Dios quiere que seamos buenos mayordomos del potencial de vida que nos ha dado; es decir buenos administradores de los talentos, del tiempo y de los recursos que ÉL nos dio, entre ellos el dinero. Lo que Dios ha puesto a nuestra disposición fue puesto allí con amor; y también Dios ha prometido darte una recompensa cuando tú lo honras.
Ap.22:12 “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”. Si el concepto de las recompensas en la vida de un creyente no es espiritual; entonces Jesús no sería espiritual; porque ÉL claramente dice que regresará para dar a cada uno su recompensa.
Existen recompensas eternas, pero también hay recompensas temporales que harán que tu vida sea más agradable acá en la tierra. Entre ellas está el poder evitar ser un esclavo de las deudas.
Dios tiene buena memoria, y ÉL no olvida nada de lo que tú hagas, ni de lo que tú das para la expansión de su reino. Se trate de tiempo, trabajo, dinero… Cuando te consagras a ÉL y te sacrificas por ÉL o por su causa, ÉL te da tu paga, ÉL no queda de deudor de nadie. Jesús lo dijo en estos términos: Mr. 10:28-30 “…Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna”.
Pero hay cristianos que pretenden ser más espirituales que el Señor, y “hacen las cosas sin ningún interés”, “no esperes nada….” Lo que sucede es que estamos llenos de preceptos creados por hombres y seguimos manteniendo una vida llena de religiosidad; en lugar de tener una vida plena.
Cuando tú das para la expansión del reino de Dios, ÉL no lo olvida. Tú recibirás recompensa tanto en esta vida, así como en la vida eterna. Y ten por seguro que tú nunca podrás dar más de lo que da Dios; porque lo que le das a ÉL, ÉL te lo devuelve multiplicado.
Volvamos a la parábola de las diez minas, el hombre noble había regresado de su viaje y llama a sus siervos a rendir cuentas de cómo han usado su dinero. Lc. 19:16 “Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas”. Eso significa que este siervo hizo rendir lo que le había dado a razón de 1.000 %; veamos que le dice el Señor vs. 17 “El le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades”. Este siervo recibió ¡una triple recompensa! La 1ra. recompensa fue el reconocimiento publico cuando le dijo “buen siervo”, allí estaba siendo honrado en presencia de todos los presentes. La 2da. recompensa consistía de una herencia en el cielo, “por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades”. Hay quienes creen que en cielo estaremos flotando con nuestra arpa y sólo cantando himnos al Señor. Pero la Palabra dice que Dios va a hacer un cielo nuevo y una tierra nueva; y allí habrán trabajos y tareas que nosotros tendremos que desempeñar. Ap. 2:26-28. Entonces el Reino será la plena manifestación del Gobierno de Dios y funcionará en perfecta justicia.
La 3ra. recompensa es un bono extra y esta descrito en Lc. 19:24 “Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas”. Y esto ¿por qué? Porque el Señor no permitirá que los recursos del Reino sean malgastados. Por ende, aquellos que no aprovechan la oportunidad de participar en el servicio de su Reino, desafortunadamente, la perderán y el Señor se la dará a otros.
El segundo siervo tuvo un buen desempeño, no como el primero. Lc. 19:18-19 “Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades”. Dese cuenta de que este siervo no recibió reconocimiento público, a él no le dijo “buen siervo”, solo le dio 5 ciudades; y creo que eso se debió a que él solo fue la mitad de fiel de lo que podría haber sido. Por ello, siempre esfuérzate por dar lo mejor de ti para el Reino de Dios.
Lc. 19:20-21 “Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo; porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste”. El presentó puras excusas al Señor. Preferí guardar tu mina, mientras me dedicaba a cultivar y cuidar lo mío. Como muchos que hoy en día dicen, no me voy a fanatizar con este asunto del servicio, pero por ahí regresa el Señor alguito voy a tener para mostrarle; “iba todos los domingos a tu iglesia”.Lc. 22-23 “Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré; 23 ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses?” Con esto lo que nos dice el Señor es que mayordomos como este no son buenos siervos para ÉL, es más en ciertas versiones de la Biblia se los llama siervos inútiles.
En contraste con la diligencia del primer siervo, el mayordomo inútil recibió una condenación rotunda, no recibió ninguna ciudad y se le quito la mina que se le había dado. Por lo que él recibió el mismo mérito que el beneficio que produjo para su Señor: NINGUNO.
Tome en cuenta que había otras personas que estaban presentes en este juicio. Lc. 19:24 “Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas”.
El juicio del tribunal de Cristo será público. Por ello ¡ay! de aquel que simplemente está usando el nombre de Cristo como una carta de presentación en vez de honrar su nombre.
Pr. Rafael Vargas S.