La historia del Maestro virtuoso del balompié boliviano, la gente decía: Una cosa es el equipo cuando juega “el Maestro” y una completamente diferente cuando no lo hace. “El Maestro” es quien marca la diferencia. Ese jugador a quien se reconocía como “el Maestro” era un jugador necesario, brillaba con luz propia y los otros jugadores del equipo, quienes eran buenos deportistas, se los podría reconocer como útiles, pero no necesarios.
Esta introducción nos lleva a preguntarnos ¿Cuál es el papel de la Iglesia en nuestras ciudades? ¿Somos útiles, pero no necesarios? Nuestro potencial es obvio para todos nosotros, pero debemos reconocer la realidad de que no siempre se nos considera necesarios. Debemos preguntarnos qué cambios necesitamos hacer para volvernos necesarios. Is. 62: 6b-7 NVI 6 …Ustedes, los que invocan al Señor, no se den descanso; 7 ni tampoco lo dejen descansar, hasta que establezca a Jerusalén y la convierta en la alabanza de la tierra" ¿Cómo sería para nosotros, como comunidad de los redimidos, convertirnos en la alabanza en la tierra?
Una historia sobre esto en la Biblia tiene que ver con José y su familia en Egipto. Esta muestra cómo puede afectar a una nación cuando alguien que es considerado un forastero tiene tal impacto que la nación lo considera necesario.
Para hacer corta una historia larga, podemos decir que toda la familia de José terminó viviendo en Egipto, viviendo en un estado favorecido debido a José. Su familia era muy apreciada por el propio Faraón. Este aspecto, por supuesto, se extendió por toda la nación. Este líder mundial se encargó de honrar a la familia de José por el regalo que este había sido para su nación.
El padre de José, Jacob, había recibido un nuevo nombre dado por Dios, Israel. Llegó el momento en que Israel murió y José lloró por su enorme pérdida. Israel había sido la única persona de la familia de José que lo había apoyado durante toda su vida. La Escritura describe la pérdida: Gn. 50:1-3 RVR60 1 Entonces se echó José sobre el rostro de su padre, y lloró sobre él y lo besó. 2 Y mandó José a sus siervos los médicos que embalsamasen a su padre; y los médicos embalsamaron a Israel. 3Y le cumplieron cuarenta días, porque así cumplían los días de los embalsamados, y lo lloraron los egipcios setenta días.
Lo más notable de esta historia es la respuesta del Faraón a la pérdida de José. José y su familia no sólo lamentaron la pérdida de su patriarca, sino también toda la nación de Egipto. Y esto lo hicieron durante setenta días. ¿Cómo es posible que una nación responda así a la pérdida de un extranjero y que esté de luto durante setenta días? Porque Jacob, José y la familia se habían vuelto necesarios para la nación de Egipto.
4 Y pasados los días de su luto, habló José a los de la casa de Faraón, diciendo: Si he hallado ahora gracia en vuestros ojos, os ruego que habléis en oídos de Faraón, diciendo: 5 Mi padre me hizo jurar, diciendo: He aquí que voy a morir; en el sepulcro que cavé para mí en la tierra de Canaán, allí me sepultarás; ruego, pues, que vaya yo ahora y sepulte a mi padre, y volveré. 6 Y Faraón dijo: Ve, y sepulta a tu padre, como él te hizo jurar. 7 Entonces José subió para sepultar a su padre; y subieron con él todos los siervos de Faraón, los ancianos de su casa, y todos los ancianos de la tierra de Egipto, 8 y toda la casa de José, y sus hermanos, y la casa de su padre; solamente dejaron en la tierra de Gosen sus niños, y sus ovejas y sus vacas. Gn. 50:4-8 RVR60
José prometió enterrar a su padre en su tierra natal. El Faraón no solo cumplió la promesa de José; envió a todos sus siervos, a los ancianos de su casa y a todos los ancianos de la tierra de Egipto para acompañar a José en su viaje de duelo. El Faraón no quería que estuviera solo. Qué asombroso ver a un líder mundial enviar a todo su personal y equipo de liderazgo para acompañar a José mientras éste cumplía la promesa que le había hecho a su padre. Esta es una hermosa historia del impacto de la sabiduría de José sobre un líder pagano y toda su nación.
El valor que el Faraón le dio a Jacob es inusual a lo largo de la historia. Es hora de volver a verlo y creo que es posible verlo en el transcurso de nuestra vida. Este debería ser el tipo de sentimiento compartido por aquellos en el mundo cuando alguien que ha tenido un impacto significativo en sus vidas regresa a casa para estar con el Señor. Cuando nos convertimos en aquellos que sirven bien y que demuestran la sabiduría de Dios, ayudamos a crear un apetito por Dios mismo. Es entonces cuando nos convertimos en tierra deseable.
Hageo 2:77 y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos. El profeta Hageo llama a Jesús “El Deseado de las Naciones”. Si la “cabeza de la Iglesia” es deseada, también el cuerpo debería serlo. Viviendo como Él lo hizo, nos volvemos deseados.
Pr. Rafael Vargas