Todos tenemos convicciones e ideas de lo que es verdad. Muchas personas tuvieron la oportunidad de ver algunos destellos de la bondad de Dios y han seguido su propia lógica y razón, en algunos casos muy alejados de los parámetros bíblicos. Ese va a ser siempre un riesgo. No sabemos lo que no sabemos. No podemos tratar que la Biblia diga lo que nosotros creemos, tenemos que ajustar lo que creemos de acuerdo a lo que establecen las Escrituras.

Jesús, no tenía ningún problema en confrontar una y otra vez, aquellas aberraciones o malas interpretaciones de las Escrituras que hacía la gente de su tiempo. ÉL no era pasivo para nada. Jesús no tenía una actitud contemplativa. 

El amor necesita juzgar. El amor sin juicio es apático, letárgico y falto de pasión; y eso realmente no es amor. Aquel sistema de creencias que patrocina la convicción sin la expresión emocional es contemplativo, es más consistente con el budismo que con el Evangelio. Hay quienes consideran como pacífica la actitud contemplativa. En realidad la paz solo puede existir cuando la persona de paz controla las circunstancias y el entorno. Jesucristo es la verdadera Persona de Paz. Es el único capaz de mostrarnos cómo es la verdadera paz. ÉL lo hizo cuando lo acusaron, persiguieron, golpearon  y crucificaron. 

Las circunstancias no controlan, influencian ni determinan el reinado de aquella paz. Y no lo hacen porque esa paz es superior en todas las formas posibles. Ya que está atada a alguien que nunca cambia.

Dios es amor. ÉL ama a las personas al punto de sacrificar la vida de su Hijo en una cruz. Ese amor apasionado está más allá de nuestra capacidad de comprensión y gracias a ello hoy tenemos vida.

Si tuviera un vecino agresivo y violento con los niños, haría lo que estuviera a mi alcance para informar a las autoridades y así proteger a esos niños. A pesar que pretendo mostrar misericordia con aquellos que están atrapados por el pecado, me negaría a hacer algo que encubra dicho pecado y con ello pusiera en riesgo la seguridad de esos pequeños. Si encubriera dicha situación porque se trata de mis amigos, esa no sería una muestra de amor.

El amor es honesto y confronta cuando es necesario. El amor requiere acción, requiere juzgar la situación. El amor elige lo mejor. Si alguien quiere suicidarse, no voy a alentarle a que lo haga. Tengo que juzgar y tratar de impedirlo.

Es lo mismo si tuviera que llevar a mi hijo/a  al médico para que le examine una protuberancia anormal en alguna parte de su cuerpo, esperaría que dicho médico nos pudiera decir qué es.  De qué se trata. Y que hiciera todo lo necesario para sacarlo. No escogería un médico que tuviera compasión por dicha protuberancia, ni tampoco que quedara fascinado con el hecho de que es un ente vivo por sí solo. Lo único aceptable es una decisión drástica.

Un médico no puede sentir empatía por el tumor, ni siquiera preocupación por lo que otras personas pudieran llegar a pensar. La única respuesta aceptable es determinación. Porque el amor que Ud. tiene por su hijo/a requiere que Ud. reaccione ante cualquier cosa que amenace su bienestar. El amor demanda que yo luche por el otro, buscando su bienestar.

Vivimos en un mundo donde la gente celebra los juicios a los demás. Pero, por alguna razón, si consideramos que el juicio viene del Señor, lo tomamos como cruel y carente de amor. Y hay que clarificar este aspecto. Todos los juicios de Dios están dirigidos a lo que sea que interfiera con el amor. Si Dios tuviera inclinaciones de llevar a los hombres al infierno y ÉL quisiera traer condenación a toda la humanidad, podría haberlo hecho hace  mucho tiempo, y solo hubiera bastado una orden a sus huestes angelicales para hacerlo.

La condenación no está en el corazón de Dios. El Señor dice “Les doy mi palabra: yo no quiero que la gente malvada muera; más bien, quiero que se aparte de la maldad y viva”. Eze. 18:23 TLA. Sin embargo, el juicio debe ocurrir porque Dios es santo, apartado de la oscuridad y el mal y movido por el amor en todas sus acciones, pensamientos e intenciones.

El pecado infringe y contamina todo lo que Dios ha creado, y produce la apertura de una brecha entre el Creador y la creación. Aun así, debía lanzarse el juicio porque Dios es justo y aunque ÉL es amor, declaró:  “La persona que peque morirá”. Eze. 18:20 NVI. Note que está declaración se encuentra en el mismo capítulo donde dice “yo no quiero que la gente malvada muera” Eze. 18:23 TLA.

Dios no miente,  sería ir en contra de su naturaleza. Así que ÉL decidió poner el peso de ese juicio sobre los hombros de Jesús; en lugar de nosotros. Por su gran amor por nosotros, Cristo se ofreció a ocupar nuestro lugar y sufrir la pena de muerte que cada uno de nosotros merecía. Al hacer esto satisfizo la demanda de la ley por nuestro juicio. Y además nos hizo aptos para recibir la herencia que solo Jesús merecía recibir. Jesús fue el único que vivió libre de pecado. Así que no solo canceló nuestra cita con el infierno sino que el Padre nos hizo dignos de recibir la misma recompensa que Jesús. Eso realmente hace explotar mis neuronas. ¡Mucho Padre, Mucho Jesús. Mucho Dios!

Pr. Rafael Vargas

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