La bendición está en la capacidad de disfrutar y aumentar lo que has recibido. Pro. 10:22 “La bendición de Jehová es la que enriquece, Y no añade tristeza con ella”. Hch. 20:35.
Muchas personas no entienden que el pacto con Dios proporciona una cobertura vital, la cual fue establecida por Jesús para nosotros cuando consumó su obra en la cruz Mt. 26:28 y 1 Cor. 11:3. Si estas operando bajo el pacto y conforme a los preceptos de este, estas operando bajo Su cobertura. Esto es lo que te permite prosperar como Dios lo ha diseñado.
La cobertura que Dios ofrece es similar a un paraguas. Si estás al aire libre y empieza a llover, tú abres el paraguas, este no detiene la lluvia, pero impide que la lluvia caiga sobre ti. En otras palabras, cuando estás cubierto por un paraguas, las circunstancias de tu alrededor no cambian, pero cambia lo que te puede afectar de manera directa, esto es lo que sucede con la cobertura del pacto de Dios. Lamentablemente, muchas personas operan financieramente sin estar bajo cobertura. Entonces sufren los efectos de vivir endeudados. La razón por la cual muchas personas están arruinadas es porque no están posicionadas bajo el pacto o no hicieron las cosas bajo cobertura.
Como cristianos es imprescindible saber que el pacto existe y que está destinado a ofrecer un medio para que el pueblo de Dios prospere. Cuando vives sin cobertura o fuera del pacto, experimentarás los efectos resultantes de operar lejos del Rey y de la cobertura de su Reino.
El padecimiento financiero en nuestra vida personal y familiar, como iglesia y como Nación, se debe a que no estamos operando de acuerdo con las reglas del pacto, necesitamos entrar en orden. Así como debes estar bajo un paraguas para beneficiarte de él, debes estar bajo el pacto de Dios para que este te cubra y te prospere. ÉL nos asegura su cobertura, no tenemos que ser como los impíos que prosperan fuera de la protección de Dios. Sal. 73:12,18.
Hay que comprender que dar fruto financiero significa más que acumular dinero. Los que prosperan a la manera de Dios pueden ayudar a otros y beneficiarse de lo que Dios les ha dado en abundancia.
Jesús nos enseño los fundamentos para vivir una vida de victoria financiera, para traer un poco del cielo a la tierra, para ello tenemos que hacer la voluntad de Dios. Lc. 19: 11-27. En esta parábola, el Señor nos muestra las normas en las cuales debemos funcionar en su nombre.
Jesucristo fue a reclamar el reino que ganó en el Gólgota, se fue al cielo, desde donde regresara algún día para establecer su Reino visible en la tierra. Mientras tanto, ÉL ha puesto en manos de sus súbditos cosas para administrar y espera que las administremos bien hasta que ÉL vuelva.
El primer principio sobre la mayordomía que nos muestra esta parábola: Dios es el dueño de todo. Dios creó todo, por lo tanto, todo le pertenece a ÉL. Ap. 4:11, Sal. 50:10-12 y Sal. 24:1 Este versículo nos dice que Dios es dueño de todo, inclusive de tu persona.
El dinero que tienes en este momento fue elaborado con materiales extraídos de la naturaleza que Dios creó, que son propiedad de ÉL, lo mismo sucede con el automóvil que manejas, la ropa que llevas puesta, la comida que comes, etc. Cuanto más veas la mano de Dios en todas las cosas, menos problema tendrás en aceptar que ÉL es el dueño de todo y entonces podrás libremente honrar su autoridad. Ese el primer paso hacia la victoria financiera.
La muerte es el máximo recordatorio que nada nos pertenece. Démonos cuenta de que nuestra vida está totalmente en las manos de Dios; porque, quien sabe si mañana vamos a estar en este mundo.
Dt. 8:11-14,17-18. Es Dios quien nos da el poder para hacer las riquezas. Este es el segundo principio para mejorar tus finanzas en tu calidad de mayordomo del Señor: El administrador no es dueño de aquello que recibió, pero es responsable de administrarlo.
Una razón para que Dios estableciera el diezmo era para que sirviera de recordatorio de que no somos dueños de lo que Dios pone en nuestras manos. Por medio del diezmo y las ofrendas reconocemos que Dios es el dueño de lo que ÉL nos ha dado. Por ello es que este es un acto espiritual con representación física: Dios es el dueño y nosotros los administradores.
Regresando a la Escritura que acabamos de leer, cada siervo recibió una mina, la misma cantidad; y esto representa algo que todos tenemos en la misma medida y es el potencial. El cual tiene 3 componentes: talento, tiempo y tesoro. Cada uno de los siervos tenía iguales oportunidades de hacer algo bueno con ese dinero. Cada uno tenía su talento, tenían el mismo tiempo y el Señor había puesto en sus manos igual cantidad de dinero. La responsabilidad del mayordomo era negociar con ello. En consecuencia, hacer negocios para el Rey y su reino es usar al máximo el potencial de vida que Dios nos ha dado. Dios te pedirá cuentas de lo que ÉL te ha dado, no hará comparación con lo dado a otros. Por ello nos equivocamos cuando queremos lo que otro tiene.
Dios quiere que inviertas sabiamente lo que ÉL te ha dado y lo hagas producir para expandir el Reino de Dios, aprovecha al máximo tu potencial. En la vida, a veces nos concentramos demasiado en nuestro propio reino, nuestro auto, trabajo, dinero etc. y desatendemos el Reino de Dios.
Nosotros debemos enseñar a nuestros hijos a producir y a ahorrar y no a gastar, que ellos no sólo vean el día de hoy, sino que visualicen el futuro, que entiendan la importancia de invertir y se tomen en serio el futuro. Porque por estos equívocos en la manera de pensar hay infinidad de personas con la vida arruinada, endeudados hasta el coto; y porque además realmente no creen que el dueño va a regresar y les pedirá cuentas de que hicieron con los recursos que ÉL les confió.
Pr. Rafael Vargas S.