacemos en el nombre del Señor, sino lo que permitimos que Cristo haga a través de nosotros. Solo lo que se hace en el Espíritu tiene un valor eterno.

Te preguntaste ¿por qué después de haber recibido la salvación no te fuiste con el Señor a su Presencia antes de que pudieras estropear algo? Él te dejó aquí con el propósito de glorificar a Dios en tu cuerpo. Te dejó aquí para que seas un testigo para el mundo, con una vida que sería una luz brillando en las tinieblas y glorificarías al Padre. 

La raíz principal del árbol de la vida es la humildad. Toda la naturaleza de Cristo que tú recibes cuando te conviertes en un hijo de Dios, está enraizada en la humildad. Toda autoridad viene de Él. La humildad es reconocer esto y dejar que Dios haga lo que Él quiere hacer a través de mi vida, y darle a Él el crédito por lo que hizo.

La raíz principal del árbol del conocimiento del bien y del mal es el orgullo. Puedo funcionar en el árbol del conocimiento del bien y del mal, y puedo hacer cosas buenas o malas. Tengo una voluntad libre y puedo hacer cualquier cosa que yo quiera hacer. Todas las obras en esta naturaleza son resultado de lo que YO quiero hacer en mi razonamiento y comprensión. Ya sea bueno o malo, yo merezco el crédito por ello porque yo lo inicié y lo hice. Así que aunque haga buenas obras, el resultado final es que Dios no recibió ningún crédito por ello.

La Biblia dice claramente que cuando el Señor enviaría al Espíritu Santo, Él daría testimonio de la verdad en nuestro interior. 

“…Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad”. 1 Jn. 5:6b.

Como hijos de Dios recibimos el Espíritu Santo, y Él mora en cada uno de nosotros. Muchos no reconocen el testimonio del Espíritu porque sus vasos no están limpios, en forma adecuada, para que el testimonio pueda funcionar. Si eres creyente nacido de nuevo y tienes pecado activo en tu vida y no te has arrepentido entonces la paz de Dios no está rigiendo en tu corazón; por lo que no tendrás el testimonio del Espíritu Santo funcionando.

Todo lo que tienes que hacer es ir ante Dios en un estado de arrepentimiento. Reconoce las cosas malas que hubieras hecho, humíllate ante Dios y pide misericordia. Confiesa que has pecado contra Él y pídele que te perdone y limpie de todo pecado., hasta que no haya nada que se interponga entre tú y Dios. Luego pídele que llene con paz tu ser interior.

Cuando fuiste salvo y confesaste tus pecados, la paz de Dios te inundó. Tienes que estar en un estado perpetuo de esa paz. Debería ser un modo de vida para los creyentes. 

Deja que la paz de Dios gobierne en tu corazón. Col. 3:15 

Necesitas mantener la paz de Dios por obedecerle. Si te apartaste de Él, arrepiéntete y haz que la paz de Dios regrese a ti. 

Recuerda la ilustración de los árboles del Jardín del Edén, los dos diferentes sistemas en la raíz son:  La raíz del árbol del conocimiento del bien del mal es el orgullo. Mientras que, la humildad es la raíz principal del árbol de la vida.

El tronco del árbol del conocimiento del bien y el mal es el egoísmo. Cuando empiezas con el orgullo en tu corazón, cuando decides ser tu propio señor, el siguiente paso será el egoísmo. Con frecuencia vemos al orgullo como arrogancia, o altivez, pero esos son solo los frutos. La raíz es realmente el elegir tomar las decisiones para tu propia vida, cuando tú eliges ser tu propio señor.

Satanás es el padre del orgullo y toda mentira. El orgullo se inició en él cuando decidió exaltarse a sí mismo por encima de Dios. Lo mismo ocurrió cuando Adán y Eva decidieron participar del árbol prohibido, porque querían ser su propio Dios. Ese es el problema que tenemos hoy. Todos quieren ser sus propios dioses, tal como quisieron Adán y Eva. Cuando venimos a estar en Cristo aceptamos a Dios como Señor. No hay lugar para ningún otro Dios. Podemos recibir la herencia de Dios pero no vamos a ser Dios.

De alguna manera Satanás ha absorbido al hombre para que desempeñe el papel de Dios. El mensaje del humanismo enseña que somos tan inteligentes que podemos determinar nuestro propio destino. Tú tienes el poder para determinar si vas a ir al cielo o vas  a ir al infierno. Esa es la única autoridad que tú realmente tienes. Si tú decides que irás al cielo, tendrás que seguir al Señor.

Del árbol del conocimiento del bien y el mal tendrás toda clase de frutos, tales como malos hábitos, deseos pecaminosos, desobediencia y rebelión. El árbol de la vida, teniendo la humildad como raíz, producirá los frutos del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, mansedumbre, compasión, y además, revelación de Dios y buenos hábitos.

“Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte”. Pr. 14:12

La mayoría de los cristianos no practicarán la maldad abiertamente, pero practicarán ser su propio señor  y hacer bien. Tienes que entender que eso es estar aún en la naturaleza equivocada. Dios no tendrá una relación contigo en esa naturaleza. Esto es estar en la carne; y es contrario a lo que te pide Dios, que seas guiado por su Espíritu.

Pr. Rafael Vargas

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