La Biblia dice que aquel que quiere prosperar debe estar dispuesto a trabajar duro. Dios utilizará tu productividad personal para crear riquezas para ti. Pro. 10:4; Pro. 13:4; Pro. 20:4.La Biblia dice que aquel que desea prosperar debe estar dispuesto a trabajar, y si no está dispuesto a hacerlo, entonces no debería comer. 2 Ts. 3:10.
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Todo aquel que quiere agradar a Dios y cosechar las recompensas que ÉL promete a sus hijos, debe empezar por asumir la responsabilidad de su persona así como de su familia.
Muchas personas parece que tuvieran huecos en sus finanzas personales, el dinero que ganan antes de llegar a sus cuentas ya está gastado. Esas personas nunca tienen dinero, y su situación financiera es un enorme enredo, confusión y caos; y en muchos casos es una situación penosa.
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Hay personas que se ganan la vida sustancialmente pero viven como pobres, también otras personas que no ganan mucho pero que realmente viven bien. ¿Qué es lo que pasa con esas personas que no pueden administrar bien su dinero?
Dios quiere que seamos buenos mayordomos del potencial de vida que nos ha dado; es decir buenos administradores de los talentos, del tiempo y de los recursos que ÉL nos dio, entre ellos el dinero. Lo que Dios ha puesto a nuestra disposición fue puesto allí con amor; y también Dios ha prometido darte una recompensa cuando tú lo honras.
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Ap.22:12 “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”. Si el concepto de las recompensas en la vida de un creyente no es espiritual; entonces Jesús no sería espiritual; porque ÉL claramente dice que regresará para dar a cada uno su recompensa.
El pacto con Dios existe y está destinado a ofrecer un medio para que el pueblo de Dios prospere. Si operas bajo el pacto, conforme a los preceptos de este, estás operando bajo Su cobertura, esto te permite prosperar como Dios lo ha diseñado.
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Jesús nos enseñó los fundamentos para vivir una vida de victoria financiera: Principio #1: Dios es el dueño de todo. Principio #2: El administrador NO es dueño de aquello que recibió, pero es responsable de administrarlo. Por medio del diezmo y las ofrendas reconocemos que Dios es el dueño de lo que ÉL nos ha dado.
La bendición está en la capacidad de disfrutar y aumentar lo que has recibido. Pro. 10:22 “La bendición de Jehová es la que enriquece, Y no añade tristeza con ella”. Hch. 20:35.
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Muchas personas no entienden que el pacto con Dios proporciona una cobertura vital, la cual fue establecida por Jesús para nosotros cuando consumó su obra en la cruz Mt. 26:28 y 1 Cor. 11:3. Si estas operando bajo el pacto y conforme a los preceptos de este, estas operando bajo Su cobertura. Esto es lo que te permite prosperar como Dios lo ha diseñado.
Un aspecto clave para ser exitoso en el Reino de Dios es la administración de lo que ÉL nos ha dado.
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Mayordomía es el proceso de proteger y aumentar los bienes y recursos de otros. Sólo mediante el cumplimiento de los principios bíblicos de la mayordomía, tendrás una vida de victoria financiera. Si decides no reconocer a Dios como el dueño de tus finanzas, no podrás materializar las bendiciones financieras que ÉL ha asociado a sus preceptos.
Gn. 17:1-2”Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera”. Antes de que Dios pudiera ir más lejos al sellar Su pacto con Abram. Al presentarse a sí mismo como "Yo soy el Dios Todopoderoso" o "El Shaddai", estaba prometiendo el cumplimiento de lo que se había comprometido.
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Esta es la primera vez que el término “El Shaddai” es utilizado para referirse a Dios en las Escrituras, porque ÉL era y es suficiente por sí mismo para cumplir todo lo que ÉL ha prometido. Dios multiplicaría abundantemente a Abram. Él era y es el Dador de Vida; quien iba a restaurar la capacidad reproductiva tanto a Abram, así como a Saraí, porque estaban como muertos.
Las historias y las visiones son fascinantes, pero las cuestiones interpretativas son desafiantes, tan desafiantes, que la interpretación de Daniel es una de las más disputadas cuestiones entre eruditos.
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El libro de Daniel es un texto complejo. Está escrito en dos idiomas y en dos géneros; los eventos abarcan dos imperios y múltiples gobernantes, pero el contexto no está ordenado de forma cronológica. Por ejemplo, el libro comienza en hebreo, y cambia al arameo en Dn. 2:4. Al inicio del cap. 8, vuelve a cambiar al hebreo. Los capítulos del 1 al 6 son narrativos. Apocalíptico es un genero enfocado en revelar futuras acciones y juicio divino en términos simbólicos. Daniel es el libro apocalíptico más característico del Antiguo Testamento. Incluye varias indicaciones de su periodo de tiempo, dice que el exilio ocurrió en el 3er. año del rey Joacim y la última referencia de tiempo está fijada en el año 3ro de Ciro, rey de Persia. Todavía en nuestros días se sigue debatiendo cuando fue escrito este libro; unos dicen que fue en el siglo VI a.C. y otros en el siglo II a.C. Ahora bien, cuando las historias y visiones ocurrieron y cuando estas fueron registradas o grabadas puede tratarse de dos periodos de tiempo diferentes, y colocarle fechas al libro marca diferencia en cómo lo interpretamos.
La Biblia presenta a los profetas como modelos de vida a seguir, modelos de justicia, están bien preparados con conocimiento y sabiduría y, lo más importante, tienen una relación cercana con Dios.
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El Todopoderoso levanta a un profeta para que hable en su nombre con el fin de entregar su mensaje preciso o su enseñanza selecta. El espíritu del Señor descansa sobre un profeta o una profetisa para cumplir la tarea dada por Dios. Se cree que Daniel tuvo visiones que fueron inspiradas divinamente, y por ello él es considerado un sabio.
Daniel y sus amigos permanecieron firmes y leales a Jehová cuando estaban en Babilonia, aun a riesgo de perder su vida. Lo hicieron porque sus padres les habían enseñado que hay un solo Dios verdadero. Los jóvenes de nuestra Nación andan tan descarriados, perdidos en el pecado, la maldad, las drogas y los vicios, porque no les enseñamos los caminos del Señor a nuestros hijos. Los padres no imparten las verdades de Dios en sus familias y tampoco hablan palabras de bendición sobre sus hijos, dejándolos indefensos ante las maldades del enemigo. Es más, muchos padres están ausentes de sus hogares física y/o espiritualmente y esto tiene que ser remediado. Los hombres están fallando en cumplir sus responsabilidades básicas y las mujeres están asumido el rol de los varones. El resultado es inevitable: confusión, ya sea en una familia o nación.