Casi todos los profetas del Antiguo Testamento hablaron acerca de la venida de Jesús. Las palabras que ellos vertieron nos sirvieron bien al anunciar su venida y el impacto que esta causaría. Jeremías nos dice al respecto: 

Vendrán y cantarán jubilosos en las alturas de Sión; disfrutarán de las bondades del Señor: el trigo, el vino nuevo y el aceite, las crías de las ovejas y las vacas. Serán como un jardín bien regado, y no volverán a desfallecer. Entonces las jóvenes danzarán con alegría y los jóvenes junto con los ancianos.  Convertiré su duelo en gozo y los consolaré; transformaré su dolor en alegría. Colmaré de abundancia a los sacerdotes, y saciaré con mis bienes a mi pueblo, afirma el Señor”.  Jer. 31:12-14 NVI.  

El Pueblo de Dios fluirá, como el caudal de un río hacia la bondad del Señor. Su Reino es la tierra de SU bondad. Su bondad es fuente inagotable de gozo y alegría. 

“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio…” 1 P. 2:9 

Este versículo muestra que todo creyente del Nuevo Testamento es un sacerdote.

Cuando dice: “Colmaré de abundancia a los sacerdotes, y saciaré con mis bienes a mi pueblo”  el término,  “colmar”,  significa “llenar hasta rebalsar”. Entonces la profecía nos dice que: los sacerdotes, es decir, todo creyente del Nuevo Testamento se llenaría al máximo, hasta llegar a un nivel de deleite y completa satisfacción  por la bondad del Señor.

Dios roció todo el Antiguo Testamento con evidencias de su bondad, eso es totalmente visible para aquellos con suficiente hambre como para verlo. Estaba preparando el escenario para la mayor revelación del corazón y la naturaleza de Dios, el Padre

Un versículo que habla respecto a este tema de cómo Dios reveló su corazón en los tiempos del Antiguo Testamento, y muestra el corazón del Señor alcanzando a las personas incluso antes de tener una relación se encuentra en el capítulo 14 de Hechos, versículo 17.

“Sin embargo, no ha dejado de dar testimonio de sí mismo haciendo bien, dándoles lluvias del cielo y estaciones fructíferas, proporcionándoles comida y alegría de corazón”. Hch. 14:17 NVI

Incluso antes de que conozcamos a Dios como nuestro Padre, Él hace cosas para llenar nuestro corazón de alegría. Eso es maravilloso. Esta simple actitud suya es lo que Él llama presentarse a sí mismo como testigo. El testigo de un suceso no cuenta un rumor, sino que habla desde la experiencia personal, desde el conocimiento que obtuvo al vivir una determinada situación. 

Cuando Dios se pone como testigo, Él atrae a cada persona hacia Él para que pueda experimentar su favor. Su deseo es que ese favor despierte en sus corazones un anhelo por conocerlo como su Padre. Él no va a forzar la relación con nosotros,  porque continúa trabajando para proteger una de las partes más gloriosas de su creación: el libre albedrío del ser humano. En su anhelo por relacionarse con nosotros, nos atrae por medio de bendiciones que sólo pueden venir de un buen Padre.

En el Sermón del Monte, Jesús hizo una declaración asombrosa, seguida por una pregunta aún más sorprendente:  

Pues si ustedes, aun siendo malos,  saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le pidan!”  Mt. 7:11 

Jesús reconoce que es posible que las personas malas hagan cosas buenas. Él usa eso para dar una revelación increíble de la naturaleza y el corazón del Padre. Todos hemos pecado. Incluso estando en un estado pecaminoso somos capaces de hacer cosas buenas por nuestros hijos. 

Cristo nos desafía a usar nuestra imaginación para evaluar la bondad de su Padre en comparación con la nuestra: ¡Cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!  Ese cuanto más  toca la fibra más íntima. Y se refiere a un Padre que no solo satisface las necesidades básicas.

“No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis”. Mt. 6:8 

En esta oportunidad, Jesús está hablando de un Padre que no sólo atiende al clamor, sino que, más importante aún, cumple los sueños de los corazones de sus hijos.

¿Qué son esas “cosas buenas” de que habla Mt. 7:11? 

Cosas buenas significa aquello que brinda beneficios e implica atracción y excelencia. Esto es mucho más que suplir las necesidades básicas. 

Su enfoque en nosotros se basa plenamente en quien es Él: perfectamente santo, sabio y amoroso. Él tiene un gran amor por todos sus hijos, y lo demuestra con todos los regalos que les da conforme a quiénes son y que hay en sus corazones. Pero, recuerde, esto es precedido por una pregunta eterna y sin límites : ¿cuánto más?

Pr. Rafael Vargas

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