Muchos creyentes leen la Palabra por ritual o costumbre, y no para tener un encuentro con el Señor. La Palabra de Dios impresa es un medio importantísimo para llevarnos a la Palabra de Dios en Espíritu. El Señor es una persona viviente. Eso no significa que debemos descontar la Palabra impresa, ya que es el corazón viviente de Dios emitido para traer transformación al ser humano. 

Por ej. Si tomamos el libro de Jonás, este registra uno de los más grandes y espectaculares milagros de la Biblia ya que allí se relata la transformación de una gran ciudad; Nínive. El libro de Jonás la describe como una ciudad grande en extremo y añade que en ella vivían más de 120 mil habitantes. Una ciudad entera, de hecho un imperio entero, se arrepiente de sus malos caminos y cambia su comportamiento y busca el perdón de Dios.

El profeta Jonás, se limitó a declarar lo que Dios le dijo que les dijera, que en 40 días la ciudad sería destruida debido a su maldad. Y los habitantes de dicha ciudad comprendieron que la mano de Dios estaba a punto de ser levantada en contra de ellos, y ellos decidieron humillarse y decretaron ayuno, se vistieron de cilicio  y buscaron a Dios para obtener su misericordia. Y el corazón de Dios se conmovió, y obtuvieron su favor y Dios sanó su tierra. Y ojo, ellos eran asirios, no eran judíos. En otras palabras eran paganos. Y sin embargo,  Dios extendió su favor misericordioso sobre ellos, Él les dio algo que llegaría a ser algo común en el Nuevo Testamento. Medita al respecto, y luego considera aquellas ciudades que hoy en día están tan llenas de maldad y pecado en el mundo entero y las que crees que Dios quiere visitar de esa manera. Como quería visitar Nínive, pero que hoy se abstiene de hacerlo. 

Ahora bien, si tomas la Palabra escrita y te diriges al libro de Hechos, allá en el capítulo 19 vamos a poder apreciar la tremenda transformación que vivió Éfeso. Aparentemente los milagros ya habían llegado a ser algo bastante normal en la vida de los habitantes de esa ciudad. Y lo que se suscita es que el apóstol Pablo empieza a hacer milagros que son realmente extraordinarios. 

Era un tiempo muy particular que se encuadraba en el nivel de mayor avance victorioso del cual Jesús había hablado cuando dijo: 

De cierto, de cierto les digo: El que cree en mí, hará también las obras que yo hago;  y aún mayores obras hará, porque yo voy al Padre. Jn. 14:12 RVC.

Esta era una realidad en Éfeso; obras mayores comenzaron a tomar lugar en esa ciudad.  

“Dios, por medio de Pablo, hacía milagros tan extraordinarios que muchos le llevaban  los paños o delantales de los enfermos, y las enfermedades desaparecían y la gente quedaba libre de espíritus malignos”.  Hch. 19:11-12 RVC

Los enfermos no estaban siendo traídos a Pablo, eran los paños, las vestimentas las que eran llevadas a los enfermos y a los endemoniados para que reciban sanidades y liberación de demonios. Estas personas no llegaban a ver a Pablo. Su vestimenta iba a él. ¡Esas son obras mayores! Esa es una transformación, es una clase de milagro diferente. Esa clase de milagro, provocó  la transformación de una ciudad, Éfeso no fue la misma. 

¿Está sucediendo esa clase de milagros y transformaciones de las ciudades en nuestros días? Habría que visualizarlo y orar por ello. 

En Mt. 11:21-23 Jesús hizo una advertencia a las ciudades más familiarizadas con su ministerio: 

“¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ustedes, hace tiempo que en cilicio y cubiertas de ceniza ellas habrían mostrado su arrepentimiento. Por tanto les digo que, en el día del juicio, el castigo para Tiro y para Sidón será más tolerable que para ustedes. Y tú, Cafarnaúm, que te elevas hasta el cielo, hasta el Hades caerás abatida. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hecho en ti, hasta el día de hoy habría permanecido”.  Mt. 11:21-23 RVC

Históricamente las ciudades tan pecaminosas mencionadas en este pasaje han llegado a ser la ilustración máxima del libertinaje y la perversidad. En este pasaje de la Escritura, simplemente mencionar sus nombres evocaba un contexto de perversidad que ningún otro lugar igualaba en la historia. Sin embargo, Jesús hace una declaración asombrosa aquí, una que debe consternar a todo creyente, que si estas ciudades que eran lo peor de lo peor se hubieran arrepentido, como resultado todavía estarían entre nosotros.

Soñar con lo que Dios sueña nos conecta con nuestro propósito y destino. El hambre no es un problema en ese contexto. Es natural. 

Los líderes religiosos del día de Jesús eran culpables de hablar verdad pero no vivirla. Los fariseos de hoy contradicen la verdad al cancelar lo que Jesús enseñaba y practicaba, cuando dicen que  “Los milagros no son para hoy”. 

El hambre se crea cuando nos exponemos a los testimonios milagrosos de las invasiones sobrenaturales de Dios a lo largo de la historia. El testimonio profetiza esperanza y hambre al corazón humano.

Los testimonios profetizan. Es casi imposible leer estas historias y no quedar hambriento. De hecho ni siquiera pensamos acerca de nuestra necesidad de tener más hambre por Dios porque desde lo más profundo  de nuestro ser sale un clamor,  por más de Dios cueste lo que cueste. Es la oración que manifiesta hambre y pasión, que solo un Padre de promesas podría inspirar. Una Santa Cruz transformada, una Bolivia transformada por mi Padre Celestial.

Pr. Rafael Vargas

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