No juzguéis,  para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. Mt. 7:1-2. 

Hay quienes afirman que este pasaje nos está dirigiendo a nunca decirle a la gente que están equivocados.

Si Jesús quiso decir que nunca debemos decirle a nadie que está equivocado, hay un gran problema. ¡Eso es imposible de obedecer! Si me dices que no juzgue, me estás diciendo que estoy equivocado, por tanto, estás juzgando. La única forma de obedecer este mandato es no hablar nunca. Cualquier opinión firme infiere que los demás están equivocados. 

El problema es más profundo. Si Jesús nos dice que nunca le digamos a nadie que está equivocado, entonces hay una contradicción flagrante. Ya que, en ese capítulo de Mateo notarás a Jesús llamando a la gente perros, cerdos, lobos rapaces, e incluso dice que SU audiencia es de personas malas.

Mt. 7:6  No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen…

Mt. 7:11 Pues si vosotros,  siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos…

Mt. 7:15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.

Claramente, Jesús significa algo más. Entonces, ¿Qué quiere decir Él?

En la parte final del llamado Sermón del Monte, Jesús reprende a los fariseos. Puesto que se han erigido en autoridades y han afirmado que sus tradiciones son iguales a la Ley de Dios. Luego, en Mt. 15:9 les dice “Pues en vano me honran,  Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres”.

Los fariseos estaban jugando a ser Dios, estaban anulando la Ley y haciéndose pasar por jueces. Al reprenderlos, estaba diciendo: "No seáis jueces". No se hagan pasar por un juez de la corte de Dios dando veredictos que son su opinión y no la Palabra de Dios. No tienen autoridad para hacer esto. Por lo tanto, "Mi opinión no importa, pero esto es lo que dice la Palabra de Dios".

Cuando un pastor o un predicador se para en el púlpito y llama a algo pecado, nunca debe ser una opinión privada. Él o ella debe transmitir fielmente el veredicto de Dios y hacerlo con temor y temblor.

Esto también explica la consecuencia de juzgar en el versículo Mt. 7:2 “Porque con el juicio con que juzgáis,  seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido”. Hacerse pasar por un juez tiene consecuencias nefastas, cuánto más hacerse pasar por Dios

Jesús nos advierte que no asumamos la prerrogativa de Dios de condenar al culpable. Esto nunca tuvo la intención de ser una licencia para dejar de discernir la verdad del error. Jesús no se opone a corregir a las personas, sólo ofrece corrección para que no lo hagamos con el espíritu equivocado. No debemos sentarnos en el tribunal para hacer de nuestra palabra una ley para todos.

¿Cuál debe ser nuestra actitud al ofrecer corrección? Jesús no sólo explica eso, sino que aquí encontramos prueba, de nuestro deber de traer corrección. 

¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo,  y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita!  saca primero la viga de tu propio ojo,  y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano. Mt. 7:4-5

Si nuestra inclinación es ver las fallas en los demás primero, si pensamos que ellos tienen la viga y nosotros tenemos la paja, si nos sentamos en un servicio escuchando una palabra poderosa y pensamos: "Ojalá mi esposo hubiera escuchado esto, él lo necesita", estamos en un error. Si nuestra inclinación NO es revisar nuestro propio corazón primero, ¡cuidado!  "Un verdadero santo no sospecha de nada más que de su propio corazón".

Estamos listos para traer corrección cuando: 

  1. Hemos permitido que Dios nos corrija. 
  2. El corazón del Padre por un pecador impregna nuestro disgusto por su pecado. 
  3. Miramos a un adicto sin hogar y vemos cómo Satanás ha desfigurado su vida a través de la adicción, una vida que de otro modo podría haber sido hermosa, y sentimos la tragedia, entonces estamos listos para ofrecer vida. 
  4. "Habiéndosete mostrado" la miseria de las personas que te rodean, a través de los ojos de Dios y percibes su agonía espiritual. Entonces estás listo para impartir un juicio justo. 

Jesús nos dijo una misión central del Espíritu Santo: “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio”. Jn. 16:8. Las correcciones vitales y las advertencias proféticas del Espíritu Santo destinadas a salvar vidas e incluso salvar a una Nación fueron filtradas por una tregua fabricada con el autor del pecado. En el proceso, se han generado monstruos: creyentes que ignoran la Biblia, que están desarmados para el combate e inútiles en la cruzada para llevar a su Nación de regreso a Dios.

¿De qué otra manera puedes explicar que los llamados creyentes voten por un candidato o un partido que odia a Dios, o que odia el matrimonio instituido por Dios? ¿Cómo pueden votar por su gremio, o su raza, o su condición económica o la promesa de cosas gratis del gobierno en lugar de la moral bíblica? ¿Cómo difiere eso de los pastores que hoy en día ofrecen escapatorias para sacar a los cristianos de sus deberes de santidad, avivamiento y testimonio? Recuerde que cuando los escucha decir "Jesús me dijo que no juzgara", ellos están juzgando.             

“No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio…” Jn. 7:24

Pr. Rafael Vargas

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