“Así ha dicho el Señor: No debe el sabio vanagloriarse por ser sabio, ni jactarse el valiente por ser valiente, ni presumir el rico por ser rico. Quien se quiera vanagloriar, que se vanaglorie de entenderme y conocerme. Porque yo soy el Señor, que hago misericordia, imparto justicia y hago valer el derecho en la tierra, porque estas cosas me complacen. Palabra del Señor”. Jer. 9:23-24 RVC

La intención de Dios es que nosotros lleguemos a conocerlo a través de una relación personal. Existe una gran diferencia entre conocer a alguien ocasionalmente y el compartir tu vida con esa persona, si es que realmente quieres llegar a conocerla. 

Existe una completa exposición mía hacia Él. Tú puedes cerrar la puerta de tu espíritu a cualquier persona pero no se la puedes cerrar a Dios. Él puede ver con claridad  a través de cualquier puerta que cierres. ÉL TE CONOCE. El Señor sabe hasta los pensamientos y las intenciones de mi corazón todo el tiempo.

Tú puedes ir a algún lugar donde se mueve el Espíritu de Dios y puedes percibir que el Espíritu de Dios se está moviendo allí. Tú puedes ir a ese lugar durante los próximos cincuenta años y sentir cada vez que el Espíritu Santo se está moviendo allí y aún así, NO conocer a Dios personalmente.

Tú puedes asistir o llegar a “conocer” a cierta celebridad del canto estando presente cada vez que ésta persona  actúe, y puedes aprenderte todas las canciones que canta, sin embargo, tú nunca has estado con esa persona, realmente tú no la conoces. Esto es lo que hasta cierto punto muchas personas llamadas cristianas hemos hecho con Dios.

El Señor dice que Él quiere gente que lo quiera a Él, no solo aquellos que buscan regalos o bendiciones, sino aquellos que realmente quieren CONOCERLO a Él.

¡¡Adán lo tenía todo!! El Señor bajaba en la frescura de la tarde y caminaba con él en el Jardín del Edén todos los días; esto era un privilegio tremendo. Pero Adán desobedeció a Dios y perdió esa relación fraternal. Por ello tuvo que venir Jesús a este mundo y Él pagó el precio de nuestros pecados y los borró; y ahora tenemos acceso gratuito hacia el Padre a través de Jesucristo

No existe NADA que tenga algún valor aparte de Jesucristo. Cada vez que te separas de Cristo, no importa lo que logres – no tiene un verdadero valor; podrá tener un valor temporal, pero no tiene un valor eterno.

En esta porción de la Escritura (Jer. 9:23-24), con la que iniciamos este mensaje,  hay tres categorías en las que dice el Señor que no te gloríes: sabiduría, poder (valentía) y riquezas. La mayoría de las ambiciones en el mundo  de hoy son en una de esas tres categorías.

Dios quiere que nosotros lo conozcamos. Él quiere que nosotros lo entendamos porque es nuestro Padre. Él quiere conocerme íntimamente y quiere que yo lo conozca; quiere que yo lo entienda y confié en Él. Tenemos que empezar empleando tiempo para pasarlo con Dios, y caminar a su lado. Dios dijo que si tú lo amabas y guardabas sus mandamientos, entonces el Padre y el Hijo vendrían a habitar contigo. 

Cuando seas honesto y franco con Él, Dios mismo se te revelará. Tú conocerás mejor a Dios a medida que Él se vaya manifestando en tu vida. Después de un tiempo de contemplar la belleza del Señor y de observar su trabajo, obedeciéndolo y teniendo comunión con Él, entonces vendrá el tiempo cuando Dios empezará a explicarte algunas cosas, elevándote al plano de amigo.

Caminar con Dios y observar su trabajo, especialmente cuando comprendes por qué Él está haciendo lo que hace genera una felicidad enorme. Si tú lo conoces y estás con Él y Él te lo explica, entonces todo tiene sentido. Te das cuenta de que Él no hace nada que no tenga sentido. Mucho de esto es tener entendimiento de su Palabra. Hay verdades fundamentales que todo hijo de Dios debería saber al momento de entrar al Reino. Ellos deberían saber quiénes son, lo que Dios espera de ellos, y que tipo de relación está disponible para ellos.

 Jesús habló de estas cosas, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; como le has dado potestad sobre toda la humanidad, para que dé vida eterna a todos los que le diste. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.   Jn. 17:1-3 RVC  

Cada persona nace con un espíritu eterno. La pregunta es una sola: ¿Dónde va estar tu espíritu en la eternidad, en la presencia de Dios, o en el lago de fuego, siendo atormentado de día y de noche? La Palabra dice que la vida eterna es conocer a Dios y a Jesucristo a quien Él envió. Esta es la esencia de la vida eterna… que nosotros podemos conocer a Dios, no solamente saber acerca de Él. ¿Qué significa esto?

Él nos dio vida eterna. Hemos nacido en su familia. Él es el dueño de la Tierra y de la plenitud de ella. Nosotros somos sus hijos y la Palabra dice que nos ha dado el don de la vida eterna y que NOSOTROS DEBEMOS CONOCERLO.

No hay ninguna razón para que no caminemos con Dios hoy en día. Él nos ha hecho la invitación para hacerlo para siempre. Él nos está preparando para heredar y gobernar su Reino, para reinar en esta tierra por mil años. 

“Bienaventurados y santos son los que tienen parte en la primera resurrección; pues la segunda muerte no tiene potestad sobre ellos; al contrario, serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él durante mil años”. Ap. 20:6 RVC 

El Hijo nos preparó el camino para llegar al trono de Dios y recibir su gracia y su misericordia. Es solamente por gracia que Dios nos habla y comparte con nosotros. Te animo a tomar esta oportunidad de compartir y hablar con Dios. Dios puede hablar a nuestros corazones y nosotros podemos conocer a Dios, compartir con Él, y entender lo que está haciendo. Esta es la recompensa de aquellos que lo buscan diligentemente.

Pr. Rafael Vargas

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