MISIÓN REVELADA (230521)

Muchos dicen que la voluntad de Dios es difícil de conocer. Si eso es cierto, ¿Cómo podemos conocer nuestra misión? ¿Tiene eso algún sentido?

“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Ro. 12:1-2

Si observamos detenidamente nos percataremos que nos dice es un "servicio razonable". Nada de lo que exigen estos dos versículos va más allá de lo que se supone que todo cristiano debe hacer de todos modos. ¡Esto es algo crítico!. Significa que la voluntad de Dios se puede conocer por completo… Tú quieres saber, y Dios quiere mostrártelo.

Una gran habilidad del Espíritu Santo es hacerte capaz de conocer y hacer la voluntad de Dios. Lo que complica las cosas, es toda la especulación añadida por los seres humanos.

JUZGAR O NO HACERLO (230507)

No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. Mt. 7:1-2.

Hay quienes afirman que este pasaje nos está dirigiendo a nunca decirle a la gente que están equivocados.

Si Jesús quiso decir que nunca debemos decirle a nadie que está equivocado, hay un gran problema. ¡Eso es imposible de obedecer! Si me dices que no juzgue, me estás diciendo que estoy equivocado, por tanto, estás juzgando. La única forma de obedecer este mandato es no hablar nunca. Cualquier opinión firme infiere que los demás están equivocados.

El problema es más profundo. Si Jesús nos dice que nunca le digamos a nadie que está equivocado, entonces hay una contradicción flagrante. Ya que, en ese capítulo de Mateo notarás a Jesús llamando a la gente perros, cerdos, lobos rapaces, e incluso dice que SU audiencia es de personas malas.

Mt. 7:6 No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen… Mt. 7:11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos… Mt. 7:15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.

LA SANTA CENA (230430)

La palabra "confirmar" significa "atestiguar, respaldar, establecer". Jesucristo, como la semilla del Pacto de Abraham, confirmó ese pacto con señales y milagros, y con la palabra y la revelación de Dios. Dios confirmó todo lo que era, todo lo que hizo y todo lo que dijo. El libro de Hebreos dice:

“...tan grande salvación, la cual habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios, y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad”. He. 2:3,4.

Y cuando Jesucristo ascendió a lo alto y se sentó a la derecha del Padre, los discípulos fueron por todas partes predicando la palabra, obrando el Señor con ellos y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Él confirmó el Pacto de Abraham y trajo el Nuevo Pacto

“He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá…” Jer. 31:31-34
En cada época, Satanás desata un arma de engaño masivo. Ante ello, el cielo no es pasivo, ni se sorprende. Tengamos siempre presente, Dios no puede ser engañado. Ante la proximidad del mal, el Espíritu Santo recluta personas. Él anhela expresar Su supremacía sobre el mal a través de vasos purificados.

Para entender lo que se avecina debemos volver a visitar el Valle de los Huesos Secos. Hasta donde el profeta Ezequiel puede ver, son huesos secos y blanqueados. El mensaje al profeta es gráfico: aquí no hay vida, alguna.

“… Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos?...” Ez. 37:3a.

Ezequiel, no responde de inmediato, razona, ¿Qué pasa si estos son los huesos de profetas anteriores que dieron la respuesta incorrecta? Así que, humildemente dice: “Señor Jehová, tú lo sabes”. Ez. 37:3b.

SEPARADO PARA MI DIOS (240416)

El Espíritu Santo está reuniendo un ejército para Sí mismo. Tiene la intención de imbuirlos con gracia y poder especial para lograr actos poderosos al final de la historia. Estarán equipados de manera única para enfrentar el mal sofisticado de nuestro tiempo. Pero todo comienza haciendo las paces con el Espíritu Santo y restaurándolo al lugar que le corresponde.

En Hechos verá la manera realista en que los creyentes se relacionan con el Espíritu Santo. Mientras lo reverenciaban profundamente, tenían un sentido de Su cercanía y Su participación en sus operaciones diarias. Se comportaron como si Él estuviera cerca y casi pudieran verlo. Sobre todo, anticiparon sus instrucciones.

“Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron. Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre”. Hch. 13:2-4.

Lo que sabían era que el Espíritu Santo había hablado. No tenemos indicación de ningún método que usaran para confirmar las instrucciones divinas. Lo que sabemos es que ayunaron, adoraron y oraron. No sólo sabían cuándo ir, también sabían cuándo detenerse.
El bautismo del Espíritu Santo es el enemigo natural de las artimañas del diablo que pretenden paralizar a la iglesia. Cuando Dios se derrama sobre su pueblo, la cultura de la iglesia cambia instantáneamente. Una audiencia se transforma en un ejército. Y se desata un hambre insaciable por la Palabra de Dios.

El bautismo del Espíritu, es un don a la iglesia, y es tan urgente e importante, que a la Iglesia Primitiva se le prohibió comenzar a operar hasta que lo hubiera recibido.

“Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. 5 Porque Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días”. Hch. 1:4-5

Los apóstoles lo consideraron esencial y lo prescribían a cualquier creyente que no lo hubiera recibido. “Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo”. Hch. 8:14-15.

UNA IGLESIA DE ACCION (230402)

¿Qué podemos hacer con los demonios que están estrangulando a nuestra Nación? ¿Podemos romper su hechizo sobre Bolivia? Los demonios divisivos nos han llevado al borde de la guerra civil. Espíritus de lujuria han difundido la perversión que ha contaminado cada aspecto de nuestra cultura. Los demonios han desatado la adicción y la violencia. ¿Podemos detenerlos? No sólo podemos, es nuestro deber derribarlos.

“Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” 2 Co. 10:4-5

La mayoría de las prédicas y enseñanzas de hoy dan la impresión de que es muy poco lo que podemos hacer. Si no podemos derribar fortalezas, ¿No es Dios culpable de abuso infantil a gran escala? Es culpable de dejar que Pablo despierte una esperanza que nunca podrá cumplirse. Porque el punto central de la cita que acabamos de leer es provocar a la Iglesia a tomar las poderosas armas de Dios.

“Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades”. Lc. 9:1

COMPRENDAMOS EL ENOJO (230305)

Los hombres y las mujeres del pueblo protestaron enérgicamente contra sus hermanos judíos, pues había quienes decían: ”Si contamos a nuestros hijos y a nuestras hijas, ya somos muchos. Necesitamos conseguir trigo para subsistir”. Otros se quejaban: “Por conseguir trigo para no morirnos de hambre, hemos hipotecado nuestros campos, viñedos y casas”. Había también quienes se quejaban: “Tuvimos que empeñar nuestros campos y viñedos para conseguir dinero prestado y así pagar el tributo al rey . Y aunque nosotros y nuestros hermanos somos de la misma sangre, y nuestros hijos y los suyos son iguales; a nosotros nos ha tocado vender a nuestros hijos e hijas como esclavos. De hecho, hay hijas nuestras sirviendo como esclavas, y no podemos rescatarlas, puesto que nuestros campos y viñedos están en poder de otros”. Neh. 5:1-5 NVI

El pueblo de Israel estaba pasando por una gran necesidad económica. Muchos habían empeñado sus campos y sus viñedos para llevar trigo para comer a sus hogares; otros lo habían hecho para prestarse dinero y pagar el tributo al rey. Pero lo crítico se plantea en el vs. 5 cuando dicen: a nosotros nos ha tocado vender a nuestros hijos e hijas como esclavos...

Cuando Nehemías se entera de esto, dice: “Cuando oí sus palabras de protesta, me enojé muchísimo”. Neh. 5:6 NVI. El enojo es nuestra reacción cuando vemos algo que es incorrecto para nosotros. A pesar de lo desesperante de la situación, los recaudadores del rey fueron implacables con el cobro del tributo, además de quienes les cobraron intereses por los préstamos, de manera que agudizaban la ruina del pueblo.

¿POR QUÉ NOS PELEAMOS? (230226)

“¿De dónde surgen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que luchan dentro de ustedes mismos? Desean algo y no lo consiguen. Matan y sienten envidia, y no pueden obtener lo que quieren. No tienen, porque no piden”. Stgo. 4:1-2 NVI

Esta porción de la Palabra nos dice que discutimos y peleamos debido a que deseamos algo y no lo conseguimos.

Otro aspecto que hay que comprender es el referido a que son esas “pasiones” que luchan dentro de cada ser humano. Y se refiere a tener un deseo desmedido. Santiago nos dice que las contiendas se generan cuando en nuestros corazones hay un deseo desmedido por algo que no estamos dispuestos a ceder. Ese deseo puede ser bueno o malo.

No peleamos porque la otra persona es testaruda, ni porque somos agresivos por naturaleza, tampoco porque nuestro padre era así, y así aprendimos a resolver nuestros dilemas. El apóstol lo deja establecido, peleamos o discutimos debido a “nuestros deseos desmedidos”, los cuales luchan dentro de nosotros mismos. La razón por la que peleamos está clara: es porque no obtenemos lo que queremos. Peleamos por nuestros deseos, ya sea por lo que nos place o por lo que nos parece mal. Porque añoramos algo y no se da, no se logra.
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