El rey David, fue un gran rey, pero experimentaba fracasos frecuentes en su condición de padre. Su situación familiar es uno de los capítulos más tristes de la vida de este gran hombre. Esta área de su vida nos recuerda que las grandes personas pueden triunfar brillantemente en ciertas áreas de la vida, pero fracasar por completo en la que es más importante: el hogar. Es triste, ya que dicho fracaso nunca debería darse.
Hubo un tiempo en el cual el rey David tuvo éxito como padre; y fue con su hijo Salomón.
David tuvo una visión nacida de Dios para su hijo Salomón. Él entrenó a Salomón para reinar porque sintió la mano de Dios en la vida del niño. Lo entrenó con un propósito y le enseñó acerca esta área vital llamada sabiduría, la herramienta que nos permite gobernar en justicia y bendición en la vida.
Salomón habló de la educación recibida de sus padres y dice:
Porque yo también fui hijo de mi padre, Delicado y único delante de mi madre. Y él me enseñaba, y me decía: Retenga tu corazón mis razones, Guarda mis mandamientos, y vivirás. Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; No te olvides ni te apartes de las razones de mi boca; No la dejes, y ella te guardará; Amala, y te conservará. Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; Y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia. Engrandécela, y ella te engrandecerá; Ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado. Adorno de gracia dará a tu cabeza; Corona de hermosura te entregará.
Pro. 4:3-9.
Podemos decir que Salomón fue entrenado desde la infancia para elegir la sabiduría por encima de todo lo demás. Él fue entrenado para tomar decisiones correctas.
David preparó a su hijo Salomón para que tuviera éxito en la vida en todas las formas posibles. Sin embargo, la conclusión es que todo se redujo a las decisiones de Salomón.
Dios se le apareció en sueños y le ofreció darle todo lo que quisiera. Sabemos que la sabiduría fue el resultado. Pero eso no fue realmente lo que pidió Salomón. La elección de Salomón fue: “Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?”1 R. 3:9.
Él pidió a Dios tener un corazón comprensivo, ese fue el resultado de la instrucción de David de buscar la sabiduría y, en el proceso, adquirir comprensión.
Esto, contiene una visión más profunda. La palabra hebrea que se usa aquí para “entender” es la palabra shama, que significa "oír".
Salomón no estaba pidiendo simplemente comprensión; pidió un corazón que escuchara. La respuesta de Dios a Salomón es:
Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio, he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú. Y aun también te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria, de tal manera que entre los reyes ninguno haya como tú en todos tus días.
1 R. 3:11-13.
El Rey Salomón pidió un corazón que escuchara, y Dios dijo: Está bien, te daré sabiduría.
La sabiduría no es solo un depósito hecho en alguien que ahora tiene todas las respuestas. Implica que tiene la capacidad de escuchar la voz de Dios y esa es la clave de la sabiduría.
La sabiduría es fruto de nuestra relación con Dios.
Si la clave de la sabiduría está íntimamente relacionada con la capacidad de escuchar la voz de Dios, entonces, esto pone a la fe en términos similares con la sabiduría.
Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.
Ro. 10:17
Sabemos que la fe proviene de oír. La misma naturaleza de la fe implica una relación en tiempo presente con Dios en la que estamos en el proceso de escucharlo.
No es una relación basada únicamente en lo que Dios ha dicho en el pasado. Para que la sabiduría continúe funcionando, debemos tener una relación continua con Dios y el deseo de escuchar Su voz en nuestras vidas.
Y si anduvieres en mis caminos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como anduvo David tu padre, yo alargaré tus días.
1 R. 3:14.
En otras palabras, Dios le estaba diciendo, mantén al día nuestra relación y me aseguraré de que lo hagas bien.
Tal cual le dijo su padre David “…Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; Y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia. Engrandécela, y ella te engrandecerá; Ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado. Adorno de gracia dará a tu cabeza; Corona de hermosura te entregará”.
El que tenga oídos para oír, oiga lo que le dice el Espíritu del Señor.