Una vez que uno ha entendido que necesita estar tomado de la mano de Dios, empieza a experimentar ciertos pequeños cambios en su vida. Pero, uno no experimenta automáticamente la presencia de Dios, y menos aun esa presencia pletórica de plenitud y poder. Transcurre algún lapso de tiempo para que uno pueda tener esa experiencia gloriosa.
Existe una puerta de acceso hacia niveles más altos de la presencia de Dios. Cuando experimentas esa presencia en medio de la alabanza y la adoración del pueblo de Dios, es una experiencia que te lleva a soñar con el cielo y lo que allí va a suceder cuando estemos delante del Trono de Dios.
Las palabras no sólo son conectores entre los hombres sino también son conectores con Dios, y lo más poderoso y sorprendente que estas pueden hacer, es llevarte a la proximidad más cercana posible al Todopoderoso. Las palabras de alabanza actúan como una puerta literal al trono de Dios, así lo plantea el profeta Isaías en Is. 60:18 “Nunca más se oirá en tu tierra violencia, destrucción ni quebrantamiento en tu territorio, sino que a tus muros llamarás Salvación, y a tus puertas Alabanza”.
Cuando nosotros con corazones unánimes nos reunimos para alabar a Dios, para cantar sus maravillas, para cantar de su amor, de pronto nos animamos a entrar en su presencia a través de las puertas de la alabanza. Así lo expresa el Sal. 100:4 “Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza; Alabadle, bendecid su nombre”.
Si estás alabando en medio de la congregación y activamente estas ministrando al Señor a través de tus palabras de adoración, acompañado de un ungido grupo musical que toca los acordes en correcta progresión y armonía; te vas a dar cuenta cuán fácil es entrar en esa presencia maravillosa que te envuelve, te ministra y te bendice. Entonces sabes que el Señor está ahí y puedes sentir su amor, y algunas veces ÉL toca tu cuerpo con sanidad mientras tú le alabas.
Entrar a la presencia de Dios puede lograrse a través de la acción de gracias y la alabanza. La alabanza nos conecta con nuestro Redentor, Sal. 22:3 “Pero tú eres santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel”. Así que cuando alabamos al Señor unidos en la iglesia, ÉL se hace presente y nos deja saber que está ahí, en medio de la alabanza de su pueblo. No debería sorprendernos que a menudo percibamos su presencia en medio de los canticos de la iglesia.
También es cierto que podemos atravesar esas puertas a través de la alabanza individual. ¿Por qué no debería ser difícil alabarle y adorarle? Porque ÉL mora en cada uno de nosotros. Aquí en el medio de nuestro pecho esta el altar de adoración. Así que puedes alabarle y adorarle donde quiera que tú vayas. En el micro, en tu auto, en tu oficina, donde quiera que estés deberías estar rodeado de alabanza, porque ÉL habita en medio de la alabanza. Y la alabanza también se convierte en un arma de guerra.
En mi casa, hay alabanza todo el día y todos los días, allí la atmosfera es de paz, de armonía, su presencia es notoria. La alabanza nacida de un corazón agradecido será siempre recibida por el Señor.
Si buscas en toda la Biblia tratando de encontrar evidencia que la protesta o la queja producen algo bueno, te vas a cansar de buscar, porque la protesta o la queja solo son puerta a la autocompasión. Sólo quienes tenemos gratitud en el corazón para con Dios podemos entrar en los atrios y entrar en su presencia a través de las puertas de la alabanza.
Si el común de las personas pudiera entender lo que sucede cuando uno entra en la presencia de Dios, estoy seguro que se volverían adictos a hacerlo. El Sal. 16:11 nos dice: “Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre”. Hay un deleite particular cuando estas allí en SU Presencia; allí no hay cabida para la crítica, la condenación ni el rechazo. Allí hay plenitud de gozo. Existe gran gozo en la presencia de Dios. Es bueno estar en ella.
Dios es nuestro Supremo proveedor en todos los sentidos, cualquier necesidad que tengas en tu vida puede ser suplida por Él, sin importar qué circunstancia o situación estés atravesando; todo lo que necesitas hacer es conectarte a través de tus palabras con ese Dios bueno que tenemos.
El dijo: “Yo soy el que soy”. Y eso quiere decir que ÉL puede ser el que quiera ser. Puede hacer lo que quiera hacer. En otras palabras, no estoy limitado al entendimiento humano: Puedo ser agua, si estas sediento, Puedo ser pan, si estas hambriento, Puedo ser roca, si necesitas estabilidad, Puedo ser sanador, si estás enfermo; Puedo ser tu proveedor, si estas en necesidad. En otras palabras… Puedo ser lo que tú necesites que yo sea. Eso es lo que dijo el Señor. Yo puedo ser lo que tú necesites que yo sea. Guau.
Por eso y mucho más, te alabo mi Señor, mi Dios y mi Rey.
Pr. Rafael Vargas S.