No podemos tratar de que la Biblia diga lo que nosotros creemos, tenemos que ajustar lo que creemos de acuerdo a lo que establecen las Escrituras.
La Palabra de Dios nos permite cortar y moldear nuestras ideas, de manera que estas se ajusten a la forma bíblica que estableció el Señor. Ilustrémoslo con un ejemplo:
“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”. 1 Jn. 4:18
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”. Jn. 3:16
Si tomamos estos dos versículos, nos quedamos con que las Escrituras dicen que el perfecto amor echa fuera el temor y además porque de tal manera amó Dios al mundo es decir en pocas palabras Dios nos ama. Siguiendo nuestra propia lógica y razón podemos concluir que “No hay temor de Dios en el Nuevo Testamento”; hemos basado nuestra conclusión en la lógica de dos versículos y dos principios importantes. Pero, ¿es correcta nuestra conclusión? A nosotros podría parecernos que sí es correcta. Ante este razonamiento, necesitamos que la Palabra de Dios de forma y vivifique aquello que pensamos y que luego enseñamos.
2 Co. 7:1 “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”. El apóstol Pablo le da esta instrucción a los creyentes en la Iglesia. A la luz de esta cita, muchos pretenderían cambiar lo que dice la Biblia para tratar de proteger lo que creen haber aprendido. Considero que es más sabio refrenar dos ideas contradictorias que tergiversar lo que dice la Biblia.
Hay quienes dicen que la Biblia tiene enseñanzas que son contradictorias a las enseñanzas de Jesús. Eso quiere decir que la persona que critica lo que dijo el autor de la Escritura está diciendo que tendría una opinión de mayor valor y autoridad que lo que dice la Biblia. Y eso es tremendamente delicado. Porque entonces, la Palabra de Dios se volvería innecesaria, porque se tornaría en objeto de las opiniones de las personas. Es más fácil creerle al Señor, confiar en ÉL y pedirle al Espíritu Santo que nos guíe a toda verdad.
Cuando leemos en el Nuevo Testamento que si había temor de Dios, entonces tenemos que ajustar nuestras conclusiones. Lo que vivimos, creemos y enseñamos debe ser consistente con lo que establece la Biblia, para permitir que lo que está escrito moldee mi definición hasta que sea aprobado por la prueba de la misma Palabra.
Uno de los mensajes principales del Nuevo Testamento es el perdón de pecados. Ese es un regalo extraordinario. La segunda parte de este regalo es que nuestra naturaleza pecaminosa cambia. Y lo que cambia el panorama de la vida en la Tierra es que toda persona que está en Cristo se convierte en la justicia de Cristo. 2 Co. 5:21 “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”. El salmista habló de este principio de perdón de una forma super profunda. Sal. 130:4 NVI “Pero en ti se halla perdón, y por eso debes ser temido”.
Esta debe ser una de las combinaciones de verdades más extrañas de toda la Biblia. ¡ÉL nos perdona y por eso le tememos! Esta clase de temor no aleja a las personas de Dios, por el contrario las acerca a ÉL.
Vamos a ver otro ejemplo, algunos podrían decir que, como el Señor ama a las personas y no desea ver morir a los malvados, entonces nadie va al infierno. Esa manera de pensar se ha vuelto muy popular en los últimos tiempos. Al morir todos, en especial los parientes y amigos de la persona fallecida piensan que él/ella se va al cielo. O sea que todos van al cielo.
Mt. 25:41 NVI “Luego dirá a los que estén a su izquierda: “Apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”. Si bien, el infierno se creó para el diablo y sus demonios y no para las personas; pero Jesús habla acerca del infierno, de la oscuridad, el llanto y el rechinar de dientes como una realidad innegable. Entonces concluir que el infierno no es para las personas no es del todo correcto; peor aún sería concluir que todo el mundo se va al cielo. Si esto fuera cierto, la Iglesia para que tendría que evangelizar, entonces no tendría sentido la Gran Comisión dada por Jesús.
Razonemos; si este tipo de pensamiento fuera cierto, le estaría privando a la Iglesia el sentido y la responsabilidad de ejecutar el mandato de la Gran Comisión. Es más, si este tipo de pensamiento fuera cierto, querría decir que muchos pasajes de la Escritura serían inútiles, porque carecería de sentido en un mundo en el que todos los caminos llevan al mismo lugar. El cielo. Una vez más, necesitamos usar la Biblia para moldear nuestros pensamientos; incluso aun si pareciera desafiar nuestra lógica y nuestra razón.
El comienzo para esta aventura es la absoluta confianza en Dios, en su naturaleza y en su Palabra. Desde ese lugar lo descubrimos al Señor, que es superior a toda lógica y razón humana. La confianza genuina sobrepasa todas las interrogantes que podamos tener.
Pr. Rafael Vargas