Vamos a navegar en la Palabra en relación con el tema de un Cielo abierto, para que a través de cada cita podamos percibir como cada pensamiento referido a este tema tiene la cualidad de revelar el corazón de Dios para con nosotros.
En esos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Enseguida, al subir del agua, Jesús vio que el cielo se abría y que el Espíritu bajaba sobre él como una paloma. También se oyó una voz que desde el cielo decía: “Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo”. Mr. 1:9-11 NVI.
Los Cielos se abrieron en respuesta a la obediencia de Jesús cuando fue bautizado en agua. Jesús no tenía nada por lo cual arrepentirse. Él se identificó con nosotros y nuestra necesidad del bautismo de arrepentimiento.
En Malaquías 3:10, la cita vincula la apertura del reino celestial con la obediencia del pueblo de Dios.
Traigan íntegro el diezmo a la tesorería del Templo; así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto, dice el Señor de los Ejércitos, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde. Mal. 3:10 NVI
Martin Luther King, en un memorable discurso en 1963 dijo: “¡Hoy tengo un sueño! Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano”.
También tengo un sueño, y es que los habitantes de este mundo veamos y experimentemos la gloria de Dios manifestarse. ¡El Señor acude donde es genuinamente deseado! Y allí hace que su rostro resplandezca. Y cuando el rostro del Señor resplandece sobre cierto lugar, cierta ciudad o cierta Nación, tomando control de ella... podemos decir que se está experimentando un avivamiento.
“Salió, pues, Jacob de Beerseba, y fue a Harán. Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar. Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella. Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente. He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho. Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo. Y se levantó Jacob de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, y la alzó por señal, y derramó aceite encima de ella. Y llamó el nombre de aquel lugar Bet-el, aunque Luz era el nombre de la ciudad primero”. Gn. 28:10-19
Un creyente entusiasta sin entrenamiento es una presa fácil para el diablo. Debemos convertirnos en “creyentes entrenados". Nuestra Nación necesita cristianos que sean soldados de Cristo efectivos. Para llegar a eso, necesitamos entrenamiento. Esto es necesario si queremos ganar en cualquier guerra.
Para abrazar el verdadero entrenamiento, debes reconocer y rechazar cualquier falsa doctrina que hayas recibido en el pasado. Nunca olvides que eres un soldado. Tienes órdenes del Rey, no temas de discusión, sigue sus órdenes. Esta es una disciplina por el resto de tu vida. Usa tu voz y grita fuerte el evangelio en todo lugar. La mayor arma que te ha dado Dios es una voz. Los héroes de Dios han derrotado ejércitos y resucitado a los muertos haciendo uso de sus voces. Además el mundo fue creado mediante la voz de Dios. El entrenamiento que Dios te dará no solo eliminará el miedo, sino que te hará audaz para enfrentar al enemigo. “El objetivo del entrenamiento es preparar a los hombres para la batalla y hacer la que anhelen”.
Has decidido ser un arma viviente que está siendo perfeccionada y empoderada para hablar con autoridad, declarar y devastar el mal con una lengua que arroja fuego divino.
Pablo le dice a la iglesia en Éfeso:
“Revístanse de toda la armadura de Dios, para que puedan hacer frente a las asechanzas del diablo”. Ef. 6:11 RVC.
Una nación que está impregnada por la división que obedece a diferentes motivos, una nación que tiene el alma afectada por el desaliento y la rabia y el enojo; donde todo tipo de discurso ha perdido fuerza, y por ello la gente no se interesa ni siquiera de escucharlo. Precisa de elementos excepcionales para cambiar su rumbo y no seguir camino a una catástrofe.
El mensaje del evangelio tiene respuestas a todo tipo de situaciones, pero para que una generación lo escuche es preciso que ese mensaje sea respaldado por el poder de Dios.
Mi hermano(a), ¿Quieres poder? ¿Ese poder que expulsa a los demonios y destruye argumentos malvados? ¿Tienes dolor porque el mal prevalece y te sientes impotente para hacer algo al respecto?
¡La mejor noticia es que tú puedes hacer algo al respecto! La voz que Dios te dio y la unción para verificarla con poder e incluso con milagros no es exclusividad de nadie. ¡Es para todo creyente!
“Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”. Mr. 16:17-18.
En estos días, los guerreros de Dios pueden ser atacados por el desaliento, hacer que se sientan agotados, sin alegría e incluso apocados en su espíritu. Tengamos presente que el guerrero en el espíritu sabe discernir la batalla espiritual.
Lot tenía aflicción mientras vivía en Sodoma. “Porque para este hombre justo, que vivía entre ellos, cada día era un tormento al ver y oír lo que esos malvados hacían”. 2 P. 2:8 RVC. Esto es lo que el pueblo de Dios está sintiendo al presente en nuestra cultura. Muchas personas le atribuyen a la política y sus devaneos los males que hoy vive la sociedad; y eso no necesariamente es cierto. No se trata de política, lo que ahora estamos confrontando es la maldad.
“Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”, 2 Co. 10:4-5.
¡Las armas de la Iglesia no son de este mundo, sino las poderosas armas de Dios, capaces de destruir fortalezas y de desbaratar argumentos.
Martín Lutero, quien es considerado el padre de la Reforma, dijo: “Nunca trabajo mejor que cuando estoy inspirado por la ira; cuando estoy enojado, puedo escribir, orar y predicar bien, porque entonces todo mi temperamento se aviva, y mi entendimiento se agudiza, y todas las aflicciones y tentaciones mundanas desaparecen.”. Esta aseveración llama la atención, nos deja entrever que hay diferentes tipos de ira y que el tipo correcto de ira es algo bueno.
Expertos en salud mental, ven la ira como una herramienta que nos ayuda a interpretar y responder a situaciones perturbadoras. Estudios de investigación indican que sentirse enojado aumenta el optimismo, la creatividad y el desempeño efectivo; además de sugerir que expresar enojo puede conducir a negociaciones más exitosas en lo laboral.
“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo”. Ef. 4:26-27.
Y si revisamos la NVI, esta dice: “Si se enojan, no pequen. No permitan que el enojo les dure hasta la puesta del sol 27 ni den cabida al diablo”. Ef. 4:26-27. El tipo correcto de ira es crucial en los tiempos que nos ha tocado vivir.
La Biblia nos muestra que el verdadero peligro de los últimos días no es lo que hará la naturaleza, sino que el verdadero peligro vendrá de cómo se comportarán los seres humanos.
También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios. 2 Ti. 3:1-4.
Una de las armas que utilizaba Hitler, para enardecer a las multitudes e implantar sus maquiavélicas ideas, era su oratoria; esta era tan destructiva como cualquiera de sus otras armas. Entonces, si las voces de seres humanos cargadas de maldad y negativismo pueden destruir naciones, se deduce entonces que las voces dadas por Dios pueden salvarlas. Necesitamos esas voces, voces famosas y conocidas y voces de gente normal. Las necesitamos en todo lugar, en los lugares altos y en los lugares cotidianos. Se deben oír en las escuelas, en los negocios, en los medios de comunicación, en el gobierno… en resumen, deben oírse en todas partes de la Nación.
Y tú mi hermano(a) puedes ser esa voz. Estoy seguro que Dios ya te ha dotado de ese regalo, pero tienes que encontrarlo. Porque así es como puedes comenzar. Comienza por reconocer la elección de Dios. La voz dada por Dios es el arma que ÉL ha escogido para nuestra redención en todos los sentidos.
En nuestra calidad de creyentes, como gente común, surge una pregunta. ¿Cómo la gente común puede destruir el mal? El mal y la maldad que rodea su vida, su familia, su entorno, la ciudad donde vive.
Para dar una respuesta, mucho tiene que ver cómo nos vemos a nosotros mismos. Qué pensamos de nosotros mismos, de que estamos convencidos. ¿Comprendemos cuál es nuestro propósito de vida? ¿La tarea que estamos llamados a ejecutar?
“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes”. Ef. 6:10-13
El apóstol usa términos militares, “vístanse como soldados del ejército de Dios”. ¿Por qué razón nos dice que usemos la armadura de Dios? La respuesta es simple hay una guerra espiritual que afecta todo. Una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal. Y debemos estar preparados para las batallas que nos toque lidiar.
Hoy vamos a tener Santa Cena. Jesús mismo nos pidió que lo hiciéramos, y sirve para recordar la obra de nuestro Señor en la cruz.
Hablando en términos militares, un soldado con valentía, pero sin entrenamiento, es un objetivo fácil para un enemigo entrenado. Y haciendo una analogía podemos decir que es igualmente cierto que un creyente entusiasta sin entrenamiento es una presa fácil para el diablo.
¿Cómo puede una iglesia que solo está manteniendo su cabeza a flote recibir entrenamiento para impactar una cultura en depravación? Esto es una triste realidad – la iglesia está absorbiendo más oscuridad del mundo de lo que está alumbrando al mundo con su luz. La falta de poder e influencia en la Iglesia ha disminuido a niveles desastrosos. Y si esta tendencia continua por más tiempo, la Nación se perderá para siempre. Lo que desconcierta es que estamos perdiendo esta guerra espiritual por las razones equivocadas.
Como Iglesia, tenemos el mejor mensaje, tenemos el mejor libro y tenemos el mayor poder. Pero no es así como nos vemos. En el mejor de los casos, el cristianismo es descartado como una reliquia y, en el peor, como un virus que debe ser erradicado.
El que aparta su oído para no oír la ley, Su oración también es abominable. Pr. 28:9
Este versículo nos muestra que Dios NO escucha las oraciones de todos. Este es un planteamiento drástico, hay dos citas que lo confirman:
Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, El Señor no me habría escuchado. Sal. 66:18
El que cierra su oído al clamor del pobre, También él clamará, y no será oído. Pr. 21:13
El silencio que “mata” se da cuando Dios no quiere o no puede escucharte.