La salvación es el milagro más importante de todos los milagros. Y también es el más urgente. 

Los creyentes anhelamos que en la ciudad  en que vivimos todas las personas pudieran tener un encuentro personal con Dios y tomarán la decisión de entregarle sus vidas y así nacer de nuevo. Sueño despierto, y digo cómo de diferente y hermosa sería la vida en esta ciudad, si todos los estantes y habitantes de la misma estuviéramos viviendo una relación personal con Jesús, que cada persona conozca la esperanza que trae vivir con la certeza que el Maestro camina con uno.

Pero, también me pongo a razonar y pienso que  las conversiones de las personas en mi ciudad no van a resolver los problemas que la ciudad está encarando. Vamos a seguir teniendo conflictos, van a seguir habiendo matrimonios rotos y por ende van a seguir habiendo divorcios, y se van a presentar desafíos de criar niños con un solo progenitor y hasta a veces sin ninguno de ellos, van a seguir habiendo negocios fallidos y van a persistir los enormes problemas que hay en nuestro sistema educativo. Si dudas de ello, basta con mirar a cualquiera de las iglesias en nuestra ciudad, incluida esta que yo pastoreo. Esos problemas que señalo también están en las iglesias. 

Quiero recordarles que el “reino” es el reino del dominio del rey.  Donde su dominio, es decir su señorío se vive, allí donde siempre hay una expresión de SU mundo. La razón para que hayan problemas en nuestras iglesias no se debe a que seamos personas malvadas.  Simplemente se debe a que no hemos aprendido lo suficiente acerca de los caminos del  rey y Su reino para influir como pensamos y vivimos en cada área de nuestras vidas.

En la iglesia, tenemos lo que se necesita para servir al mundo con el evangelio de salvación. Ese es obviamente el gran mensaje, con el mayor milagro de todos: la salvación

Nuestro problema es que no siempre sabemos tanto sobre el resto de la vida como a menudo pensamos.

Hay quienes tienden a pensar que si pudiéramos poner a un creyente en un alto cargo público, él o ella resolvería todos los problemas de nuestra ciudad o de nuestra Nación. La verdad, quisiera que eso fuera cierto. Pero una vez más, mire a cualquier iglesia para ver si esa forma de pensar realmente funciona para nosotros. Y la verdad es que NO funciona así. 

En la mayoría de las iglesias, ni siquiera se pueden poner de acuerdo sobre los estilos musicales, y si es necesaria o no una reunión el domingo por la noche. Es muy raro encontrar genuinos cristianos maduros ocupando altas posiciones en las empresas más importantes del mundo, así como en los grandes cargos políticos; es como si Dios hubiera vetado esas posiciones de ser ocupadas por cristianos maduros.  

Considero que la razón para que esto sea así es que no hemos crecido lo suficiente en nuestra comprensión del Reino para que Él nos confíe tales lugares de poder e influencia. 

A medida que nos entregamos a servir a nuestra ciudad por el bien de la ciudad, no por nuestro ministerio, ni por la asistencia a nuestra iglesia, encontramos mayores puertas abiertas de influencia. 

No podemos utilizar el espíritu político en una situación y pensar que podemos liberarnos de él en otra. El espíritu político utiliza el miedo al hombre y la manipulación para conseguir que la gente apoye una determinada forma de pensar. Debería ser obvio que tales formas de pensar son contrarias a la mentalidad del Reino. Las cosas no funcionan así. Aquellos que operan en los sistemas políticos del mundo generalmente piensan de manera diferente a nuestro Rey, y su Reino funciona de manera completamente diferente a ellos.

Si bien podemos intentar usar nuestra fuerza de convocatoria para lograr cambios importantes en nuestro País, no podemos usar la misma herramienta manipuladora que aquellos que no conocen a Cristo. 

El fin no justifica los medios. 

Cuando operamos de la misma manera que ellos, involuntariamente hacemos alianzas en el reino espiritual, y a ese reino realmente no le importa de qué lado del pasillo estamos, siempre que seamos antagónicos y deshonremos a alguien. 

Jesús nos advirtió acerca de la levadura de Herodes. En Mr. 8:15Y él les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes”. Esta advertencia tenía la intención de abrir los ojos de sus discípulos a las trampas de crear una lealtad dividida en los corazones de su pueblo. Estas trampas siguen funcionando hasta el día de hoy.

Servir a una ciudad por el bien de la ciudad es vital. Y cualquiera que elija vivir de esta manera será probado. 

Las mismas personas a las que hemos venido a servir son las que más nos ponen a prueba. Y nuevamente, tienen una razón. Sin embargo, SÍ dan la bienvenida al amor auténtico que se muestra a través de nosotros cuando manifestamos sabiduría real por el bien de los demás. 

Mientras más servimos a la ciudad por el bien de la ciudad – sin otra agenda que el amor, y sin nada que ganar personalmente excepto que sabemos que eso honra al Señor en cómo hemos decidido vivir – es cuando más se abre la ciudad al mensaje que le llevamos.

Es profundo y es sencillo. A medida que nos entregamos a servir con los valores y estilos de vida verdaderos del Reino, Dios levanta el velo de protección que ha creado para proteger las ciudades de los creyentes que no están preparados para ejercer tal influencia.

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