¡Cristo vive en mí! Realmente ¿estamos seguros que así es? Si lo crees, deberías estar consciente que estas facultado para ser como Jesús. ¡Y ÉL es súper poderoso!, mucho más poderoso de lo que tu mente pueda imaginar.
Muchos cristianos tienen una idea equivocada de quien es Jesús, y esa es una de las razones más fuertes para que no puedan tener una relación de intimidad con Espíritu Santo. Para algunos, Jesús era una persona de carácter apacible y sentimental. Es evidente que Jesús personificó el amor, la paz y la paciencia; pero tenemos una visión parcial si solo nos concentramos en esas características y olvidamos por ejemplo su sabiduría, liderazgo, pasión, confianza, su capacidad para impactar a su generación y a las venideras.
Juan describe al Cristo resucitado de una manera diferente. Ap. 1:12-18 …14Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; 15 y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. 16Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza… Nuestra idea de cómo es Jesús, a veces dista kilómetros de cómo realmente es ÉL. ÉL es nuestro Dios, nos inspira admiración y asombro, es magnífico y poderoso; es intenso y firme, es valiente y confrontador.
Cuando no tenemos la imagen correcta de Jesús terminamos viéndolo como “el flaco del alma”. Otros piensan que es una persona muy ocupada y otros tienen la imagen de un juez que busca sentenciar a los pecadores. Hay quienes lo ven como Papa Noel a quien solo lo toman en serio los niños. Lo que en verdad están haciendo es reducir a Dios para que quepa en sus propias maneras de ver las cosas y la vida. Pero la realidad es muy diferente, Jesús está por encima de nuestra imaginación, es el Dios que creó el universo, es mucho más poderoso y ÉL inspira mucho más asombro del que nosotros podemos llegar a comprender.
Para llevar una vida de intimidad con Espíritu Santo, tenemos que dejar de lado nuestras ideas preconcebidas acerca de Jesús. Él nunca fue, ni será débil. ÉL es la persona más poderosa y radical que hubiera caminado sobre este planeta. Veamos aspectos claves del carácter de Jesús para corregir cualquier malentendido que tengamos.
La humildad, es una palabra que confunde la gente. Unos la hacen sinónimo de pobreza, otros piensan que está relacionada con ser débiles, tímidos y callados. Si pensáramos en esos términos, concluiríamos que para agradar a Dios debemos ser así. Este mal entendimiento de la humildad ha producido una cultura en la iglesia que la hace repulsiva para personas fuertes. ¿Quien está interesado en volverse una persona débil emocionalmente, incapaz de defender a su familia, que deje que los demás se aprovechen de él y de su familia? Queremos servir a un Dios poderoso, que nos lleve a marcar la diferencia en nuestra sociedad.
Los caballos de guerra nos dan una imagen certera de lo que es humildad. Dóciles con sus jinetes y feroces en batalla. Cuando estaban en el frente de batalla, pateaban la tierra ansiosos y expectantes, y no mostraban señales de temor cuando se acercaban al enemigo y este rugía con un sonido estruendoso blandiendo lanzas, espadas y escudos, esforzándose por intimidar al enemigo. Job 39:19-24.
Jesús poseía esa clase de humildad: Poder bajo control. EL no era tímido, no le temía al conflicto. No tenía problema de ser firme, caminaba con el poder del Espíritu Santo en su ser, era obediente al Padre, era apasionado. Tenía un amor increíble. Respetaba a la gente y se ganaba el respeto de la gente, comprendía sus necesidades y las suplía. No le preocupaba que la gente lo dejara, porque tenía la certeza que estaba haciendo la voluntad del Padre. Vivía una comunión intensa con Espíritu Santo. La humildad es poderosa. Los creyentes de nuestros días piensan que ser humilde es no causar problemas. Por estas falsas creencias, muchos cristianos se enfocan en complacer a las personas, se preocupan por lo que piensan los demás. Por ello tratan de caerle bien a la gente.
Vivir en comunión con Espíritu Santo se trata de tener fe, confianza y seguridad en tu identidad como hijo de Dios. Si estas tratando de caerle bien a todos, estas perdiendo tu tiempo, no estas siendo como Cristo. Porque ese enfoque dice más de tu inseguridad y tus falsas creencias que de ser como Jesús. Y la manera de lidiar con ellas es comprender quien es en realidad Jesús y quien eres tú en EL.
Otra palabra mal interpretada es el amor. Jesús nos enseñó a amar a nuestro prójimo y la gente asume que EL estaba hablando de un sentimentalismo emotivo. Por eso muchos piensan que tenemos que adular a la gente (reinita, guagüita etc.), piensan que tenemos que actuar tiernamente para mostrarles que los amamos. Los hombres formados en hogares sólidos, no reaccionan ni respetan este tipo de conducta. Lo que Jesús quiso decir dista mucho de esta creencia. El problema radica en que representamos varias ideas con la palabra amor. Generalmente pensamos en términos sentimentales. Por eso asumimos que amar a los demás es tener sentimientos cariñosos hacia ellos. El amor por las personas que Jesús nos enseñó, significa valorar a la gente. Y eso no tiene nada que ver con el sentimentalismo, ni el romanticismo, ni siquiera con las emociones que sientas por esas personas. Puedo ver a cualquier persona a los ojos y comunicarle que la valoro por lo que es y tal como es, porque sé quién soy en Cristo y que poder me respalda. ¡Esa si es una forma poderosa de amar!
Para quienes piensan de si como gusanos pecadores. Dios no quiere que pienses que no vales nada. Eso no le complace. Tu puedes tener confianza en ti mismo y en las habilidades que Dios te ha dado, simplemente dale el crédito a EL y respeta a los demás. Así no hay lugar para el orgullo en tu vida. Dios quiere que te des cuenta que tú puedes ser el mejor, o cuando menos que seas lo mejor que puedas.
Creer que puedes hacer cualquier cosa que Dios te pida no es cuestión de orgullo, es cuestión de FE.
Nosotros debemos ser sinceros acerca de lo que podemos y de lo que no podemos hacer.
Pr. Rafael Vargas S.