Es muy raro escuchar a algún líder gubernamental, director ejecutivo de una empresa, incluso a profesionales expresar su necesidad de sabiduría. Uno de los pocos lugares donde he oído hablar un poco más acerca de la sabiduría es en la iglesia, pero aún ahí, solo es un concepto abstracto y distante.
La sabiduría es uno de los dones más necesarios que Dios ha puesto a disposición de los seres humanos para vivir una vida exitosa en todos los sentidos.
Aunque la sabiduría es un don preciado, posiblemente lo que más desea la gente, ni siquiera se habla de ella, o quizás es que no entienden lo que necesitan. A medida que mostramos esta gracia de Dios, despertamos los deseos latentes en las personas por este bien invaluable llamado sabiduría.
Jesús estableció un principio que dice: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Mt. 6:33.
El reino es el dominio del Rey. Debemos buscar primero la realidad invisible, y luego esta se manifestará en lo visible; toda necesidad básica será agregada.
Jesús se refería a que seríamos recompensados en lo visible buscando primero lo invisible.
El rey David, fue un gran rey, pero experimentaba fracasos frecuentes en su condición de padre. Su situación familiar es uno de los capítulos más tristes de la vida de este gran hombre. Esta área de su vida nos recuerda que las grandes personas pueden triunfar brillantemente en ciertas áreas de la vida, pero fracasar por completo en la que es más importante: el hogar. Es triste, ya que dicho fracaso nunca debería darse.
Hubo un tiempo en el cual el rey David tuvo éxito como padre; y fue con su hijo Salomón.
David tuvo una visión nacida de Dios para su hijo Salomón. Él entrenó a Salomón para reinar porque sintió la mano de Dios en la vida del niño. Lo entrenó con un propósito y le enseñó acerca esta área vital llamada sabiduría, la herramienta que nos permite gobernar en justicia y bendición en la vida.