Los factores que llevan al desaliento son: la fatiga por el trabajo duro y la presión; la frustración por no tener resultados tangibles; darse por vencidos y declararlo propician el fracaso y hemos de tener presente que el temor tambien está relacionado. Demos respuesta a estos factores.
Cuando enfrentemos circunstancias de derrota y aflicción en nuestras vidas, lo primero que tenemos que hacer es clamar a Dios. Sal 121:1-2 “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra”. Lamentablemente la mayoría de nosotros esperamos agotar todas las otras alternativas antes de apelar a Dios, y esto lo hacemos como último recurso. Cuando viene el desaliento, corra al Señor y pídale que lo ayude a solucionar sus problemas. Neh. 4:4-5 “Oye, oh Dios nuestro, que somos objeto de su menosprecio, y vuelve el baldón de ellos sobre su cabeza, y entrégalos por despojo en la tierra de su cautiverio. No cubras su iniquidad, ni su pecado sea borrado delante de ti, porque se airaron contra los que edificaban”.
Una vez que hemos clamado a Dios, continuemos haciendo lo que Dios nos mandó hacer; ese es el segundo paso a dar. Neh. 4:6 “Edificamos, pues, el muro, y toda la muralla fue terminada hasta la mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar”. ¿Por qué nuestra respuesta inmediata a la adversidad es abandonar? Las personas dejan trabajos, abandonan sus matrimonios, dejan su iglesia porque están pasando por una etapa de desaliento; y deciden tomar la decisión que parece más saludable, pero eso es lo peor que pudieron hacer. Siempre se lamentarán de haber abandonado debido a sus emociones. Porque ahora se pusieron del lado de aquel que le interesa detener la obra de Dios.
Nehemias percibía el desaliento de su pueblo, pero nunca dejo de seguir construyendo, había que perseverar. Sabe mi hermano(a), a veces es saludable quitarnos las frustraciones trabajando. Cuando tenemos claro el objetivo entendemos que no hay tiempo para desenfocarnos del mismo, el enemigo trata de poner distracciones en nuestras vidas para que nos apartemos y consumamos tiempo valioso en cosas que no son valiosas; mantengamos aquello que es lo más importante. Los tiempos en que sentimos menos ganas de trabajar son en los que más deberíamos hacerlo. Las emociones son malas consejeras, seamos disciplinados y mantengamos manos en la obra.
Concentrase en la totalidad de la obra es la tercera respuesta. Neh. 4:13-14 “Entonces por las partes bajas del lugar, detrás del muro, y en los sitios abiertos, puse al pueblo por familias, con sus espadas, con sus lanzas y con sus arcos. Después miré, y me levanté y dije a los nobles y a los oficiales, y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas”.
Puede que solo veas lo fatigoso de tu trabajo en la obra de Dios, en tu vida; tú necesitas ver lo que Dios esta haciendo en ti, contigo y para ti. Eso te va a permitir prevalecer en los tiempos más difíciles.
Nehemías ubicó al pueblo en filas a lo largo del muro; entonces pudieron ver la unidad de su fuerza de trabajo, unos al lado de otros. Ahora podían ver, que cada familia era una sección más del muro que estaba siendo reparada. Sumando las partes, se veía la totalidad: un muro restaurado.
Nunca permitas que el enemigo te aisle. Nunca digas que eres un fracasado. Sólo has fallado al hacer algo, esa es una gran diferencia. ¿Quien no vive dificultades en su vida? La cuestión es cómo las pongo en perspectiva para no tropezar con la misma piedra. El mundo esta lleno de voces de desaliento, pero hay un lugar donde podemos acudir siempre para ser alentados. “Venid a mi…”.
La cuarta respuesta consiste en reclamar el aliento de las promesas de Dios. Neh. 4:14 “… No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas”. En epocas de desaliento corra a la Palabra de Dios; cuando el corazón esta afligido necesita transfusión de esperanza y poder. Lea la Palabra de Dios en voz alta. “Ore, grite: Señor, te necesito. Necesito oir tu voz. Ven a mi Señor”.
Sal. 46:1-3 “Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, Y se traspasen los montes al corazón del mar; Aunque bramen y se turben sus aguas, Y tiemblen los montes a causa de su braveza. Selah”.
La quinta respuesta consiste en llevar la carga de otras personas. El remanente del Israel caído se había unido para ser transformado en un equipo. Ahora tenían un compromiso. Neh 4:21-23 “Nosotros, pues, trabajábamos en la obra; y la mitad de ellos tenían lanzas desde la subida del alba hasta que salían las estrellas. También dije entonces al pueblo: Cada uno con su criado permanezca dentro de Jerusalén, y de noche sirvan de centinela y de día en la obra. Y ni yo ni mis hermanos, ni mis jóvenes, ni la gente de guardia que me seguía, nos quitamos nuestro vestido; cada uno se desnudaba solamente para bañarse”. Unidos prevalecemos. Entendieron que para prevalecer debían cuidarse la espalda unos a otros. Necesitaban ayudarse mutuamente. Necesitaban cubrir a los más cansados y agotados, llevar las cargas los unos de los otros.
El desaliento nos lleva a las fiestas de autocompasión. Nuestras cargas se vuelven más livianas cuando hemos llevado cargas ajenas. Asi es como Dios lo quiere. Quiere que nos unamos en una sociedad que lleve las cargas, que nos alentemos unos a los otros, que vivamos dando amor del bueno.
No olvides, lo que siembras eso cosecharás. Si necesitas aliento, es mejor que busques a quien tú puedes alentar. Si estás en necesidad, cubre las necesidades de otro. Busque quien necesita una dosis de amor, busque cargas para llevar, saque de su mente el desaliento y pongalo en el coraje que otros han demostrado. Mt. 11:28 “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. Dios en pleno siglo 21, todavía responde las oraciones.
Pr. Rafael Vargas S.