1 P. 2:9 NVI “Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable”. Proclamar significa dar a conocer algo públicamente; pero si acudimos a la etimología de la palabra vemos que esta proviene del latín que significa “gritar”.
Una proclamación bíblica es una declaración oficial de la Palabra de Dios sobre la vida de un creyente. Toda proclamación debe estar basada en una o más escrituras que apliquen a la necesidad específica.
La Palabra de Dios, nos trae respuestas del cielo.
Cuando tú has identificado las circunstancias especificas por las que estas atravesando, pídele al Espíritu Santo que te revele las escrituras que te van a empoderar para que recibas tu bendición. Una vez que tú has identificado esas escrituras, empieza a proclamar las promesas de Dios sobre tu vida.
Hay un milagro en tu boca, el cual sólo puede ser activado por la Palabra de Dios. El Sal. 54:2 “Oh Dios, oye mi oración; Escucha las razones de mi boca” y el Sal. 66:17.
Procede a leer la Palabra en voz alta y memorízala. El rey David declaró en el Sal. 119:11 ”En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti”.
Jesús, era un Maestro judío que vivió bajo la Ley de Moisés, por lo tanto, cada día oraba a Dios y recitaba la Palabra en voz alta. Si el Hijo de Dios consideraba crucial para su ministerio proclamar la Palabra de Dios a diario, ¿Cuánto más deberíamos considerarlo nosotros?
Dios le habló a su pueblo y le recomendó que guardara sus estatutos y mandamientos para que los pusieran por obra, para que les vaya bien en la tierra y sus días sean prolongados.
Dt. 6:4-9 “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; 9y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas”.
Cuando la Palabra de Dios es leída en voz alta, los poderes y principados del Reino de Oscuridad son inmovilizados y derrotados. Al final del salmo 91 se lee una hermosa promesa, Sal. 91:14-16 “Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, Y le mostraré mi salvación”.
No hay casualidades en la vida del creyente, los tiempos del Señor son siempre perfectos. Ahora es tu oportunidad para recibir y proclamar los que Dios ha ordenado para ti. Declara la Palabra de Dios sobre tu vida, la de tu cónyuge y la de tus hijos, tu trabajo, tus negocios, tu ciudad y tu Nación. Declara sus promesas sobre: todo aquel que está enfermo y necesita sanidad divina, aquellos que están pasando una prueba personal, aquellos que están desesperados de encontrar estabilidad emocional, aquellos que desean salir de sus carencias, aquellos que anhelan descubrir la prosperidad de Dios, porque tu Padre Celestial quiere que vivas la buena vida: A manera de ejemplo vamos a hacer una Proclamación por prosperidad divina:
“Padre Celestial, Dios de Abraham, Isaac y Jacob, vengo delante de ti como tu siervo, que cree, que confía y que se basa en el Señor y cuya esperanza y confianza están en ÉL. Hoy proclamo estas palabras: Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Jer. 17:7 Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón. Sal. 37:4 Porque sol y escudo es Jehová Dios; Gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad. Sal. 84:11 Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Fil. 4:19 Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. 3 Jn. 1:2
Hoy me deleito en ti mi Señor, porque tú me concedes los deseos secretos de mi corazón. Como mi Padre Celestial, tú sabes todo lo que necesito antes de que yo te lo pida y generosamente suples todas mis necesidades conforme a tus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Conforme consagro mi alma y mi corazón a buscarte, tú me prosperarás en todos mis caminos, así como prospera mi alma.
Cuando te honro con la decima parte de lo que tú me prosperas, tu abres ventanas de bendición en los cielos y derramas abundantes bendiciones sobre mi vida. Gracias Padre por tu amor, tu favor y tu bendición abundante, porque reconozco que todo lo bueno proviene de ti. Amén”.
Cuando tú proclamas la Palabra de Dios sobre tu familia, esta transforma tu vida y la vida de los miembros de tu familia.
Pr. Rafael Vargas S.